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viernes, 25 de abril de 2014

Top 20: Mejores versiones de los Beatles en MOJO (3 de 6)


Nº 16. Neville Skelly - Mother Nature's Son


Aparece en: White Album Recovered 2

Sobre el músico: A pesar de que vivimos en la época de la información instantánea gracias a un sólo click, me ha sido imposible encontrar una biografía como tal de Neville Skelly. He encontrado que en 2004 apareció publicado un álbum bajo la autoría de Neville Skelly and His Swing Orchestra enmarcado en el género del jazz. ¿Es el mismo del que hablamos aquí? No lo sé, ya que en Skeleton Key Records se indica que Neville Skelly publicó su álbum debut The Poet & The Dreamer en mayo de 2011, un trabajo que entremezcla composiciones originales con versiones de Jackson C. Frank, Woody Guthrie y The Beatles.

Sobre la versión: Neville Skelly no ofrece una versión demasiado rompedora ni muy distinta a la original del White Album cantada por McCartney, pero su evocadora voz ofrece ese extra que la ha hecho auparse hasta el puesto número 16 de nuestra lista. Canción muy difícil de encontrar por internet debido a la escasa popularidad de su interprete, he tenido que subirla yo personalmente para poder enlazarla a continuación.




Nº 15. Paul Weller - Sexy Sadie

Aparece en: White Album Recovered 2

Sobre el músico: Paul Weller es un músico británico fundador y antiguo líder de los grupos The Jam y The Style Council. Rebautizado por la prensa como The Modfather, es considerado figura imprescindible del movimiento mod de todos los tiempos. Tras disolverse The Style Council en 1989, Weller se replantea su futuro concluyendo que es el momento de desarrollar carrera en solitario y al margen de su discográfica de toda la vida, Polydor. A partir de ahí comienza a subir peldaños en calidad y eclecticismo con sus siguientes álbumes (texto extraído integro de wikipedia).

Sobre la versión: Paul Weller sabe llevar a su terreno como nadie la segunda versión de Sexy Sadie presentada en este ranking (el único tema que se repetirá, por cierto). Resulta curioso lo fácil que parece hacer una relectura de este tema cuando los propios Beatles no sabían muy bien como abordarla en el estudio. Voz rota e interpretación intensa para una elegante versión en la que se pueden entrever ciertos toques de soul que sientan como un guante al tema compuesto por Lennon.




Nº 14. Neal Casal - I'm Only Sleeping

Aparece en: Revolver Reloaded

Sobre el músico: Neal Casal es un guitarrista, cantante, compositor y fotógrafo nacido en Denville, Nueva Jersey. Aunque ha publicado la friolera de doce álbumes en solitario, es más conocido por ser miembro de la banda de acompañamiento de Ryan Adams llamada The Cardinals, con los que ha grabado tres álbumes de estudio y a los cuales ha pertenecido desde 2005 hasta 2009. Neal Casal toca actualmente en la Chris Robinson Brotherhood.

Sobre la versión: Aunque I'm Only Sleeping es uno de los temas más elaborados de Revolver (que ya es decir), su belleza melódica es notoria incluso en las primeras versiones acústicas que realizó Lennon al ensayarla por primera vez en el estudio. Neal Casal lo sabe y ejecuta para MOJO una versión sobria en instrumentación, pero reforzada gracias al sonido de una potente guitarra eléctrica como acompañamiento.


Nº 13. Bill Bells & Aidan Moffat - Yellow Submarine

Aparece en: Yellow Submarine Resurfaces

Sobre el músico: Bill Bells es un bajista escocés, pianista, guitarrista y compositor. Es más conocido por su grupo Bill Wells Octet, pero ha tocado y colaborado con una amplia gama de músicos (entre ellos, Isobel Campbell o el difunto Kevin Ayers). Aidan Moffat es un cantante y músico también escoces, más conocido por su trabajo con Malcolm Middletown en Arab Strap. En 2011, ambos colaboraron juntos para lanzar el álbum Everything's Getting Older, el cual ganó el premio al Mejor Álbum Escocés del Año según la Asociación Escocesa de la Industria de la Música.

