Rescato esta serie para animar un poco el patio a base de mala uva. Como ya se insistió en ocasiones anteriores, estas reseñas a discos con los que no congeniamos tiene un punto de atrevimiento y muchos puntos de realidad. Por eso, avisamos antes: lo que a continuación van a leer puede herir su sensibilidad en función de si les gusta o no cada disco. Simplemente responden al gusto particular de quien escribe y solo se desprende de ello la noble intención de abrir un debate. El prestigio como grandes discos, ya lo tienen y yo, simple mortal, no se lo voy a quitar. Faltaría mas.
Muse - Absolution (2003).
En este caso concreto, confieso que escondo mucha bilis dentro de mi. Por lo tanto no voy a ser muy objetivo. No soporto a Muse y su música. Y no lo digo a bote pronto fruto de un calentón, sino con cierto conocimiento de causa. Los he visto dos veces en directo y todavía no me he recuperado de semejante dosis de ampulosidad, pretenciosidad y vacío. Absolution pasa por ser considerado su mejor disco. Lo tengo en casa (comprado hace unos años mal que me pese) y en su día lo escuché a regañadientes de forma constante para encontrar ese sonido tan especial que decían que tenían los británicos. Lo que para mi si que tienen es bastante cara y lo que no es talento. No piensan así los miles de personas que llenan los estadios donde actúan, claro. Igual el equivocado soy yo. Supongo que algún día se les explotará el globo de ego en el que se hayan subidos y acabaran por darse la gran ostia (con perdón). En cualquier caso, no puedo con ellos. Se nota, verdad?
Beck - Odelay (1996).
Un disco al que he dado multitud de escuchas, pero que no acabo de verle su calidad, que seguro que la tiene. De Beck me quedo con el maravilloso Sea Change de 2002, pero Odelay (considerado por muchos, uno de los mejores discos de los años noventa) creo que no está hecho para mi. Demasiados claro-oscuros, demasiada retórica sonora, demasiados estilos indefinidos... Cada vez que lo escucho intento concentrarme en él pero no consigo dar con la tecla. Admiro a Beck y creo que es un compositor inteligente, currante y atrevido y queramos o no ha inventado un universo propio y un estilo muy reconocible. Pero Odelay, no es lo mío. Quizás en otra vida pueda encontrarle su punto.
Pulp - Different Class (1995).
Lo comentado para Muse un poco mas arriba podría extrapolarlo a este grupo escocés. Adquirí este album arrastrado por la ola del Come On People y del BritPop, ya que por entonces discos como ParkLife, Dog Man Star o Definitely Maybe me habían impactado mucho, pero en contra de la opinión generalizada, este Different Class no me dijo nada. Intento abstraerme del personaje insufrible de Jarvis Cocker, pero ni con esas. En muchos sitios he leído que este es el gran disco de aquello que se llamó Brit Pop, pero yo siento no compartir esa percepción, a pesar del indudable gancho del tema comentado y de la moda que entonces imperaba. Lo siento, pero paso.
Tommy - The Who (1969).
Y bueno, llegamos a Tommy. Uno de los discos mas decepcionantes de mi vida. Descubrí la música de The Who gracias a discos tan memorables como Who´s Next y Quadrophenia, de los que estuve muy colgado durante mucho tiempo. A sabiendas que existía otra obra maestra en su discográfica (Tommy) me tomé con calma la primera escucha por aquello de album conceptual, la historia que cuenta y bla bla bla. Esa primera escucha no pudo ser mas decepcionante. Y las intentonas posteriores tampoco me descubrieron ese gran album que leía y oía comentar que era. Irremediablemente le dí carpetazo hace ya unos años y lo dí por imposible. Conozco a mucha gente que le fascina este album, pero yo soy de los que piensan que quizás es uno de los discos mas sobrevalorados de su época. Los mejores Who, para mi gusto, vinieron justo después.
