Mostrando entradas con la etiqueta josh rouse. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta josh rouse. Mostrar todas las entradas

sábado, 27 de diciembre de 2014

Top 20: Mejores Canciones Internacionales del s. XXI (2 de 3)

14. Mistaken For Strangers

Músico: The National
Álbum: Boxer
Año de publicación: 2007
Datos: Aunque todo el mundo habla de High Violet como el álbum definitivo de The National, yo me sigo decantando más por su predecesor, Boxer. The National no es para mí uno de los grupos actuales que más me llega, aunque les reconozco grandes canciones como Vanderlyle Crybaby Geeks o Green Gloves. El tema que traemos al ranking es un clásico contemporáneo que de forma poco habitual se apoya en el rotundo sonido de la batería en lugar de en la guitarra o la voz. Una auténtica maravilla.


13. Your Heart is an Empty Room

Músico: Death Cab For Cutie
Álbum: Plans
Año de publicación: 2005
Datos: Conocí a Death Cab For Cutie gracias a las buenas críticas que habían conseguido en 2011 por su último álbum Codes And Keys. A partir de esa primera toma de contacto he podido disfrutar de sus trabajos anteriores e incluso de un álbum en solitario muy recomendable de su líder. Ben Gibbard ya aparecía en una de nuestras entradas como uno de los compositores más prometedores del nuevo siglo. Your Heart is an Empty Room es una canción que brillaba con luz propia en su álbum Plans.


12. It's The Nighttime

Músico: Josh Rouse
Álbum: Nashville
Año de publicación: 2005
Datos: Si no habláramos de canciones y tuviera que hacer un ranking acerca de los que son para mí los mejores músicos teniendo en cuenta su obra completa, Josh Rouse estaría sin lugar a dudas en el número uno. A veces tengo la sensación de que si hubiera publicado todos sus discos en los setenta, a día de hoy se le compararía con James Taylor o Paul Simon. It's The Nighttime es una delicia, un clásico de nuestro tiempo que abría de forma inmejorable Nashville, uno de sus trabajos más recordados.


11. Impossible Germany

Músico: Wilco
Álbum: Sky Blue Sky
Año de publicación: 2007
Datos: Cuando parecía que A Ghost Is Born había abierto la senda de la experimentación en la obra de Wilco, Sky Blue Sky reivindicaba su lado más clásico sin perder un ápice de aquella tendencia ascendente a mejorar con cada álbum. Impossible Germany es una canción capaz de aunar ambas facetas: un comienzo con cadencia country da paso a una desatada guitarra eléctrica interpretada por Nels Cline rizando el rizo en el tramo final gracias a un apoteósico mantra. ¿El mejor sólo en lo que llevamos de siglo? Si.


10. Carmensita

Músico: Devendra Banhart
Álbum: Smokey Rolls Down Thunder Canyon
Año de publicación: 2007
Datos: La princesa Carmensita Saplingita es salvada de las garras del malvado Rajah el Malevolente por el principe de Hraminah. Esta rocambolesca historia es la que se cuenta en el videoclip que Devendra Banhart grabó junto a Natalie Portman, su novia de entonces, para una canción magistral desde los primeros acordes que suenan de guitarra. No sé cuantas veces habré visto el vídeoclip o escuchado la canción, lo que si tengo claro es que nunca me canso de ambos.


09. Becoming a Jackal

Músico: Villagers
Álbum: Becoming a Jackal
Año de publicación: 2010
Datos: Neil Hannon de The Divine Comedy le recomendó a mi amiga Mar esta canción. Ella me la recomendó a mí y desde las primeras escuchas me pareció una obra maestra, sobre todo por esos finales de estrofa tan emocionantes. Los estribillos no están a tan alto nivel, pero el resultado final es innegable. Un clásico indiscutible. Lastima que el resto del álbum no llame tanto la atención o que su disco posterior, Awayland, no cumpliera las expectativas creadas.


08. Chicago

Músico: Sufjan Stevens
Álbum: Illinoise
Año de publicación: 2005
Datos: Hace algunos meses poníamos a parir a Sufjan Stevens y sus últimas maniobras discográficas. Eso no quita para que a la hora de enumerar las mejores canciones de este siglo lo tengamos muy presente. He escogido Chicago como podría haber seleccionado otros temas de su extenso repertorio: Jacksonville, Decatur, The Predatory Wasp, Casimir Pulasky Day, Heirloom, I Walked, Romulus, etc. No sabía con cual quedarme, así que ha terminado apareciendo la que me ha parecido más representativa de todas ellas.

miércoles, 1 de enero de 2014

Lo Mejor de 2013 (1 de 2)

Manuel

Este año que termina no ha sido muy abundante para mí en cuanto a descubrimientos musicales. Podría resumirlo diciendo que he dejado de lado los nuevos lanzamientos para centrarme en saldar cuentas pendientes con vacas sagradas a las que nunca presté la atención necesaria. Así, me doy cuenta de que apenas me suenan los discos que copan las listas con lo mejor de 2013 según tal o cual revista. El año finaliza marcado para mi por el descubrimiento personal de Elvis Costello gracias a la insistencia del amigo Mansion. Bien es cierto que tardé bastante en apreciar su música, pero a fuerza de insistir con sus primeros discos me he escuchado a estas alturas la friolera de once o doce de sus trabajos.

