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sábado, 29 de junio de 2013

Joaquín Sabina - Recopilatorio MIMS

Esta entrada fue proyectada en un principio con el título de Joaquín Sabina en cinco discos, pero mi incapacidad por seleccionar los mejores trabajos de entre su discografía han terminado por hacerme cambiar el enfoque a un recopilatorio de canciones. Tengo que decir en mi defensa que tuve claro desde el comienzo tres de esos cinco discos fundamentales, que habrían sido el doble directo Joaquín Sabina y Viceversa, Física y Química y, el tercero en discordia, 19 Días y 500 Noches. El primero de ellos lo elegí por ser un perfecto resumen de su primera época en formato de directo, mientras el segundo y el tercero son dos puntales claros de su discografía sin apenas desperdicio.


El problema vino después con las dos vacantes que tenía que designar. Por un lado, me es casi imposible poder elegir entre Yo, Mí, Me, Contigo y Esta Boca Es Mía, dos discos de los noventa que están prácticamente al mismo nivel, aunque nunca he podido verlos como discos redondos. Si me quedaba con uno de ellos, descartaba poder hablar de las mejores canciones del otro. Y luego, también dudaba entre Hotel Dulce Hotel y su último álbum hasta la fecha, Vinagre y Rosas. Hotel Dulce Hotel tiene una primera parte magistral, pero una cara B con varias canciones horrendas. Vinagre y Rosas por su parte es la recuperación artística más reivindicable desde 19 Días y 500 Noches, pero tampoco tenía claro si merecía ser nombrado en detrimento de cualquiera de los otros álbumes que he mencionado. En resumen, como cualquier elección me habría hecho descartar discos de cuyas canciones me habría gustado hablar, he terminado creando un enésimo Recopilatorio MIMS con las que son para mí las veinte mejores canciones de Joaquín Sabina.

Alguno se habrá sorprendido de que, a estas alturas, muestre sin el menor pudor mi gusto por la música de alguien como Joaquín Sabina. Tengo que decir en mi defensa que nunca me he avergonzado de que me guste la música de este hombre, de hecho escribí a principios de 2010 una extensa reseña en este blog sobre su nuevo álbum Vinagre y Rosas. Me considero una persona moderadamente ecléctica y entre mis gustos pueden convivir en perfecta armonía gente como los Beatles, Bob Dylan o incluso Joaquín Sabina. Mucha gente me ha dicho que no lo soporta porque es un progre de manual, otros que lo han visto en cualquiera de sus entrevistas podrán tacharlo de prepotente y cualquier malpensado podrá llegar a la conclusión de que si sus discos tienen tanto éxito en España, será por que hay que meterlo a la fuerza en el mismo cajón que gente como Alejandro Sanz o Pablo Alboran.


En defensa de Joaquín diré que no veo porque en su legado artístico tienen que interferir sus ideales políticos o sus prepotentes peroratas sobre literatura. La verdad es que me revienta un poco que en sus conciertos intercale poesías y demás milongas, aunque razón no le falta para considerarse a sí mismo como uno de los mejores escritores de versos de este país. Sin embargo, por ese motivo he dejado de escuchar sus discos de conciertos, para no tener que aguantarle cuando se sube al púlpito a declamar poesía entre canción y canción. En cuanto a que es un músico con un gran éxito entre el gran público, me parece algo que juega más a su favor que en contra. El hecho de que alcance el número 1 con todos sus discos dice mucho en favor del poco buen gusto que pueda detectarse en la gente de país.

Volviendo a su discografía, he dejado claro desde un principio que no es un músico que se prodigue en obras redondas. Tengo claras las tres que nombré al principio, pero el resto de sus álbumes no suelo aguantarlos de una tacada. Eso si, en cada uno de sus trabajos siempre hay garantías de que al menos tres o cuatro canciones serán absolutamente memorables.