Parafraseando a Lennon en Help!, cuando era mucho más joven de lo que soy ahora, descubrí que existían álbumes cuyas canciones giraban en torno a una temática concreta o incluso contaban una historia de principio a fin con personajes y todo lo demás. Esto me parecía fascinante, una vuelta de tuerca al arte de crear música. Durante bastante tiempo sentí un gran respeto por aquellos grupos que se atrevían con proyectos así, lamentándome de que mis adorados Beatles no hubieran creado nunca una obra de similares características (nunca me creí lo de Sgt. Pepper).
En mi época más hardcore me autoimponía escuchar aquellos álbumes llamados conceptuales de principio a fin, ya que era necesario respetar el concepto original establecido por el artista. ¿Escuchar una canción suelta? No, hombre. Sería un horrible crimen, porque esa canción está enmarcada dentro de una obra global y pierde parte de su significado si la escuchas aislada. Ahora echo la vista atrás y me lamento de la cantidad de morralla que me trague sin necesidad, porque a esto del álbum conceptual le veo más el plumero a medida que pasan los años.
Pink Floyd
He llegado a esa conclusión sin apenas darme cuenta, viendo que ya no escucho esos discos de principio a fin, limitándome a picotear dando saltos entre las canciones que verdaderamente me interesan (ahora Lilywhite Lilith, después salto acrobático hacia The Lamia y doble mortal cayendo con estilo en The Colony Of Slippermen... por poner un ejemplo). No digo que ahora reniegue de todos ellos, pero al final lo que nos queda es la música y, en la mayoría de las ocasiones, los discos conceptuales no aguantan el paso del tiempo por ser víctimas de su propia pretenciosidad.
Podriamos hacer una pesada cronología sobre el álbum conceptual en la historia del rock, pero para eso la wikipedia es ideal. Aquí encontraréis un artículo muy interesante sobre el tema. Esta entrada va por otros derroteros, básicamente poner en evidencia todas las incongruencias del álbum conceptual y restar importancia a tanta grandilocuencia.
En primer lugar, me gustaría hacer una pregunta. Un grupo de chicos de veintitantos años que publica un álbum sobre la incomunicación o cualquier otro tema de altos vuelos, ¿tiene realmente algo interesante que decir? Ese puede ser el fallo endémico del álbum conceptual, que el músico crea que sus opiniones sobre cualquier tema son importantes, que piense que es necesario comunicar su punto de vista a toda la sociedad haciendo de filósofo a precio de saldo. El mejor ejemplo de lo que hablamos fue el primer álbum del grupo Genesis, un disco conceptual llamado From Genesis To Revelation que hacia un recorrido por nada menos que los capítulos del Antiguo Testamento de la Biblia. Años después, Peter Gabriel hablaba de ese álbum como un ejemplo de la pretenciosidad más absoluta. Los miembros del grupo no pasaban de los veinte años, el mismo Gabriel tenía diecinueve añitos.
Emerson, Lake And Palmer
¿Puede que la prensa y el fanatismo hayan alentado ese comportamiento? Siempre me ha resultado inexplicable el interés del público por dar tanta importancia a las opiniones del músico de rock. Los Beatles se sorprendían de que les preguntarán por la guerra de Vietnam, Bob Dylan es consultado sobre lo divino y lo humano en casi todas sus entrevistas. El hecho de que conmuevan con sus canciones no da a sus opiniones sobre temas de importancia más validez de la que puedan tener.