Yo no tenía planeado participar en una entrada resumen, pero haciendo balance he encontrado tres discos que me gustaría destacar de lo poco novedoso que he podido escuchar este año. Teniendo en cuenta que para mí ha sido un año de revisión musical, resulta consecuente que los tres trabajos que voy a nombrar sean de viejos conocidos por estos lares.

3. Paul McCartney - NEW

A estas alturas de la película, me ha sorprendido gratamente lo bien que lo ha tratado la crítica musical en líneas generales. NEW es una amalgama de lo mejor que McCartney ha sabido hacer a lo largo de toda su carrera en solitario. Algunos seguidores del músico lo acusan de aparentar una modernidad en su sonido que ya no le corresponde y otros de autoplagiarse en cada canción. Yo digo que no hace falta buscarle tres píes al gato y que lo importante es disfrutar de las nuevas melodías que McCartney aún nos ofrece con 71 años.


2. Prefab Sprout - Crimson / Red

Uno de los regresos más esperados para los aficionados al pop de altos vuelos. Paddy McAloon se ponía manos a la obra presionado por su discográfica para obsequiarnos con uno de los discos más contundentes de Prefab Sprout (que ya es decir). Crimson/Red es un álbum repleto de obras maestras melódicas que reivindica como autor a uno de los compositores más importantes de las últimas décadas. Aquellos que nunca perdimos la fe en Prefab Sprout nos hemos visto recompensados con el mejor de los regalos posible. Ojalá el genio de McAloon se prodigue más en los próximos años.

1. Josh Rouse - The Happiness Waltz

El mejor trabajo de 2013 es para mí el último álbum de Josh Rouse. Recuerdo escucharlo por primera vez mientras conducía de madrugada para ir a trabajar y no poder creerme lo que sonaba por los altavoces. ¿Había vuelto de verdad a la senda correcta? Era difícil de creer cuando el choque cultural con nuestro país le había hecho publicar los dos peores trabajos de toda su carrera. The Happiness Waltz sin embargo es la mezcla perfecta entre las melodías de Nashville y las texturas de un álbum como 1972. Josh Rouse es mi músico de referencia actual y reencontrarme con toda su magia ha sido de lo más emocionante de este año.

Bruno

Pensaba que apenas había oído música de este año, pero al echar la vista atrás veo que son más de los que creía. De todos modos tengo muchos pendientes, sobre todo por insistentes recomendaciones de buenas fuentes... Siempre es difícil hacer criba y quedarse con "lo mejor" de todo un año, pero puestos a hacerlo elegimos la siguiente terna:


3. Ron Sexsmith - Forever Endeavour

El canadiense vuelve a su sonido más clásico y regresa regalándonos esta colección de bellas canciones con sugerentes melodías marca de la casa, aunque con un punto más melancólico que en sus últimos trabajos. Con una producción más cálida y espontánea de suaves arreglos que incluyen aquí y allá cuerdas y vientos, guitarras acústicas y suaves percusiones, las canciones de Sexsmith se ven sin duda realzadas: a destacar la emotiva Lost in thought, la alegre y contagiosa Snake Road, la suave y folkie Sneak out the back door y, como curiosidad, Me, myself and wine y sus arreglos con sabor a New Orleans


2. Eels - Wonderful, Glorious

El señor Everett nos sorprendía este año con un nuevo disco de altura, sobre todo teniendo en cuenta que sus últimos trabajos habían sido un tanto más discretos. Volviendo a sus orígenes, con cajas de ritmos y bases electrónicas, con guitarras sucias y mucha mucha rabia; como siempre, tan genial como impredecible. En este Wonderful, Glorious encontramos grandes canciones que funcionan muy bien también como álbum, resultando un trabajo redondo. En él encontramos temazos como la potente Kinda Fuzzy, el pegadizo single Peach Blossom, la frágil True Originals o la efectiva On the Ropes, que enganchan, seducen y demuestran que la creatividad de Eels sigue intacta.


1. Jonathan Wilson - Fanfare

De nuevo un disco al que dedicarle tiempo y que, a su vez, se toma su tiempo: al igual que Gentle Spirit ronda los 80 minutos, así que para degustarlo debidamente más vale ponerse cómodo y dejarse llevar por sus dulces melodías, hipnóticas atmósferas y majestuosos arreglos. Grandes pesos pesados se vislumbran aquí y allá (Petty, Young, los Floyd) y otros colaboran en algunos temas (Crosby, Nash, Browne). Muy en la línea de su predecesor, sin embargo este Fanfare presenta una mejor colección de canciones: Dear friend, Love to love, Cecil Taylor o Fazon. Un disco que nos remonta a otra época.

martes, 19 de marzo de 2013

Josh Rouse - The Happiness Waltz


El regreso más esperado por mí de 2013 no era precisamente el de David Bowie, si no el de cierto músico de Nebraska cuyo nuevo álbum me causaba cierta desazón. Y es que después de sus últimas entregas, era complicado apostar porque su nuevo trabajo colmara las expectativas de todos aquellos que habíamos disfrutado tanto de discos como Nashville o Country Mouse, City House. Algunos fans del músico nos preguntábamos si su mudanza definitiva a Valencia había tenido algo que ver con su palpable falta de inspiración e incluso alguno que yo me sé creó una página en Facebook pidiendo que Josh Rouse volviera a Estados Unidos para publicar de nuevo canciones a la altura que nos tenía acostumbrados.