Y finalmente, me gustaría sacar a colación otro aspecto de Joaquín Sabina como compositor... ¿es cierto que compone sus canciones en su totalidad o se limita a meter los textos como hace Morrissey? Es algo que personalmente no tengo muy claro, aunque me parece que antes del doble directo Joaquín Sabina y Viceversa las canciones de sus discos eran suyas propias en totalidad. Algo después, a finales de los ochenta, empezó a colaborar con sus músicos y compañeros Pancho Varona y Antonio Garcia de Diego en la creación de casi todos sus temas. Desde entonces se ha convertido en una práctica habitual y la mayoría de sus canciones publicadas en las dos últimas décadas vienen coescritas por él y sus dos colaboradores. Curiosamente, el inicio de ese mano a mano entre ellos llevó a Joaquín al momento cumbre de su carrera, en el que era capaz de enlazar éxito tras éxito (desde Física y Química hasta 19 Días y 500 Noches).


Después de escuchar y reescuchar su discografía durante varios años, me he hecho un esquema mental algo rudimentario con el que podría dividir su carrera en varias etapas. Por supuesto, su primer disco llamado Inventario queda fuera de cualquier clasificación por lo sui generis en comparación con el resto de su obra. Su verdadero álbum debut como el músico que todos conocemos es Malas Compañías y esa primera etapa de su carrera se extiende hasta El Hombre del Traje Gris. Ahí se encuentra el grueso de sus primeros trabajos, con el doble directo Joaquín Sabina y Viceversa como punto de inflexión a partir del cual cosecha éxito tras éxito a nivel nacional. 

Su segunda etapa atesora lo mejor de toda su discografía. Aunque empieza mal con Mentiras Piadosas, continúa con el soberbio Física y Química, enlazando Yo, Mi, Me Contigo con Esta Boca Es mía y, aún con el breve bajón de Enemigos Íntimos, culmina con 19 Días y 500 Noches. Después de este álbum, empieza esa tercera etapa de su carrera posterior al marichalazo (como él lo suele llamar). Este episodio de mala salud le afectó tanto a nivel personal que cambió su modo de vida y en consecuencia hizo que se resintiera su producción musical tanto en cantidad como en calidad. Dímelo en la Calle nos traerá otro puñado de buenas canciones, pero ya no será igual, porque el álbum parece hecho a retazos entre canciones cedidas y colaboraciones con Santiago Segura. En Alivio de Luto parece tan desenfocado como en el traspiés ochentero de Mentiras Piadosas. Y finalmente, Vinagre y Rosas. Este último álbum se reivindica como una recuperación en toda regla, un disco que le ha quedado tan bien como Esta Boca Es Mía, pero no al nivel de sus mejores obras.

Esta parrafada iba a ser una mera introducción para hablar de las canciones del recopilatorio, pero al haberme extendido tanto, creo que os voy a dejar directamente con el enlace para aquellos que queráis escucharlo. Remarcar solamente que, de los 20 temas que conforman esta playlist, mi top 3 particular estaría formado por Amor Se Llama el Juego (de Física y Química), Más de Cien Mentiras (de Esta Boca Es Mía) y El Rock And Roll de los Idiotas (de Yo Mi Me Contigo).

martes, 19 de enero de 2010

Joaquín Sabina - Vinagre y Rosas


Vinagre y Rosas es el esperado nuevo álbum de Joaquín Sabina. Según parece, es la primera vez desde 19 Días y 500 Noches que ha terminado contento con el resultado final. Hay que tener en cuenta que la primera década del siglo XXI no le ha dado muchas satisfacciones musicales, ya que los dos álbumes publicados antes de este último trabajo no tuvieron el éxito esperado, quizá entre otras cosas porque no lo merecían. Dimelo en la Calle tenía varias canciones excelentes como No Permita La Virgen, La Canción Más Hermosa del Mundo, 69.G o Lagrimas de Plastico Azul, pero el resto del álbum contenía temas ya publicados por otros interpretes (Peces de Ciudad, Semos Diferentes) o cortes no tan relevantes como los ya mencionados. De Alivio de Luto, su último álbum hasta ahora, no puedo hablar, ya que no lo he escuchado ni lo escucharé (tampoco me lo han recomendado precisamente).