Sobre la versión: Realizar una versión de un tema como Yellow Submarine debe ser complicado, ya que es difícil escapar de ese tono infantil que parece inherente a la canción original. En este caso, Bill Bells y Aidan Moffat se las han arreglado para esquivar con mucho ingenio todo lo que arrastra uno de los temas más festivos y comunales de los Beatles, bajando el tono y envolviendo su versión con cierto aire opresivo para ofrecer una relectura interesante y original.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Top 5: Mas vale estar solo que mal acompañado.

Retomamos la mini-sección del Top 5 repasando, bajo un prisma absolutamente personal, los casos mas famosos de músicos cuya carrera en solitario se puede considerar tan relevante como la que tuvieron con su grupo mas conocido. Tipos a los que casi les ha ido mejor (desde el punto de vista creativo y artístico, no solo comercial) en solitario o en proyectos personales, que bajo el cobijo del paraguas de una banda mítica. Seguro que hay mas y mas evidentes, pero estos son los míos.

5. Morrissey:

Yo no se si debería estar aqui...
En este caso, la cosa no está tan clara. De hecho, si me guiara solo por mis gustos, su trayectoria en solitario tendría las de perder siempre en comparación con el de su banda de toda la vida. Confieso que no trago al Morrissey personaje, pero hay algunos discos en solitario que me gustan (You Are The Quarry, por ejemplo). El merito de este tipo estriba en haber sobrevivido de una forma mas que digna al imborrable recuerdo de una de las bandas mas importantes de toda una generación. Gustará mas o menos su propuesta en solitario, pero el tío ha sabido sacar la cabeza. Y que un admirador de Marr diga esto de Morrissey no deja de ser meritorio. Sting sería un caso similar.


4. Peter Gabriel.

El hombre que se ha comido a Peter Gabriel.
Extraño artista. Genial en ocasiones, vago vaguísimo en los últimos tiempos. Pero hay que reconocer que desde que salió de Genesis (con los que facturó varios discos mas que interesantes hace ya varios lustros) ha sido cuando ha sido mas reconocido y donde ha podido hacer lo que le viniera en gana. Tras unos años deslumbrantes, con la cima de So, su figura física se ha ido agrandando a medida que su presencia mediática ha ido menguando. Ahora mismo es una sombra de lo que fue pero en su día era el paradigma de músico creativo e inquieto.

3. Damon Albarn:

Hago lo que quiero y como quiero.
Hay alguien capaz de seguir los pasos del Ex-Blur desde la separación de la banda? Yo no. GorillazThe Bad…, etc….Un culo inquieto de manual. Además, en algunos de esos casos, triunfando y además tocando mil palos. Albarn siempre me pareció un tipo mas que interesante al que era evidente que Blur se le quedaba algo pequeño para que pudiera dar rienda suelta a sus inquietudes. Pero nadie podía imaginar que acabara meando en tantos tiestos. Le da a todo y le importa poco lo que digan. Artista en mayúsculas, aunque no tengo claro cuanto tiempo tardará en reunificar a Blur. Supongo que, a pesar de ser un pijo londinense, su cuenta corriente necesitará algún que otro empujón.

2.Paul Mccartney:

Aunque les joda, sigo siendo el rey.
Pues sí, Macca. El Beatle por excelencia tiene una carrera en solitario mas que digna y a años luz de la de sus ex-compañeros en la banda mas grande la historia (es solo mi opinión). En caso de que a John no nos lo hubieran arrebatado, tengo claro que Paul habría hecho lo indecible por rejuntar a los Fab Four. Pero eso no ha pasado y la carrera de Paul ha seguido su curso en una especie de picos y valles digno de estudio. En la ultima década esta viviendo una segunda juventud, y para mi sigue siendo el paradigma de lo que es sobrevivir a un grupo en esto del rock. Que se lo pregunten a Mick Jagger.

1. Paul Weller.


El Modfather. También conocido como El Puto Amo.
El puto amo. No hay mejor manera de definir a este señor que debutó en solitario en 1992 con el disco homónimo y que en 1993 nos dejó boquiabiertos con su primera obra maestra (porque tiene varias) Wild Wood. Trabajador incansable, culo inquieto como pocos, musicazo, etc… Al Modfather no se le cayeron los anillos al disolver grupos tan emblemáticos como The Jam y Style Council (áhí es nada) cuando vio que la cosa no daba para mas. Ahora no hay nadie que le baje del burro y tras muchos años de trabajo y sinsabores, ha sido reconocido como uno de los mas importantes compositores de su tiempo.