El Turista y The Long Vacations no habían colmado nuestras expectativas, de hecho ni con las mejores canciones de ambos se podría haber creado un álbum a la altura de otras glorias pasadas. Ahora se publica The Happiness Waltz y da miedo pulsar el play, porque un tercer álbum consecutivo que no nos provoque ni frío ni calor podría hacernos perder las esperanzas por completo incluso a aquellos que aún apostábamos por una pronta recuperación artística.

Tengo que confesar que la primera escucha no fue fácil, ya que no podía creerme tan buenas críticas después de sus últimos discos, pero a medida que avanzaban las canciones se confirmaban tan altas expectativas. Parecía imposible, pero Josh Rouse había recuperado sus musas hasta el punto de que The Happiness Waltz parece la continuación perfecta a Country Mouse, City House. En otras palabras, es la recuperación de la senda marcada en sus discos clásicos y significa retomar su producción musical en el punto donde mejor se encontraba. Para alguien como yo, que esperaba ese momento sin demasiadas esperanzas, resulta cuanto menos un milagro.


La cuestión es ahora preguntarse si El Turista y The Long Vacations fueron dos álbumes creados de forma premeditada bajo su riesgo y responsabilidad o bien el reflejo lógico de la mediocridad creativa en la que Rouse parecía haber caído. Es difícil creer que alguien pueda rebajar el nivel de sus trabajos voluntariamente, pero entra dentro de lo posible que el músico intentara plasmar sus nuevas influencias por la inmersión en una nueva cultura y, al transitar por terreno desconocido, hubiera caído en el ridículo en lugar de incorporar nuevos elementos como pretendía. Si es un músico honesto, que lo parece, el intento de incluir en su música todas esas nuevas sensaciones podría haber sido la causa de esa supuesta desorientación.

El álbum ha sido grabado gracias al invento del crowfunding, ese sistema recaudatorio por el que un artista pide una cantidad concreta de dinero para llevar a cabo un proyecto y los fans o aquellos que quieren verlo realizado aportan lo que buenamente pueden. Hará dos semanas estuve mirando los datos económicos en la página oficial del músico y, sin saber la cantidad solicitada, queda claro que había ganas de que publicara un nuevo trabajo, ya que la cantidad recaudada asciende a un 170 % del total que se pidió en un principio.

Josh Rouse ha contado para la grabación de este álbum con la colaboración de su productor habitual Brad Jones y con los dos músicos que le acompañan desde su último trabajo hasta la fecha, Xema Fuertes y Cayo Bellveser. El resultado final rebasa cualquier expectativa, ya que el álbum hace un recorrido pormenorizado por todos los estilos que Rouse había tocado antes de embarcarse en los ritmos latinos y la paella. Es decir, en The Happiness Waltz podemos encontrar los arreglos setenteros que brillaban en el álbum 1972, el mágico pop de discos como Nashville o Subtitulo e incluso las brillantes y reposadas canciones de Country Mouse, City House.


Antes de escribir esta crítica pensaba que las buenas impresiones sobre este álbum eran unánimes, pero me ha sorprendido encontrar otras voces acusatorias que señalan como un fracaso este regreso a la antigua fórmula. Entre las variopintas teorías que se barajan, se habla de que Josh Rouse ha reculado a sus orígenes porque su cuenta corriente tiembla después del fracaso de sus dos últimos discos publicados. Aún en el caso de que estas acusaciones fueran ciertas, supongo que toda esa gente que echa en cara algo así verá demasiado fácil componer un álbum tan mayúsculo como The Happiness Waltz, o incluso no contemplarán la absurda posibilidad de que los músicos sacan discos y hacen conciertos para obtener una remuneración como cualquiera. El bueno de Josh no sabía el nido de víboras en el que se metía cuando emigró a nuestro país.

Tengo que decir que The Happiness Waltz me ha provocado tan buenas sensaciones como ya lo hizo el año pasado Port Of Morrow de The Shins, álbum del que me he llevado meses hablando maravillas en este blog de forma directa e indirecta. Creo que no se va a quedar en el mejor disco de la primavera como indica Nikochan y estoy seguro de que tendrá un hueco en varios apartados si a finales de año hacemos el acostumbrado resumen con lo mejor de 2013.