La temática del álbum conceptual suele ser algún que otro tema universal, preferiblemente de perogrullo por aquello de quedar bien con todo el mundo, aunque también puede contar una historia rocambolesca como la del álbum Tarkus de Emerson, Lake & Palmer (una supuesta lucha entre dos bestias llamadas Tarkus y Manticore, a ver si alguien me puede explicar la metáfora). Discos como The Wall de Pink Floyd o Tommy de The Who hablan de la incomunicación, The Lamb Lies Down On Broadway de Genesis trata sobre la búsqueda de la propia identidad, Dark Side Of The Moon de Pink Floyd versa sobre los problemas del hombre moderno y Wish You Were Here de la locura de Syd Barret, el exiliado primer líder del grupo. Sin embargo, el álbum conceptual no es exclusivo del rock progresivo: Pet Sounds de los Beach Boys es descrito como una oración al amor de juventud y Ziggy Stardust de David Bowie cuenta los pormenores de la llegada a la Tierra de un extraterrestre mesiánico. El listado presentado aquí es impresionante, todos son grandes álbumes, pero estoy seguro de que lo habrían seguido siendo de no contar con un hilo conductor. Valga como ejemplo el mejor álbum de The Who, Who's Next: de los pocos trabajos del grupo que no es una obra conceptual, surgido precisamente de la criba de otro proyecto inacabado que si lo era, Lifehouse.
¿Tenéis 20 minutos de nada? Os dejo con Jethro Tull parodiando todo lo que rodea a un álbum conceptual con su Thick As A Brick (Denso Como un Ladrillo).
El rock progresivo es proclive a ser asociado con el álbum conceptual. ¿Porqué? Puede que los largos desarrollos instrumentales sirvan de gran ayuda para completar los vacios, ya que no hay nada como un buen instrumental para rellenar donde no se sabe que diablos intercalar. El doble álbum The Lamb Lies Down On Broadway de Génesis desarrolla su segundo disco colocando instrumentales a diestro y siniestro, ya que las canciones que tenían en un principio habrían ocupado tan sólo una de las caras del segundo vinilo.
Y ahora toca hablar del sacrificio artístico que le supone a un compositor encajar una canción dentro de una temática a la que tiene que ceñirse. Los Beatles podían componer a la soledad en Eleanor Rigby para después salirse por la tangente con un tema infantil como Yellow Submarine. En un disco conceptual no puedes hacer eso tan alegremente, tienes que ceñirte en la medida de lo posible al hilo argumental. Es decir, si seguimos una historia debemos crear canciones en el tono en el que son requeridas, de manera que el propio músico coarta su libertad artística.
Genesis, con Peter Gabriel vestido de mamarracho
Aquí habría que recordar el viejo proverbio... ¿fue antes el huevo o la gallina? Es decir, ¿el álbum conceptual surge después de ver que todas las canciones tratan de temas similares o tiene el compositor que seguir las pautas según una idea preconcebida? Lo acertado sería seguir la primera opción, es más, creo que grandes álbumes como Dark Side Of The Moon o Pet Sounds han tenido la fortuna de nacer como tales sin ningún esfuerzo. En cambio, la mayoría de los álbumes conceptuales de grupos como The Kinks parecen haber sufrido un doloroso parto para quedar de una pieza. Al menos esa es la sensación que a mí me queda, con síntomas tan claros como la inclusión de temas de relleno entre grandes canciones, por no hablar de esa sensación de musical de Broadway en algunos de los cortes por aquello de dar dramatismo a la historia. La "canción" que finaliza el álbum The Wall de Pink Floyd, The Trial... ¿era realmente necesaria? ¿alguien la ha escuchado alguna vez deleitándose en sus aspectos musicales?
Viendo la cronología de wikipedia, podemos ver que el álbum conceptual alcanzó su cima a principios de los setenta. Fue entonces cuando el rock se hizo adulto y tomo plena consciencia de su importancia, a veces en demasía. El álbum como concepto parece surgir de la necesidad de dar más importancia al LP como obra artística frente al formato single a finales de la década de los sesenta, maniobra bastante inteligente que daba más dinero a las discográficas, a pesar de ser presentado como un medio para alcanzar niveles artísticos más elevados (no es lo mismo vender 100.000 Lps que 100.000 singles).