Otros casos podrían ser los de Paul Simon, Lou Reed, Clapton, Sting,  etc...

En próximas entradas daremos la vuelta a la tortilla con un Top 5 que denominaremos: Manolete, sino sabes torear para que te metes.


domingo, 27 de marzo de 2011

Paul Weller - Wild Wood

Músico inquieto, ecléctico, talentoso y absolutamente imprescindible, sin duda alguna uno de los iconos del ya de por sí mitómano rock inglés. Con The Jam llegó a ser uno de los referentes del punk británico, enarbolando la bandera del movimiento mod, y alcanzó un notable éxito en Reino Unido y buena parte de Europa (quizá su marcado carácter británico fue la causa de que nunca llegaran a triunfar en el mercado estadounidense). Sin embargo, insatisfecho con posibilidades de la banda, cuando quiso explorar nuevos terrenos musicales no dudó en disolver el grupo (algo impensable en aquel momento) y formó The Style Council. Con esta formación se movió por el pop más glamuroso y sofisticado, flirteando con el soul, el jazzy y, cómo no, con el soul. Cuando vio que la fórmula, de nuevo exitosa, no servía para seguir avanzando volvió a hacer borrón y cuenta nueva, y así emprendió su enésima aventura ahora en solitario, en la que se mueve como pez en el agua mezclando rock, soul, folk y psicodelia, en sabias proporciones marca de la casa.

Los inicios de Paul Weller en solitario no fueron fáciles: llevaba casi quince años en la cresta de ola, había liderado dos grupos exitosos, compuesto multitud de éxitos, actuado en centenares de conciertos... y aún así muchos le daban por acabado. Él mismo la definió como "una fase extraña. Me encontraba sin grupo, sin álbum y sin discográfica. Después de estar dieciocho años en grupos, por primera vez me encontraba solo". Se armó de valor y, contra su propia voluntad, salió a la carretera con su nueva banda de acompañamiento. Reivindicando el soul como el auténtico camino, encontró la fuerza e inspiración necesarias para publicar su debut en solitario, titulado homónimamente Paul Weller (1992), que sin embargo fue recibido por la crítica con división de opiniones: no todo el mundo veía con buenos ojos su nueva andadura musical, en la que la base era la música negra (soul y funky principalmente).



Efectivamente las modas son cíclicas (q.e.d.)

Convencido de sus posibilidades se metió en el estudio con nuevas canciones. Amplió sus horizontes musicales: “El folk y el country es algo en lo que me he metido mucho de un año a esta parte: Tim Hardin, Nick Drake y su Five Leaves Left, el Déjà Vu de CSNY… Recientemente he escuchado cosas de este tipo por primera vez […] Cuanto más abierto estés, más riqueza vas a encontrar”. Sabias palabras, ya que sacó jugo de todas estas influencias enriquecedoras en forma de nuevas composiciones que deslumbran desde la primera escucha. El resultado es Wild Wood (1993), considerado por muchos su obra maestra en dura pugna con el posterior Stanley Road (1995), aunque el que esto escribe se decanta por el que hoy nos ocupa.


El álbum se grabó prácticamente en directo, lo que hace que tenga un sonido potente y poderoso, sobre lo que el propio Weller declaraba: “Me hace gracia cuando la gente te dice que es curioso este modo de hacerlo: ¡hace veinte años todos los discos se hacían así!”. No es de extrañar esta referencia indirecta a la música de los 60 y 70, ya que es la que más le influía en esos momentos: estamos hablando por supuesto de los hasta ese momento siempre presentes Who o Small Faces, pero también Free y Traffic, Neil Young y Steve Winwood, Donovan y los eternos Beatles. De hecho Weller llamó extraoficialmente a este disco su Revolver particular: realmente no era tanto por el estilo musical o la similitud con los temas (nada más lejos de la realidad, aunque sin ir más lejos Taxman fue homenajeada sin pudor por The Jam en el tema Start!), si no por algo más tangible: encargándose personalmente de tocar las guitarras y bajo en la mayoría de temas, se decantó la mayor parte de las veces por sus instrumentos más beatle. A saber: la lennoniana Epiphone Casino, la (no tan) harrisoniana Gibson SG, y el característico bajo violín Hofner de McCartney (aunque para ser totalmente fieles con la historia, en el 66 Macca estaba dejando su Hofner a un lado y prefería emplear el Rickenbacker).