No quiero ponerme pesado haciendo un exhaustivo recuento canción por canción, así que voy a hablar sólo de los temas que más me han impresionado desde las primeras escuchas. Me gustaría destacar ese comienzo inmejorable con Julie (Come Out Of The Rain), una canción reposada con un remate en los estribillos conciso pero efectivo. Simple Pleasure y This Movie's Way Too Long saben capturar el brillante pop del que Rouse ya hizo gala en canciones destacadas de otros discos como Country Mouse y, sobre todo, Subtitulo. En ambos temas se encuentran las señas identificativas que marcaron en su día la época dorada del músico. It's Good To Have You es una gran canción de arreglos pretéritos que nos retrotraen a las sensaciones que nos dejaron los mejores momentos de 1972. En The Ocean nos ponemos etéreos, alcanzando agradables texturas similares a las de una de las contadas joyas de El Turista, Cotton Eye Joe. Para finalizar, la canción que da título al álbum lo cierra al piano y con un sofisticado estilo a la altura de este celebrado e inesperado retorno.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Josh Rouse And The Long Vacations


Las novedades discográficas que más he esperado este año se están convirtiendo una tras otra en grandes decepciones. Circuital, el nuevo álbum de My Morning Jacket, no me dice absolutamente nada, a pesar de las buenas críticas que ha cosechado en varias revistas especializadas. Por otra parte, la oportunidad que tuve hace varias semanas de escuchar The Whole Love, lo nuevo de Wilco, me dejó muy mal sabor de boca. Escuche el álbum al menos tres veces durante aquel domingo a través de la página web y me quedé con la impresión de que sólo salvaría de la quema tres canciones (una de ellas, demasiado larga como para escucharla habitualmente). Aún quedamos a la espera de saber que puede ofrecer Ryan Adams, resucitado para la escena musical después de varios años, o The Jayhawks con su vuelta a la formación clásica en Mockingbird Time. Este último lo tengo pendiente y aún no me he puesto a pesar de las buenas críticas.

Entre tantos grupos que han vuelto y otros que están por llegar, se cuela el nuevo proyecto de Josh Rouse que lleva por nombre Josh Rouse And The Long Vacations. He tenido la oportunidad de escuchar el disco desde que está colgado en la página web del músico y me he hecho una idea bastante clara para evaluarlo con conocimiento de causa. En primer lugar, dejar claro que The Long Vacations no supone una vuelta al alto nivel de discos como Nashville o Subtitulo, aunque si parece una tímida remontada después de El Turista. Quizá las críticas que le llovieron por su acento cuando cantaba en nuestra lengua han hecho recapacitar al músico y este nuevo álbum no da ninguna concesión al castellano, gracias a Dios.


Las canciones que avanzabamos en una entrada anterior no nos daban muchas esperanzas, menos mal que lo mejor del álbum aún permanecía escondido. Tampoco es para tirar cohetes, pero yo apostaría fuerte por Movin' On, el segundo corte del álbum que se descubre como un tema muy bien construido. Fine Fine se deja llevar de nuevo por ritmos allende los mares y nos ofrece una canción suave con aroma de clásico. Mi canción favorita es la breve Bluebird St, un tema precioso tocado al piano que se eleva como lo mejor de esta nueva entrega con menos de dos minutos de duración.

Después de hablar de lo más destacable, ahora toca evaluar el resto. Echando cuentas, Josh Rouse And The Long Vacations es un trabajo demasiado breve, ya que parece sobrepasar los 20 minutos casi por los pelos. Y es que este hombre está haciendo últimamente cosas muy raras. ¿Cómo puede publicar un álbum tan corto? Lo normal, después de El Turista, sería responder con más contundencia. En cualquier caso, las canciones son nueve y tampoco parecen pedir más desarrollo del que su autor les ha dado. En cuanto a la portada, parece que se ha puesto de moda el minimalismo en 2011, ya que hace gala de un estilo muy similar al del nuevo álbum de Wilco.

En resumen, lo nuevo de Josh Rouse no satisface ni llega a colmar expectativa alguna como obra global. No hay ninguna canción que recuerde glorias pasadas y la monótona suavidad que envuelve a todos los cortes juega en contra del impacto que pueda causar en el oyente. El disco es breve incluso para aquellos que abogan por condensar el material después de que, con la aparición del CD, se disparara la duración de los trabajos musicales.


De propina, el pasado mes de julio apareció en la página de Noisetrade una especie de avance/ recopilatorio/ rarezas ofrecido por el propio músico de forma gratuita. Estamos hablando de Summertime Noisetrade Sampler, que contiene un par de temas que ya avanzaban el nuevo álbum (Digging In The Sand y Oh, Look What The Sun Did!, esta última en una versión más básica), temas de siempre como Quiet Town o Hollywood Bassplayer, cortes en directo de Sad Eyes o Love Vibration... y, para rematar, otros inéditos como Start Again, Paros Island o 123. Esta extraña mezcla, que dura hora y media, se ofrece gratuitamente siguiendo este enlace con sólo escribir un email en el que recibir el link de descarga. Yo lo recomendaría sólo para aquellos que sean muy fans del músico, si es que queda alguno después de tanto desbarajuste. Los temas inéditos no son nada del otro mundo, aunque gracias a esta extraña colección de canciones acabo de redescubrir un tema que ya conocía, pero al que no había prestado mucha atención: These Long Summer Days del EP She's Spanish, I'm American.

lunes, 5 de septiembre de 2011

TOP 5 Conciertos que me defraudaron

Como ya adelantamos en la anterior entrada, me dispongo a enumerar aquí los cinco conciertos que más me han defraudado.