Con aquello de "es una obra indisoluble, si sacamos singles sería un sacrilegio", muchos grupos y discográficas aumentaban sus cuentas bancarias a una velocidad nunca vista (si el éxito acompaña, claro). No quiero ser mal pensado, pero ese podría ser el kit de la cuestión. El grupo puede estar formado por lerdos que no saben sumar 2 + 2, pero como tienen cierta maña en la composición y van a publicar un álbum lleno de perogrulladas... pues nada, lo vendemos sin singles argumentando que se hace para respetar la obra en su conjunto y bla, bla, bla. El que quiera conseguir tal canción que compré el Lp pagando por todo el pack.
Yes
Con géneros como el punk, tendencias tan pretenciosas quedaron exiliadas del panorama musical. Incluso ahora con la llegada de Internet nos dicen que el single volverá a vivir una nueva edad de oro similar a la que vivió en la década de los cincuenta, dejando al álbum como un soporte físico obsoleto. La cuestión es que todo es cíclico y con los años puede ocurrir cualquier cosa. ¿Quién le iba a decir a un punk de finales de los setenta que, treinta años después, Green Day iba a columpiarse con un álbum conceptual llamada American Idiot? Quizá dentro de varios años, igual me da por recuperar aquella costumbre de escuchar los discos conceptuales de principio a fin. Valgan estos dos posts para reflexionar un poco sobre todo esto.
Aprovechamos una nueva entrada para dar carpetazo al Beefeater In-Edit Festival, al que ya dedicamos una primera entrada a propósito del documental The Sacred Triangle que puedes leer aquí. Dentro de la amplia programación, bastante centrada en homenajear en la presente edición a Murray Lerner, servidor acudió a los pases de tres documentales más:
George Harrison - Living in the material world
Como buen beatlémano, mi presencia era obligada. Puede decirse que la palabra que mejor define a este documental es "bonito"; también el término "emotivo" resulta bastante apropiado aquí pero, como puede tener una connotación negativa al entenderse como lacrimógeno y no es así, prefiero no usarlo.
Pese a durar casi 3 horas y media, no es una biografía exhaustiva, ya que no se dedica a detallar su vida, ni sus logros musicales, ni profundiza en casi ningún tema. ¿Qué es entonces este documental? Es más bien una semblanza del beatle tranquilo: nos cuentan a grandes rasgos hechos importantes en su vida y en su carrera, y las personas más cercanas a él nos cuentan cuál ha sido la huella que George dejó en ellos. No importan los hechos aquí, sino la persona que hay detrás.
Testimonios de primer nivel: mujeres, hijo, familia, y muchos compañeros y conocidos: Paul y Ringo desde luego, Clapton, Yoko Ono, Klaus Voorman y Astrid, los PythonsTerry Gilliam y Eric Idle, Tom Petty, Ray Cooper (de los más afectados), Phil Spector (impresionante, ya veréis), Jackie Stewart... Algunos testimonios, como no podía ser de otra forma, son grabados: los del propio George (del Anthology), Neil Aspinall, Billy Preston... El que todos sus amigos se vuelquen aquí, como ya ocurriera en el Concert for George, creo que resulta bastante significativo y es buena muestra de la calidad humana de George. Hay también alguna ausencia notable, al menos en mi opinión, siendo la más destacable la del WilburyBob Dylan (tampoco recuerdo que apareciera Jeff Lynne, pero en la ficha de imdb aparece, así que puede ser una mala jugada de mi maltrecha memoria).
En resumen, un bonito documental que haciendo honor al homenajeado resulta muy espiritual. Imágenes y videos que al menos servidor no conocía, una buena banda sonora de fondo que hace un buen seguimiento a su carrera (tanto en solitario como en sus bandas), y un guión inteligentemente planteado. Scorsese sale triunfante de esta empresa. Imprescindible para todos los melómanos y muy especialmente para los seguidores de The Beatles.