Tenemos por tanto por un lado las nuevas influencias musicales a las que prestaba por vez primera atención, incorporándolas a su repertorio con total naturalidad; por otro, la actitud honesta de ser un auténtico rockero tocando y grabando los temas prácticamente en directo; por otro lado su vuelta al rock de los 60 y los setenta, tanto en referentes como en los instrumentos. ¿A qué se debe todo ello? Responde el propio Weller: “Me da lo mismo que digan que este disco suena retro, ¿qué significa retro? […] Muchos discos antiguos suenan mucho mejor (que otros actuales), y no hablo de canciones, sino de sonido. […] Me alegro si Wild Wood suena a los 60 y 70 porque creo que los discos de esta época sonaban mejor y más naturales”.


¿El resultado? Dieciséis temas impecables (en realidad quince en la edición original, pero tras publicarse en EEUU se incorporó el tema Hung Up al final del mismo), muestra de la madurez de un artista colosal y en plena forma.






El inicio es demoledor, con tres temas a cada cual mejor: el punzante arpegio de la Casino (homenajeando en esta ocasión Dong with the Luminous Nose de Les Fleur de Lys) nos introduce Sunflower, uno de los mejores temas de toda su carrera y, sin duda alguna, el mejor arranque de cualquiera de sus discos; la fuerza y garra es contagiosa, y además de la colosal batería de Steve White (el denominado soul-mate de Weller, prodigioso batería que nos tiene más que acostumbrados a interpretaciones magistrales) destaca la voz de Paul: más potente, más segura, más desgarrada y emotiva que nunca. En Can you heal us (Holy Man) canta a los que en nombre de Dios (y bien podría extenderse a los que creyéndose en un púlpito, adoctrinan adoptando una posición superior) se dedican a sermonear a los demás; el Weller comprometido canta las cuarenta, y su mensaje es claro: no eres más que yo (“you are only flesh and blood, waiting too for judgement”) y lanza una indirecta (“Pray for me / I’ll do the same for you”). Por su parte Wild Wood, tema que da nombre al disco, es una delicada balada, acústica y melancólica, en la que Weller medita y canta a la confusión en la que nos vemos perdidos en la sociedad actual que tantas veces él mismo ha retratado (y como bien se preguntan sarcásticamente en allmusic, ¿realmente es del mismo compositor que A town called Malice”?).


All the pictures on the wall es uno de esos temas que sin llamar la atención te cautivan, y aún siendo de los que no destacan en el conjunto sirven para mantener la media a un nivel altísimo. Weller se reserva para Has my fire really gone out? una puya directa a todos los que le daban por acabado: sabedor del tremendo material que tiene entre manos les pregunta ahora por su opinión: ¿de verdad se ha apagado mi fuego? Canta con toda la pasión que tiene para no dejar lugar a equívocos: no podíais estar más equivocados, así os demuestro que hay Weller para rato. Por su parte Foot of the mountain es otra grandísima balada acústica (tan solo guitarra y voz) que bien podría haber firmado el mismísimo Neil Young, y que sobrecoge como pocas.


Podríamos seguir enumerando el resto de temas uno a uno, desgranando virtudes, logros musicales y particularidades de la grabación. De cómo aparecen por aquí invitados como su excompañero Mick Talbot en 5th Season (un tema más cercano a Traffic que a The Style Council), la exquisita vocalista Dee C. Lee (y a la sazón señora de Weller) o el genial Steve Cradock en la maravillosa The Weaver. De cómo el disco se ve salpicado por pequeños cortes instrumentales que, lejos de ser simple relleno, nos sirven de colchón y descanso entre tanto material del más alto nivel, o de cómo recorta la larga coda final de Holy Man y la coloca en las postrimerías del álbum. De cómo Weller se encuentra más a gusto con las seis cuerdas y juega a doblar riffs y tocar solos de guitarra, lo que le llevaría a incorporar al poco tiempo a Cradock como miembro imprescindible en su banda de acompañamiento.


