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miércoles, 1 de enero de 2014

Lo Mejor de 2013 (1 de 2)

Manuel

Este año que termina no ha sido muy abundante para mí en cuanto a descubrimientos musicales. Podría resumirlo diciendo que he dejado de lado los nuevos lanzamientos para centrarme en saldar cuentas pendientes con vacas sagradas a las que nunca presté la atención necesaria. Así, me doy cuenta de que apenas me suenan los discos que copan las listas con lo mejor de 2013 según tal o cual revista. El año finaliza marcado para mi por el descubrimiento personal de Elvis Costello gracias a la insistencia del amigo Mansion. Bien es cierto que tardé bastante en apreciar su música, pero a fuerza de insistir con sus primeros discos me he escuchado a estas alturas la friolera de once o doce de sus trabajos.

Yo no tenía planeado participar en una entrada resumen, pero haciendo balance he encontrado tres discos que me gustaría destacar de lo poco novedoso que he podido escuchar este año. Teniendo en cuenta que para mí ha sido un año de revisión musical, resulta consecuente que los tres trabajos que voy a nombrar sean de viejos conocidos por estos lares.

3. Paul McCartney - NEW

A estas alturas de la película, me ha sorprendido gratamente lo bien que lo ha tratado la crítica musical en líneas generales. NEW es una amalgama de lo mejor que McCartney ha sabido hacer a lo largo de toda su carrera en solitario. Algunos seguidores del músico lo acusan de aparentar una modernidad en su sonido que ya no le corresponde y otros de autoplagiarse en cada canción. Yo digo que no hace falta buscarle tres píes al gato y que lo importante es disfrutar de las nuevas melodías que McCartney aún nos ofrece con 71 años.


2. Prefab Sprout - Crimson / Red

Uno de los regresos más esperados para los aficionados al pop de altos vuelos. Paddy McAloon se ponía manos a la obra presionado por su discográfica para obsequiarnos con uno de los discos más contundentes de Prefab Sprout (que ya es decir). Crimson/Red es un álbum repleto de obras maestras melódicas que reivindica como autor a uno de los compositores más importantes de las últimas décadas. Aquellos que nunca perdimos la fe en Prefab Sprout nos hemos visto recompensados con el mejor de los regalos posible. Ojalá el genio de McAloon se prodigue más en los próximos años.

1. Josh Rouse - The Happiness Waltz

El mejor trabajo de 2013 es para mí el último álbum de Josh Rouse. Recuerdo escucharlo por primera vez mientras conducía de madrugada para ir a trabajar y no poder creerme lo que sonaba por los altavoces. ¿Había vuelto de verdad a la senda correcta? Era difícil de creer cuando el choque cultural con nuestro país le había hecho publicar los dos peores trabajos de toda su carrera. The Happiness Waltz sin embargo es la mezcla perfecta entre las melodías de Nashville y las texturas de un álbum como 1972. Josh Rouse es mi músico de referencia actual y reencontrarme con toda su magia ha sido de lo más emocionante de este año.

Bruno

Pensaba que apenas había oído música de este año, pero al echar la vista atrás veo que son más de los que creía. De todos modos tengo muchos pendientes, sobre todo por insistentes recomendaciones de buenas fuentes... Siempre es difícil hacer criba y quedarse con "lo mejor" de todo un año, pero puestos a hacerlo elegimos la siguiente terna:


3. Ron Sexsmith - Forever Endeavour

El canadiense vuelve a su sonido más clásico y regresa regalándonos esta colección de bellas canciones con sugerentes melodías marca de la casa, aunque con un punto más melancólico que en sus últimos trabajos. Con una producción más cálida y espontánea de suaves arreglos que incluyen aquí y allá cuerdas y vientos, guitarras acústicas y suaves percusiones, las canciones de Sexsmith se ven sin duda realzadas: a destacar la emotiva Lost in thought, la alegre y contagiosa Snake Road, la suave y folkie Sneak out the back door y, como curiosidad, Me, myself and wine y sus arreglos con sabor a New Orleans


2. Eels - Wonderful, Glorious

El señor Everett nos sorprendía este año con un nuevo disco de altura, sobre todo teniendo en cuenta que sus últimos trabajos habían sido un tanto más discretos. Volviendo a sus orígenes, con cajas de ritmos y bases electrónicas, con guitarras sucias y mucha mucha rabia; como siempre, tan genial como impredecible. En este Wonderful, Glorious encontramos grandes canciones que funcionan muy bien también como álbum, resultando un trabajo redondo. En él encontramos temazos como la potente Kinda Fuzzy, el pegadizo single Peach Blossom, la frágil True Originals o la efectiva On the Ropes, que enganchan, seducen y demuestran que la creatividad de Eels sigue intacta.