Ray Davies - Imaginary Man
Para mi toda una sorpresa este modesto documental sobre el líder de The Kinks. Es prácticamente una conversación entre Ray Davies y Julien Temple (quién también realizó otro documental sobre Dave Davies, aunque no lo vi), una relajada reflexión de Ray sobre lo que suponen para él The Kinks, el trabajo de compositor y la fama. Si uno espera una biografía al uso se llevará una decepción desde luego, así que prefiero aclararlo: esta película es más bien algo minimalista, una deliciosa retrospectiva contada en voz baja.
Lo cierto es que Ray Davies, por lo visto en el documental, me resultó un tío de lo más simpático. Además de esa fina ironía tan inglesa, del estilo de la de Harrison que comentamos más arriba, sus extravagancias y su forma de ser me resultaron totalmente cautivadoras. Es la anti-estrella del rock, un tipo que en el mismo documental reconoce "es genial ser alguien como yo, prácticamente nadie me reconoce por la calle". Es un tipo con los pies en el suelo, que a pesar del éxito y el dinero siempre ha vivido en el mismo barrio en que creció de niño (se compró una mansión cuando triunfó con The Kinks, pero la vendió al poco tiempo para volver a su anterior casa), que no cayó en los excesos habituales de los rockeros, ni nada de nada...
Un tipo de lo más normal, aunque resulte curioso observarlo paseando sin dejar de cantar ni por un instante. A sus pies Mr. Davies.
Amazing Journey - The Story of The Who
Al contrario del anterior film, esta sí es lo que podríamos definir como una biografía convencional sobre The Who. En dos horas nos ponemos al corriente de las andanzas de los miembros del mítico grupo británico.
Realizado en 2007, tan solo cuenta con la participación de Daltrey y Townshend, únicos miembros vivos de la banda. Cuenta asimismo con los testimonios de managers (actuales y anteriores), familiares y algún que otro amigo. En el aspecto negativo, la elección de los otros músicos que intervienen en el documental dando su testimonio y rindiendo pleitesía: ¿en serio que no había nadie mejor que Sting, Noel Gallagher o The Edge que se prestara a aparecer?
Por lo demás, un correcto film que hace gala de un más que abundante material videográfico, una buena estructura narrativa y, sin conocer previamente su biografía, me da la impresión que no tratan de nadar y guardar la ropa: no se cortan a la hora de explicar sus adicciones, enfrentamientos, excesos, escándalos, etc... Es más, me resultó sorprendente la mala relación entre Daltrey y los otros tres músicos (o más bien al revés, entre los otros tres y Daltrey), y cómo el mismo Townshend no se corta a la hora de menospreciarlo. También hay momentos divertidos, cuando no hilarantes, sobre todo cuando está Keith Moon de por medio (como cierta aparición en la televisión estadounidense en la que explota el bombo de la batería con fuegos artificiales, impresionante).
Un buen documental, al fin y al cabo, con el que disfrutar de una gran banda.
El rock progresivo es proclive a ser asociado con el álbum conceptual. ¿Porqué? Puede que los largos desarrollos instrumentales sirvan de gran ayuda para completar los vacios, ya que no hay nada como un buen instrumental para rellenar donde no se sabe que diablos intercalar. El doble álbum The Lamb Lies Down On Broadway de Génesis desarrolla su segundo disco colocando instrumentales a diestro y siniestro, ya que las canciones que tenían en un principio habrían ocupado tan sólo una de las caras del segundo vinilo.
Y ahora toca hablar del sacrificio artístico que le supone a un compositor encajar una canción dentro de una temática a la que tiene que ceñirse. Los Beatles podían componer a la soledad en Eleanor Rigby para después salirse por la tangente con un tema infantil como Yellow Submarine. En un disco conceptual no puedes hacer eso tan alegremente, tienes que ceñirte en la medida de lo posible al hilo argumental. Es decir, si seguimos una historia debemos crear canciones en el tono en el que son requeridas, de manera que el propio músico coarta su libertad artística.