Crítica y público recibieron el disco entusiasmados y, por qué no, al menos los primeros en parte sorprendidos. Alabaron la calidad de los temas, la vasta cantidad de referencias e influencias adquiridas y su transformación en una colección de canciones que brillan con luz propia. Es un álbum que, mirando al pasado, se convierte en un hito de su tiempo para redefinir el rock contemporáneo, y todo lo que a partir de ese momento quiera llamarse rock moderno. Weller recoge una serie de influencias musicales y, lejos de aceptarlas tal cual y fusilarlas (u homenajearlas, como dicen que hace Tarantino), en su caso las tamiza, procesa, madura, nos las presenta como algo nuevo y lo más importante: logra con todo ello un producto nuevo y original, algo característicamente propio. Sin duda alguna se trata de un disco que marcó un antes y un después, y casi veinte años después sigue sonando como recién sacado del horno.


Ladies and gentlemen, Wild Wood
(spotify)
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miércoles, 7 de abril de 2010

Passion For Acoustics - Town Called Malice



En 1981 Paul Weller vio la luz, y la luz le mostró el camino del northern soul. Por aquel entonces Weller era el líder del grupo The Jam, con el que logró resucitar el movimiento mod triunfando en Reino Unido, así como en buena parte de Europa; sin embargo, nunca llegaron a conquistar el mercado estadounidense debido al marcado carácter británico del grupo.


Con 23 años y un buen número de éxitos a sus espaldas, Weller no estaba pasando por uno de sus mejores momentos personales. Por un lado sufría una crisis sentimental con su pareja de entonces, con frecuentes discusiones que le llevaron a beber más de la cuenta; a ello se sumaba la falta de motivación para con el grupo, ya que se sentía estancado y frustrado con el rumbo que llevaba. Es entonces cuando vuelve su vista al funk, al soul y al rythm&blues, a la música negra de los 60’s de los sellos Motown, Stax o Atlantic. Impone a la banda el nuevo camino y graban las canciones que conformarían su último disco de estudio, The Gift (1982). La banda estaba dando forma a su “canto del cisne” cuando, quizá sin esperarlo, dieron el bombazo con el tema más exitoso de su carrera. El primer single del álbum, un doble cara A, llegó directo al número 1 en Reino Unido y permaneció allí tres semanas; a la larga, sería el tema Town called Malice el que perduraría en la memoria colectiva, gracias en parte a su inclusión en anuncios, películas y videojuegos.

Los primeros compases de la canción son tremendamente característicos: la línea de bajo, sospechosamente inspirada en la de You can´t hurry love de The Supremes (otro tanto había hecho, una octava por encima, Elvis Costello en su tema Love for tender) da la entradilla al órgano, que bien podría haber salido de cualquier canción de The Spencer Davis Group. Cuando ya nos tiene cautivados y, como si del mismísmo Billy Elliot se tratara nuestros pies ya se movieran al compás por voluntad propia, Weller canta con su característica voz y nos pone los pies en el suelo con una letra que se mueve entre lo cotidiano y lo costumbrista, diciéndonos que nos olvidemos del pasado (Stop apologising for the things you’ve never done) y que vivamos (‘Cos time is short and life is cruel / But it’s up to us to change). Paul Weller afirmó que la letra trataba sobre experiencias de su adolescencia en Woking, su ciudad natal.

La versión que traemos aquí apareció publicada como último corte en el disco Days of speed (2001) de Paul Weller, grabado en directo en la gira en acústico que dio tras Heliocentric. En él se hace acompañar únicamente por su guitarra acústica y desgrana buena parte de su repertorio incluyendo otros temas de The Jam como That’s entertainment o English Rose. En esta toma la musicalidad pierde enteros sin la instrumentación original del mismo modo que el tempo es sensiblemente más lento que en la versión de The Jam, pero resulta innegable que el fraseo y la garra de Weller salvan el tema con solvencia.