5. Dani Garuz (DA)

Siendo totalmente honestos no puedo decir que este concierto me defraudara, porque no esperaba nada de él. Realmente es que no solo no conocía nada suyo (de lo cual me alegro), sino que ni siquiera sabía que iba a tocar aquella noche. Lo que ocurre es que el señor Garuz aparece en esta lista por tener el dudoso honor de ser el suyo, casi con toda seguridad, el peor concierto al que he ido en mi vida. Un aplauso.

"El siguiente tema también lo compuse sentado en el wáter"

Allí que estábamos en Cádiz para ver a The New Raemon, dentro de los conciertos del Mirador Pop 2009, y nos encontramos con que el primero en subir al escenario fue un canijo vestido de cowboy, lo más parecido a un Howard Wolowitz texano que te puedas imaginar. Con su SG en ristre y una banda que iba y venía como el Guadiana (inexplicablemente, en la mitad de los temas Dani se quedaba solo en el escenario, y ponía una caja de ritmos), empezó a cantar uno tras otro sus temas... a cada cual más absurdo. Casi no recuerdo ninguna canción, pero aquel estribillo que decía "me gusta correrme / es cojonudo / correrse es lo mejor" se me ha quedado grabado a fuego en mi mente. Para más inri, acabando el concierto empezó a hacer piruetas, y lo cierto es que también recuerdo que medio se quitó la camisa, aunque puede que esto último solo sea fruto de las pesadillas que aún me causa.



De todo ello me quedó un profundo trauma que aún envenena mis sueños; pero más grave aún es el caso del amigo Manuel J, quien desde entonces es declarado fan de Dani Garuz, como demuestra esta entrada.

4. Mando Diao

Aunque sus últimos trabajos no me gustan nada, sus dos primeros discos, Bring'Em In y Hurricane Bar, me siguen pareciendo muy muy buenos. Así que cuando me enteré que en la primavera de 2009 venían de gira acompañando a Franz Ferdinand no dudé en ir a Atarfe para verlos.


"Oh, no eres tú mi cantaaaar..."

Lo cierto es que no sé a quién culpar por el desastroso concierto de aquella noche: no sé si es que la banda toca tan horrorosamente mal (aunque solo sea por llevar 15 años juntos, les concedo el beneficio de la duda) o es que los señores de la mesa de sonido tenían las manos ocupadas en otra cosa y no atendían a sus obligaciones. Aún dando como más probable la segunda hipótesis, el hecho es que aquel concierto fue poco menos que un martirio: un sonido totalmente saturado, con la compresión a tope, no se distinguía ningún instrumento, las voces apenas audibles, cada músico parecía ir por su lado... De lo peor que he escuchado en mi vida. Si a eso sumamos que su repertorio va en franca decadencia y que el cantante, como todo el mundo sabe, en directo canta menos que un grillo pisado, tenemos el cuadro hecho.



Tan solo viendo que la mayoría de su audiencia eran jovencitas adolescentes nos queda claro: como ya sospechábamos, Mando Diao solo son un grupo de suecos que vienen a presumir de guapos y hacer posturitas.

3. New Order

En el Summercase de 2006 los de Manchester eran cabeza de cartel y habían generado una tremenda expectación... a la que no supieron responder en mi opinión.


New Order: reformas en general, presupuesto sin compromiso

Sí, estamos hablando de un grupo mítico, con clásicos imprescindibles (quieras o no, escuchar en directo Regret o Bizarre love triangle emociona), todo lo que quieras. Pero cuando llega el momento de retirarte lo mejor es darte cuenta y tener los arrestos para hacerlo, todo lo que no sea eso supone manchar el nombre y devaluar los méritos de la banda. Que no es un problema de edad, ojo, ya que cuántos ejemplos podemos encontrar de grupos y músicos que siguen a pie del cañón siendo mucho mayores. No es eso, es más un tema de actitud: daba la impresión de ser una banda que iba con el piloto automático, o casi que sin él siquiera; sin motivación alguna... El coro del hogar del jubilado de Villajoyosa le echa más huevos al asunto.



En mi opinión, y visto lo que vi, de los batacazos mayores de los que yo haya podido ser testigo.

2. Josh Rouse

El principal atractivo que tenía para servidor la primera edición de la Monkey Week (a la que ya hicimos referencia cuando hablamos de Kitty Daisy & Lewis), era la actuación de este cantautor americano-valenciano.


Exacto, la misma carita se nos quedó a nosotros

En aquel entonces sus últimos trabajos publicados eran Country mouse city house y el recopilatorio The best of the Rykodisc years, y con ese referente acudí al festival. Pero qué sorpresa cuando nos encontramos que se dedicó, en gran parte, a desgranar temas de su siguiente trabajo aún no editado por aquel entonces, el infumable El turista. Con su castellano aprendido directamente de Doña Croqueta y esa bossanova a medio tiempo, el recital aburrió hasta a las ovejas. Tuvo un par de momentos decentes cuando se dignó a tocar a alguno de sus temas clásicos, pero nada más. Si a ello le sumamos que, por motivos de organización, su actuación se vio reducida a poco más de 45 minutos, os podéis imaginar con qué carita nos quedamos. Desde luego a este probe hombre no le ha sentado nada bien la dieta mediterránea.