A sus cuarenta y veinte años, Joaquín Sabina afirma que Vinagre y Rosas es su mejor álbum de estudio en años. El músico reconocía hace poco en una entrevista vivir una época tan placentera con su pareja desde hace casi una década, la fotógrafa peruana Jimena Coronado, que no encontraba muchas cosas sobre las que hablar en sus canciones. Comentaba hace poco a la edición española de Rolling Stone que de una ruptura sentimental puedes sacar cien canciones, pero que del bienestar amoroso que vive actualmente poco tiene que decir (aunque se está de puta madre). El caso es que su colaborador en los textos para este álbum, Benjamín Prado, si rompió hace poco con su pareja de toda la vida y Sabina decidió llevárselo de viaje a la ciudad de Praga para animarlo. Allí se gestó el grueso de los textos de Vinagre y Rosas, quizá beneficiado por todos los argumentos que Prado tenía que liberar de su cabeza.

Si Joaquín Sabina no tuviera ya sesenta años, no lo diría, pero el disco en conjunto guarda un tono crespuscular parecido al resurgimiento de Bob Dylan en 1997 con Time Out Of Mind. La mayoria de las canciones son temas amargos y oscuros que hablan despechados de relaciones pasadas desde diferentes enfoques. Incluso las colaboraciones con Pereza, que se suponía iban a inyectar algo de brío para iluminar algunas partes del álbum, se vuelven misóginas en Tiramisú de Limón o Embustera. Y a pesar del discurso monotemático, quizá influido por Benjamin Prado, el disco en conjunto es muy disfrutable. He estado enganchado a él durante varias semanas y, aunque hay algunas partes que se me hacen aburridas, el porcentaje de canciones que me hacen levantar la ceja sorprendido es muy elevado. Al leer varias críticas de este disco como lo mejor de su autor desde 19 Días y 500 Noches, me propuse revisitar este álbum para establecer que había de cierto en esa comparación. No es una afirmación exagerada, pero principalmente porque sus dos anteriores trabajos son demasiado mediocres, no porque el nuevo disco sea tan bueno como la obra magna de toda su discografía. 19 Días y 500 Noches sigue siendo aún el imbatible mejor trabajo de toda su carrera, la cima del periodo más fructífero que vivió durante la década de los noventa, donde enlazaba clásico tras clásico.

El álbum abre con una de sus mejores bazas, Tiramisú de Limón. La música es de Pereza y el texto guarda frases tan esperanzadoras como aquella coda final donde se repite varias veces "que sepas que el final no empieza hoy". Viudita de Clicquot tiene quizá las mejores estrofas del álbum, pero decepciona con esos estribillos que rompen la canción en francés y a fuerza de trueno. Virgen de la Amargura (con guiño final al Norwegian Wood de los Beatles) es también otro de los temas más sobresalientes, con un registro tan distinto del cancionero de Sabina que parece musicada por cualquier otra persona menos él, quizá por uno de sus habituales colaboradores, Pancho Varona o Antonio García de Diego. Embustera también es otra canción que llama la atención por sus soberbios estribillos y una letra que sorprende en varios momentos ("la muerte es solo la suerte con una letra cambiada"). Para terminar mi repaso por lo mejor del álbum, destacar finalmente la típica canción algo más movida que Sabina suele colar al final de todos sus discos (como ya ocurrió en El Blues De Lo Que Pasa En Mi Escalera, No Sopor... No Sopor... o Como Te Digo Una Co Te Digo La O): el corte en cuestión se llama Crisis y está al mismo nivel que las ya mencionadas. Te saca una sonrisa en cada una de sus frases y... como se pega la condenada. El resto de temas guarda ecos del estilo ya logrado en dos canciones emblemáticas del álbum 19 Días y 500 Noches, A Mis Cuarenta y Diez y Donde Habita el Olvido, tono crepuscular y melancólico, sobrios en instrumentación.

El álbum en general merece varias escuchas para saborearlo como merece, preferiblemente acompañado de una buena taza de café.


Post dedicado a mi hermana, que me pidió una reseña no hace poco. Para Mayca, con todos los besos ;)