1. Jonathan Wilson - Fanfare

De nuevo un disco al que dedicarle tiempo y que, a su vez, se toma su tiempo: al igual que Gentle Spirit ronda los 80 minutos, así que para degustarlo debidamente más vale ponerse cómodo y dejarse llevar por sus dulces melodías, hipnóticas atmósferas y majestuosos arreglos. Grandes pesos pesados se vislumbran aquí y allá (Petty, Young, los Floyd) y otros colaboran en algunos temas (Crosby, Nash, Browne). Muy en la línea de su predecesor, sin embargo este Fanfare presenta una mejor colección de canciones: Dear friend, Love to love, Cecil Taylor o Fazon. Un disco que nos remonta a otra época.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Jonathan Wilson - Fanfare



Han pasado sus dos años largos desde la edición de aquel maravilloso Gentle Spirit, disco que recibió elogios de manera casi unánime, y por méritos propios. La espera ha sido larga para muchos como el que esto escribe, conscientes de que Wilson no es "un músico más". Y no quisiera ser en esta ocasión una groupie que alaba sin criterio, pero por más vueltas que le doy veo con asombro y admiración en este músico a un auténtico artista, un artesano que elabora con minuciosidad y esmero cada composición, cada arreglo y grabación, hasta el más mínimo detalle.

Esta actitud, totalmente anacrónica en estos tiempos en los que prima la inmediatez y la obsolescencia programada, no hace sino realzar aún más si cabe su obra: no solo se trata de trabajos de una belleza sublime con una producción cuidada y brillante, sino que cuando uno se adentra en ellos percibe bajo la superficie el latido del artista, que nos sumerge en las suaves atmósferas que crea, y es ahí donde disfruta de veras discos como este Fanfare.

Y no quisiera repetirme con lo que ya expresé cuando en 2011 se publicó el ya citado Gentle Spirit (puedes leer la reseña aquí), pero mucho de lo dicho entonces se puede aplicar ahora con total vigencia: es un disco al que darle y dedicarle tiempo. No porque necesite de varias escuchas para apreciarlo, al menos no en mi caso; se trata más bien de sentarse tranquilamente, ponerse este disco con unos buenos auriculares (para que no te molesten, ¿por qué no?), cerrar los ojos y dejarse llevar... A Wilson no le van los singles inmediatos y pegadizos de un par de minutos, así que denle tiempo: en este nuevo trabajo nos volvemos a acercar a los 80 minutos en total, y en él más de la mitad de los cortes superan largamente los 6 minutos... Casi nada.


Wilson es uno de los artistas que bien puede encabezar la nueva generación de músicos del mítico Laurel Canyon; en este Fanfare este hecho se ve reafirmado no solo con sus nuevas canciones reivindicando la música de aquellos lejanos 60's y 70's, sino también con la pléyade de colaboradores que le acompañan: por aquí desfilan mitos de la talla de David Crosby, Graham Nash o Jackson Browne, así como secundarios de lujo como Mike Campbell (de los Heartbreakers) o Pat Sansone (de Wilco) entre otros.

Los horizontes musicales de Wilson se amplían y alcanzan nuevas cotas en este segundo álbum, que aunque sigue en una línea continuista con el que le precede supone un paso adelante: se adentra en nuevos terrenos, nuevos sonidos, nuevas estructuras... Es desde luego un disco mucho más ambicioso y completo, y Wilson demuestra ser un grandísimo músico no solo por sus dotes como compositor e intérprete, sino por la amplia paleta de referencias e influencias que nos muestra sin reparo alguno.

El arranque de Fanfare, primer corte homónimo del disco, es grandioso y épico, con una instrumentación solemne que nos sirve de anticipo para el primer gran tema del disco y, a la sazón, primer single, Dear Friend: es un extraño medley (si es que se le puede calificar así) en el que una primera parte en forma de dulce vals contrasta con la segunda parte, un rock donde Wilson demuestra que los medios tiempos son su especialidad; como llamada para reclamar la atención no podría haber elegido ningún tema mejor: sus mejores cualidades quedan condensadas en esta canción para captar al oyente.



Tras ellas la balada Her hair is growing long resulta un agradable pasaje, que a servidor recuerda, supongo que por sus acordes suspendidos, a Guinnevere. Pero Wilson no es ningún blandengue, como demuestra en el Love to love: un buen rock en la mejor tradición americana; salvando las distancias (no quiero que ningún fan salte por esta comparación), sería un tema que bien podría estar interpretado por Tom Petty.