Desde aquí pedimos que regrese a USA, y nos vuelva a regalar discazos como Nashville o 1972, o incluso el ya mencionado Country mouse city house.
1. Bob Dylan

Las víctimas del timo de la estampita no creo que se sientan más estafadas que yo cuando aquella noche salí de ver al señor Dylan cantar (bueno, digo cantar como bien podría decir graznar) en el estadio Chapín de Jerez en verano de 2008.


Dylan interpretando "Masters of War"... o "El emigrante". Una de las dos

Todo lo dicho un poco más arriba sobre New Order se puede aplicar aquí, solo que elevado a la quincuagésima potencia. Vaya tío sinvergüenza, cómo se está dedicando a pisotear su prestigio (allá él, para eso es suyo y puede hacer con él lo que quiera, como el gato del chiste), pero lo peor de todo es cómo se está cachondeando de los fans, con el beneplácito de muchos de ellos. "Es que él es así" decían algunos, "es que tienes que saber a lo que vienes" decían otros... No, si al final la broma me cuesta 50 euros y la culpa va a ser mía.

El hecho es que aquella tarde, tras horas de espera bajo un sol de justicia y un telonero de lo más soso (no recuerdo su nombre, es aquel al que atropelló el Neng con el coche), Dylan apareció en el escenario con el look de Juanito Valderrama. Sin decir ni una palabra al respetable ni mirar tan siquiera de reojo (lo juro, no miró al público ni un segundo, cantó todo el tiempo de perfil), hizo unas versiones irreconocibles de sus propios temas, y tal como vino se marchó; creo que en todo el concierto solo dijo una vez "gracias" y nada más, ni hola ni adiós. Nunca he visto más desgana ni mayor desprecio por el público, exceptuando a Mourinho claro. De no ser porque iba con Manuel J, un dylanita de pro, no hubiera sido capaz de reconocer la mitad de las canciones.



Actualmente, Dylan es única y exclusivamente para fanáticos, como los que tuve delante aquella tarde: habían asistido a los 8 conciertos de la gira en nuestro país, y los tíos de lo más contentos... ¡esto antes no pasaba!

domingo, 21 de agosto de 2011

Josh Rouse - Recopilatorio MIMS

Esta es la tercera vez que hablamos de Josh Rouse en el blog. Dedicamos la primera entrada a su obra maestra de 2005 Nashville, mientras que en la segunda hicimos un Passion For Acoustics sobre Lemon Tree, uno de los mejores cortes de su último álbum publicado. Por cierto, no hace poco he podido catar algunos de los temas de su nuevo álbum que publicará a finales de septiembre bajo el nombre de Josh Rouse & The Long Vacations. Me sorprende lo poco atrayentes que resultan, en concreto Oh, Look What The Sun Did! y Digging In The Sand. Toda esa magia que guardaban sus álbumes anteriores a El Turista parece haberse diluido entres siestas, gazpacho y solecito de playa.

Sirva este recopilatorio de dieciseis canciones para reivindicar al Josh Rouse que se estaba convirtiendo en un clásico contemporáneo, pero que parece haberse perdido musicalmente desde que se ha vuelto español (¡es lo que tiene!).

Ella tuvo la culpa por hartarlo de paella y potaje de berzas.
Toda la sangre se le fue al estomago y ya no compone igual.

Las canciones seleccionadas para el recopilatorio lo han sido en base a mis gustos personales, de manera que igual puede aparecer un tema que ya ha formado parte de recopilatorios oficiales como una oscura canción de un EP perdido de la mano de Dios. En concreto, puede que sorprendan dos cortes como Table Dance y Kentucky Flood a los que conocen su obra.

Table Dance pertenece a un EP llamado Chester coescrito junto a Kurt Wagner que salió entre su álbum debut y su segundo trabajo, Home. Es una canción soberbia, empieza con el habitual sosiego de su autor para rematar con unas estrofas arrebatadoras. Kentucky Flood, por su parte, es una de mis favoritas de toda su discografía, un tema redondo que venía de regalo junto a otras nueve canciones con el único DVD oficial publicado durante su carrera llamado The Smooth Sounds Of Josh Rouse (en el que aún se le puede ver joven, lozano y sin gafas). Michigan también es un corte extra del mencionado DVD, otro tema lento marca de la casa en el que no se puede destilar más clase.

El eterno Nashville de 2005 aporta tres canciones al recopilatorio, ya que es imperdonable dejar fuera temazos como It's The Nighttime o Sad Eyes. Street Lights, la tercera en discordia, es un sleeper en toda regla que empecé a apreciar después de darle más de un repaso al álbum al que pertenece. Sad Eyes ganó enteros para mí cuando descubrí la versión primigenia que aparecía en el primer EP de la colección Bedroom Classics. Una versión desnuda que me hizo apreciar aún más la encarnación definitiva que terminó apareciendo en Nashville.