Genesis, con Peter Gabriel vestido de mamarracho
Aquí habría que recordar el viejo proverbio... ¿fue antes el huevo o la gallina? Es decir, ¿el álbum conceptual surge después de ver que todas las canciones tratan de temas similares o tiene el compositor que seguir las pautas según una idea preconcebida? Lo acertado sería seguir la primera opción, es más, creo que grandes álbumes como Dark Side Of The Moon o Pet Sounds han tenido la fortuna de nacer como tales sin ningún esfuerzo. En cambio, la mayoría de los álbumes conceptuales de grupos como The Kinks parecen haber sufrido un doloroso parto para quedar de una pieza. Al menos esa es la sensación que a mí me queda, con síntomas tan claros como la inclusión de temas de relleno entre grandes canciones, por no hablar de esa sensación de musical de Broadway en algunos de los cortes por aquello de dar dramatismo a la historia. La "canción" que finaliza el álbum The Wall de Pink Floyd, The Trial... ¿era realmente necesaria? ¿alguien la ha escuchado alguna vez deleitándose en sus aspectos musicales?
Viendo la cronología de wikipedia, podemos ver que el álbum conceptual alcanzó su cima a principios de los setenta. Fue entonces cuando el rock se hizo adulto y tomo plena consciencia de su importancia, a veces en demasía. El álbum como concepto parece surgir de la necesidad de dar más importancia al LP como obra artística frente al formato single a finales de la década de los sesenta, maniobra bastante inteligente que daba más dinero a las discográficas, a pesar de ser presentado como un medio para alcanzar niveles artísticos más elevados (no es lo mismo vender 100.000 Lps que 100.000 singles).
Con aquello de "es una obra indisoluble, si sacamos singles sería un sacrilegio", muchos grupos y discográficas aumentaban sus cuentas bancarias a una velocidad nunca vista (si el éxito acompaña, claro). No quiero ser mal pensado, pero ese podría ser el kit de la cuestión. El grupo puede estar formado por lerdos que no saben sumar 2 + 2, pero como tienen cierta maña en la composición y van a publicar un álbum lleno de perogrulladas... pues nada, lo vendemos sin singles argumentando que se hace para respetar la obra en su conjunto y bla, bla, bla. El que quiera conseguir tal canción que compré el Lp pagando por todo el pack.
Yes
Con géneros como el punk, tendencias tan pretenciosas quedaron exiliadas del panorama musical. Incluso ahora con la llegada de Internet nos dicen que el single volverá a vivir una nueva edad de oro similar a la que vivió en la década de los cincuenta, dejando al álbum como un soporte físico obsoleto. La cuestión es que todo es cíclico y con los años puede ocurrir cualquier cosa. ¿Quién le iba a decir a un punk de finales de los setenta que, treinta años después, Green Day iba a columpiarse con un álbum conceptual llamada American Idiot? Quizá dentro de varios años, igual me da por recuperar aquella costumbre de escuchar los discos conceptuales de principio a fin. Valgan estos dos posts para reflexionar un poco sobre todo esto.
Parafraseando a Lennon en Help!, cuando era mucho más joven de lo que soy ahora, descubrí que existían álbumes cuyas canciones giraban en torno a una temática concreta o incluso contaban una historia de principio a fin con personajes y todo lo demás. Esto me parecía fascinante, una vuelta de tuerca al arte de crear música. Durante bastante tiempo sentí un gran respeto por aquellos grupos que se atrevían con proyectos así, lamentándome de que mis adorados Beatles no hubieran creado nunca una obra de similares características (nunca me creí lo de Sgt. Pepper).
En mi época más hardcore me autoimponía escuchar aquellos álbumes llamados conceptuales de principio a fin, ya que era necesario respetar el concepto original establecido por el artista. ¿Escuchar una canción suelta? No, hombre. Sería un horrible crimen, porque esa canción está enmarcada dentro de una obra global y pierde parte de su significado si la escuchas aislada. Ahora echo la vista atrás y me lamento de la cantidad de morralla que me trague sin necesidad, porque a esto del álbum conceptual le veo más el plumero a medida que pasan los años.