Pero si hay un par de temas cuya influencia es más que evidente son Cecil Taylor e Illumination. En el primero de ellos no solo es que nos parezca oír a los CSN en sus mejores tiempos, es que realmente los mismísimos Crosby y Nash hacen las armonías marca-de-la-casa en esta deliciosa balada acústica, una de las maravillas de este disco. Pero la cosa no queda aquí ya que tras ésta, el golpe encima de la mesa de Illumination es de traca: ¿son o no son los Crazy Horse los que suenan? ¿Y no podría ser el tito Neil el que canta? Las sucias guitarras, la base rítmica tan característica, hasta la forma de cantar este tema nos recuerdan al mejor Neil Young y compañía. La versatilidad de este tipo no parece conocer límites...

Alguno podrá pensar que Wilson no deja de ser un mero imitador, y lo cierto es que rindiendo tributo no tiene rival. Pero seríamos injustos con él: su talento como compositor, arreglista, productor e intérprete es de tal calibre que uno no puede dejar de quitarse el sombrero ante semejante artista capaz de engendrar obras como este Fanfare.




Escucha Fanfare en spotify pulsando aquí.

jueves, 15 de marzo de 2012

Jonathan Wilson - Gentle Spirit


Conocí este disco acabándose el pasado 2011 gracias al blog del compañero revolver, Barabajagal, donde hacía una breve pero encendida recomendación de esta absoluta maravilla: allí lo calificaba muy acertadamente como "bálsamo emocional", y solo puedo asentir y refrendar sus sabias palabras. ¿Es lo mejor del 2011? Para servidor sí que lo fue, y reconozco que hago esta afirmación sin haber escuchado mucha de la música editada el pasado año, pero es que difícilmente podría encontrar otro disco que me emocione y con el que conecte tanto como ocurre con este Gentle Spirit.

Entiendo que puede ser un disco que no a todo el mundo le vaya a gustar, básicamente porque es una de esas rara avis que de repente aparecen fuera de tiempo y lugar (bueno, no quizá de lugar, pero sí de época), y eso a veces descoloca. Si uno no supiera que se trata de un trabajo del pasado año afirmaría, con los ojos cerrados y apostaría lo que hiciera falta, que este disco tiene al menos 40 años, si no alguno más. Cuesta trabajo encontrar hoy día trabajos así: en la época de la alta velocidad, de la cómida rápida, de los consumibles de usar y tirar, llega el señor Wilson y le da al botón de pause. Con un par.



Porque lo primero que hay que decir de Gentle Spirit es que es un disco que se toma su tiempo. Y así, uno tiene que dedicarle tiempo a él: tiempo para poder escucharlo (un disco de 80 minutos, vaya gozada, frente a lo que nos tienen acostumbrados las discográficas: racanerías de escasos 30 minutos), tiempo para dejar que te seduzca con sus atmósferas embriagadoras, que te abracen con sus suaves melodías y dejar que te transporten a cuando la música de verdad se gestaba en artistas y en estudios de grabación, no en radiofórmulas y despachos. Porque de eso va todo, ¿no? De Música...


Y de eso se nota que el señor Wilson sabe bastante. Se nota para empezar en el sonido, y su experiencia como músico y productor se advierte en cada pequeño detalle, en el sonido majestuoso e hipnótico. La producción es sencillamente magistral: no escatima en recursos y medios, capa tras capa, para dotar a cada canción de su propia alma. Y, volviendo a lo dicho anteriormente, lo hace con calma, casi podría decirse con cariño, tallando cada tema como si de pequeños diamantes se tratase. Y qué decir de los arreglos: escuchando el disco uno no puede dejar de admirar y venerar a este auténtico artesano, quien en la mayoría de los temas toca todos los instrumentos y canta todas las voces. No obstante también sabe hacerse rodear de buenos colaboradores, y entre los surcos de este disco encontramos al Black Crowe Chris Robinson, el cantautor Johnathan Rice o Andy Cabic, líder de Vetiver.

A decir verdad Wilson no nos ofrece nada que no conozcamos desde hace tiempo, pero sí lo hace de una manera que sí creíamos prácticamente perdida. Además, la versatilidad y abanico de influencias que nos presenta es impresionante: que nadie se extrañe cuando, escuchando el disco, vea desfilar por entre sus canciones a Neil Young, a los Crosby, Stills & Nash, a Pink Floyd, a Elliott Smith... Pero este disco es mucho más que una colección de "homenajes": es más bien un elaborado cóctel con una receta compleja y equilibrada que debe ser degustada (sí, lo diré una vez más) con tiempo y paciencia, dejándolo reposar el tiempo necesario.



Si aún no habéis escuchado esta maravilla, dejáos seducir y sumergíos en temas como Desert Raven, Gentle Spirit, Natural Rhapsody o Ballad Of The Pines. No tengáis prisa por acabarlos (muchos de los temas rondan los ocho minutos) y dejaos llevar. No os defraudará.

Clic aquí para escuchar Gentle Spirit en spotify.