En cuanto al álbum Subtítulo, me es difícil decantarme entre el exuberante pop con violines de Givin'It Up o la dulce quietud de una canción como Summertime, un tema donde la letra y la melodía concuerdan perfectamente. Una canción increíble.


Del álbum Country Mouse, City House me he ido a lo fácil con la gema pop Hollywood Bass Player y también a lo complicado con la tranquila, pero tremenda, Snowy. Recuerdo haberla escuchado por primera vez mientra iba en el coche y quedar tan noqueado que tuve que repetirla dos o tres veces para recrearme una y otra vez en semejante maravilla. La considero un soberbio cierre para el recopilatorio al igual que lo fue para el álbum al que pertenece.

De los cuatro primeros discos de Josh Rouse he escogido un tema de cada uno. No ha sido premeditado, simplemente ha salido así. En cuanto a su último y controvertido trabajo, me he decantado por Cotton Eye Joe, una canción que me parece, de momento, su última gran contribución a su hasta ahora exquisita discografía. He dejado fuera otros grandes cortes de El Turista como Lemon Tree o, una de mis debilidades, Mesie Julian, para no recargar el recopilatorio en beneficio de otras canciones que lo merecían más. No me explayo más, que lo disfrutéis.

jueves, 20 de enero de 2011

Passion For Acoustics - Lemon Tree


Este Passion For Acoustics ha sido inexplicablemente el más difícil de escribir de todos los de la sección. Mi compi de blog lo sabe, que ha visto el borrador ahí estancado por más de dos meses. Creo que planteé mal el texto y hasta que no me he propuesto empezar de cero, la entrada ha estado cogiendo moho durante muchas semanas. En fin, enésimo intento, a ver si esta vez sale bien.

Nos vamos a atrever con un tema del controvertido último álbum de Josh Rouse, El Turista. Ya hablabamos en otra entrada anterior sobre la razón por la cual el músico de Nebraska se había trasladado a España después de conocer a su futura pareja. Establecido en Valencia, ha publicado dos álbumes increíbles que continúan la calidad de obras anteriores, Subtítulo y Country Mouse, City House. El Turista es su tercer trabajo como americano afincado en España y demuestra su permeabilidad a movimientos musicales que hasta ahora quedaban ajenos a su obra. La portada del álbum nos muestra ya de entrada una gran fascinación por la costa levantina, con una foto de Josh mirando al mar filtrada a través de tonos azules que sugieren el apego que el músico empieza a sentir por su nueva residencia. El Turista establece un balance entre canciones que podrían encontrarse en discos anteriores (Lemon Tree, Sweet Elaine o Cotton Eye Joe) y esos nuevos temas con influencias latinas procedentes del otro lado del Atlántico (Duerme, Messie Julian o Valencia).


No es de extrañar la controversia que ha generado entre sus fans de siempre. Las buenas críticas sobre este nuevo trabajo brillan por su ausencia, tan sólo he encontrado una reseña positiva en el blog rockandrodriland. Y sinceramente, esta crítica positiva me ha abierto los ojos para ver este arriesgado trabajo desde otro prisma mucho más benévolo. Que yo también suela visitar la costa gaditana por cuestiones sentimentales puede volverme algo imparcial, pero supongo que me ayuda a entender mejor el hechizo que Rouse siente ahora por la costa levantina y la dieta mediterránea. Más si cabe, viniendo de un lugar tan frío como Nebraska.

Es normal esperar un nuevo Nashville y quedar decepcionado con el nuevo rollo que se trae el músico, ya que las nuevas canciones en castellano parecen cantadas por el bueno de Josh usando el palo de un polo helado debajo de la lengua. No hace poco lo vi en una entrevista de Rockola.fm y ciertamente chirría menos hablando en castellano que cantándolo. Si pincháis en el enlace, veréis que uno de los invitados lo compara en su nueva faceta musical con Dean Martin cantando Calypso. Entre risas, el cantante da la replica indicando que otra de las comparaciones que le sugieren los fans es Devendra Banhart. Sin embargo, la voz de Rouse no puede ocultar su acento guiri y Devendra, al tener ascendencia venezolana, chirría menos al cantar la lengua de Cervantes. Quizá esta sea la principal pega que ponen sus seguidores, el ridículo que podría estar haciendo como cantante al enfrentarse a un idioma que no domina en la pronunciación. Además, el músico aborda versiones de un oscuro cantante cubano llamado Bola de Nieve, cuyas letras no resultan demasiado brillantes, aunque si algo simpáticas.


El EP Valencia nos anticipaba su nuevo álbum, aunque la mezcla cultural se ha radicalizado en El Turista. También los asistentes a su concierto en el Puerto de Santa Maria a finales de 2009 quedamos algo extrañados, sobre todo con el anticipo de Messie Julian entre las sublimes canciones de discos anteriores. Sin lugar a dudas, para el que esto suscribe, El Turista es el peor álbum de Josh Rouse en los últimos años, aunque ésto no significa que el disco sea malo. Estamos hablando de un artista que ha publicado obras maestras como Nashville o Country Mouse, City House. Yo creo que el verdadero ridículo sólo se produce en Valencia y Las Voces, el resto del álbum es una delicia en el que se pueden encontrar claras referencias a lo que Josh Rouse siempre ha sido como compositor y músico.