Pink Floyd
He llegado a esa conclusión sin apenas darme cuenta, viendo que ya no escucho esos discos de principio a fin, limitándome a picotear dando saltos entre las canciones que verdaderamente me interesan (ahora Lilywhite Lilith, después salto acrobático hacia The Lamia y doble mortal cayendo con estilo en The Colony Of Slippermen... por poner un ejemplo). No digo que ahora reniegue de todos ellos, pero al final lo que nos queda es la música y, en la mayoría de las ocasiones, los discos conceptuales no aguantan el paso del tiempo por ser víctimas de su propia pretenciosidad.
Podriamos hacer una pesada cronología sobre el álbum conceptual en la historia del rock, pero para eso la wikipedia es ideal. Aquí encontraréis un artículo muy interesante sobre el tema. Esta entrada va por otros derroteros, básicamente poner en evidencia todas las incongruencias del álbum conceptual y restar importancia a tanta grandilocuencia.
En primer lugar, me gustaría hacer una pregunta. Un grupo de chicos de veintitantos años que publica un álbum sobre la incomunicación o cualquier otro tema de altos vuelos, ¿tiene realmente algo interesante que decir? Ese puede ser el fallo endémico del álbum conceptual, que el músico crea que sus opiniones sobre cualquier tema son importantes, que piense que es necesario comunicar su punto de vista a toda la sociedad haciendo de filósofo a precio de saldo. El mejor ejemplo de lo que hablamos fue el primer álbum del grupo Genesis, un disco conceptual llamado From Genesis To Revelation que hacia un recorrido por nada menos que los capítulos del Antiguo Testamento de la Biblia. Años después, Peter Gabriel hablaba de ese álbum como un ejemplo de la pretenciosidad más absoluta. Los miembros del grupo no pasaban de los veinte años, el mismo Gabriel tenía diecinueve añitos.
Emerson, Lake And Palmer
¿Puede que la prensa y el fanatismo hayan alentado ese comportamiento? Siempre me ha resultado inexplicable el interés del público por dar tanta importancia a las opiniones del músico de rock. Los Beatles se sorprendían de que les preguntarán por la guerra de Vietnam, Bob Dylan es consultado sobre lo divino y lo humano en casi todas sus entrevistas. El hecho de que conmuevan con sus canciones no da a sus opiniones sobre temas de importancia más validez de la que puedan tener.
La temática del álbum conceptual suele ser algún que otro tema universal, preferiblemente de perogrullo por aquello de quedar bien con todo el mundo, aunque también puede contar una historia rocambolesca como la del álbum Tarkus de Emerson, Lake & Palmer (una supuesta lucha entre dos bestias llamadas Tarkus y Manticore, a ver si alguien me puede explicar la metáfora). Discos como The Wall de Pink Floyd o Tommy de The Who hablan de la incomunicación, The Lamb Lies Down On Broadway de Genesis trata sobre la búsqueda de la propia identidad, Dark Side Of The Moon de Pink Floyd versa sobre los problemas del hombre moderno y Wish You Were Here de la locura de Syd Barret, el exiliado primer líder del grupo. Sin embargo, el álbum conceptual no es exclusivo del rock progresivo: Pet Sounds de los Beach Boys es descrito como una oración al amor de juventud y Ziggy Stardust de David Bowie cuenta los pormenores de la llegada a la Tierra de un extraterrestre mesiánico. El listado presentado aquí es impresionante, todos son grandes álbumes, pero estoy seguro de que lo habrían seguido siendo de no contar con un hilo conductor. Valga como ejemplo el mejor álbum de The Who, Who's Next: de los pocos trabajos del grupo que no es una obra conceptual, surgido precisamente de la criba de otro proyecto inacabado que si lo era, Lifehouse.
¿Tenéis 20 minutos de nada? Os dejo con Jethro Tull parodiando todo lo que rodea a un álbum conceptual con su Thick As A Brick (Denso Como un Ladrillo).