Lemon Tree es la canción que más me ha llamado la atención de este nuevo álbum. He tenido la suerte de encontrar una versión acústica en youtube, cantada además en la Plaza St. Georges de Paris hace casi un año. El video parece enmarcado dentro del proyecto acústico de una página francesa llamada le-hiboo.com. La versión acústica, las calles nocturnas de París al fondo y Josh Rouse cantando mientras nubes de vapor salen de su boca por el intenso frío. Os dejo con ella.

jueves, 11 de marzo de 2010

Josh Rouse - Nashville


Siempre que leo o escucho la palabra Nashville en alguna parte, la relaciono sistemáticamente con aquellos virtuosos músicos de country que arroparon buena parte de la mejor obra de Bob Dylan, albumes como Blonde On Blonde o John Wesley Harding. Las buenas vibraciones que me transmitía el nombre de esta ciudad se han reforzado aún más desde que este álbum se ha convertido para mí en un clásico incombustible. Y es que Nashville de Josh Rouse es un disco que atesora una música exquisita de principio a fin, nacida de uno de los compositores con más estilo del panorama musical actual.

Mi primer contacto con
Josh Rouse no fue tan entusiasta como ahora puede parecer, ya que lo conocí a través de otros discos posteriores. Aquella primera toma de contacto me dejó un poco frío y, a pesar de las buenas recomendaciones de dos amigos que insistían en dármelo a conocer, no me convertí al joshrousismo hasta el pasado mes de octubre, cuando asistí a un concierto de este señor en el Puerto de Santa María. Me gusta hacer los deberes antes de ver a alguien en concierto, así que escuché parte del material que aún no conocía del susodicho. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí el álbum que nos ocupa, aún más cuando revisité otros discos que ya conocía bajo la esclarecedora luz de esta nueva referencia. Me he resistido a escribir sobre Josh Rouse y su música, porque no me considero moralmente capacitado para hacerlo, sobre todo cuando aquellos que me lo recomendaban tienen o tenían blogs operativos en los que aún no han mencionado su nombre. Que yo, un maldito impío que ha vivido en la ignorancia voluntaria durante tanto tiempo, destape el tarro de las esencias en lugar de ellos no me parece lo correcto... pero en fin, todo esto lo escribo para que los aludidos puedan reírse al leer esta referencia. Va por ustedes.

Josh Rouse es un músico norteamericano que lleva más de una década en activo publicando trabajos donde el pop se entremezcla con otros géneros tan elegantes como el soul para crear preciosas canciones de un poder evocador extraordinario. Ya desde la salida al mercado de su opera prima en el año 1998, Dressed Up Like Nebraska, obtuvo un merecido reconocimiento como músico y extraordinario compositor. Nashville, publicado en el año 2005, es hasta ahora el trabajo más recordado y celebrado de toda su discografía. Fue precisamente por aquellas fechas cuando se produjo un profundo cambio en su vida, ya que el destino quiso que se enamorara de una chica española llamada Paz Suay, dejando sus raices en los EEUU para mudarse a España simple y llanamente por amor. Todos sus discos posteriores (salvo el último que acaba de publicar) han sido registrados en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María. Josh Rouse comentaba en una reciente entrevista que se ha ido empapando gradualmente durante estos cinco años del ambiente y el aroma de la costa española, ya sea en Cádiz o Valencia, donde reside actualmente, hasta tal punto que su último trabajo llamado El Turista supone un profundo cambio en su carrera, influenciado totalmente por sonoridades latinas procedentes sobre todo del continente sudamericano. El tiempo dirá si esta nueva dirección que ha tomado ha sido equivocada o no.

Nashville se abre con una de las canciones más poderosas del disco, It's The Nighttime. Es fácil mover los pies con las primeras notas de la guitarra para después deslumbrar con unos luminosos y optimistas estribillos. Winter In The Hamptons debería ser reivindicada como clásico tan sólo por los característicos pararapapá que adornan los estribillos, convirtiéndola en uno de los temas más fácilmente identificables de todo el álbum. Carolina es otra gran canción, solicitada en repetidas ocasiones por el público que asistió al concierto celebrado hace algunos meses en Cádiz. Otro tema a destacar es Sad Eyes, canción que pasa algo desapercibida durante las primeras escuchas del disco. Los compases del piano acompañan la voz melancólica de su autor para después explotar en un acompañamiento que refuerza aún más si cabe las preciosas melodías que se venían repitiendo desde el principio. En resumen, este disco es uno de esos pocos que no tiene desperdicio. Antes comenté de pasada el poder evocador de la música de Josh Rouse y no lo dije por decir. Advierto que la persona que escuche este disco, quedará hechizado para toda la vida y siempre que vuelva a él, le vendrán a la memoria un buen puñado de buenos momentos acompañados de, por supuesto, muy buena música.