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viernes, 23 de enero de 2015

Memorias de Neil Young - El Sueño de un Hippie


Tal y como hizo Bob Dylan con el primer volumen de Crónicas, Neil Young publicaba este año en castellano su esperada autobiografía. Tenía muchas ganas de leerla ya que, a la espera de la publicación de Shakey de Jimmy McDonough, sigue sin existir la obra literaria que haga justicia al legado de un músico tan importante como Neil Young. Me llevé una gran sorpresa a finales de septiembre, porque el libro cayó en mis manos como regalo de aniversario nada menos. Tardé algunas semanas en ponerme con él, ya que estos últimos meses se me han ido acumulando varios libros sobre literatura rock como ya me ocurrió el año pasado por las mismas fechas.

Como biografía, lo que Neil Young ha entregado a su editora es fiel reflejo de sí mismo. Y, sinceramente, no sé si ésto que digo es una alabanza o un defecto. Los que conocen la música de Young, sabrán que no hablamos precisamente del músico más coherente y detallista a la hora de publicar su trabajo. Tonight's The Night, por ejemplo, es lo más crudo y descuidado que puedes echarte a la cara, tomando elementos de aquí y allá para conformar una obra heterogénea que funciona sólo si llegamos a aceptarla como tal. Cuando he dicho que el libro que nos ocupa es fiel reflejo de su autor, me refiero a que mantiene esos mismos elementos que han sido constantes en su obra musical. O lo tomas o lo dejas. Young no se preocupa por dártelo todo mascado, de hecho toma elementos de aquí y allá soltándolos cuando le apetece o dejándose llevar por el hilo de sus propios pensamientos. Y ésto para el fan debe ser un regalo caído del cielo, ya que pocas veces un seguidor tiene la oportunidad de meterse a tanta profundidad en la cabeza de su ídolo.

Durante su lectura, he tenido la sensación de que el músico no se ha sentado frente al teclado ni una sola vez para escribir, ya que el texto parece la transcripción directa de un testimonio registrado en grabadora portátil. Digo ésto porque el libro no tiene un hilo conductor o un orden coherente y las frases subordinadas brillan por su ausencia. Neil Young como escritor, si se le puede llamar así, es disperso en su discurso y directo en expresar sus ideas. Tan disperso que los capítulos (e incluso los párrafos) no siguen un orden cronológico y saltan constantemente de un año a otro: desde la década de los noventa a su infancia en Canada, desde los tiempos con CSN hasta un día cualquiera en el que intenta escribir algo para este libro en cuestión, etc. Un caos absoluto que despistaría a cualquiera que no conozca minimamente su obra. De hecho, el músico ni se molesta en anunciar el año al que va a referirse y por el mismo contexto tienes que averiguar a que época de su vida se refiere. Esto a veces es complicado de intuir hasta bien entrado en el capítulo y al lector no le queda más remedio que dejarse llevar hasta que surge la frase que enmarca por fin la acción en el marco temporal pertinente.

La sinceridad descarnada que en ocasiones destila el libro contrasta mucho con el afán promocional de sus proyectos más inmediatos. Me explico. Por una parte, sorprenden los testimonios del músico acerca de asuntos tan espinosos como la muerte de Danny Whitten, la minusvalía de sus propios hijos o situaciones desagradables de las que se arrepiente acerca del férreo control que ejerce sobre sus proyectos o los despidos que ha ejecutado entre su personal a lo largo de los años. Hay que tener en cuenta que Neil Young emplea a muchas personas trabajando para él y reconoce no tener demasiada piedad ante un fallo o un descuido que pueda afectar a su obra (por ejemplo, que los masters de un álbum no se hayan grabado con la calidad exigida). Por otra parte, resulta muy molesto ese afán por promocionar Pono (antes Puretone) y Lincvolt, aquellos proyectos en los que ha estado enfrascado estos últimos años. El libro intercala con demasiada frecuencia capítulos escritos expresamente para publicitar ambos artefactos. Para aquellos que no lo sepan, Pono es un reproductor de música que da la oportunidad al oyente de escuchar música digital con la misma calidad que la de los masters originales. Lincvolt, por su parte, es un coche eléctrico con el que Young intenta luchar contra la contaminación y las industrias petrolíferas.

Los automóviles retro y las maquetas de trenes aparecen con mucha frecuencia en estas páginas. Young posee una gran colección de coches antiguos comprados y restaurados, de hecho tuvo un mecánico trabajando a jornada completa durante décadas en los vehículos que se iba agenciando. Sorprende cierta escena actual en la que Young duda sobre si hacer click o no a la compra de un automóvil por internet (al final lo compra). En cuanto a las maquetas de trenes, sorprende la profundidad de sus conocimientos sobre el tema. De hecho, es socio de una empresa dedicada a la comercialización de estos productos y se implica mucho en ofrecer ideas para añadir mejoras e innovaciones a las distintas piezas. Cuando habla de Lincvolt no parece controlar tanto sobre el tema y da la sensación de que ese proyecto en concreto está abocado al fracaso. De hecho, no sé como un músico puede siquiera plantearse competir con los departamentos I + D de la industria automovilística fabricando un coche eléctrico.

Amigos que fallecieron, vivencias varias, aficiones y pasiones, etc. Aquel que espere encontrar en este libro un análisis exhaustivo de su obra musical va a estrellarse contra un muro. Cualquiera que haya leído algo sobre literatura rock, sabrá de primera mano que el que peor y con más deficiencias puede hablar de álbumes o canciones es el propio autor de las mismas. Neil Young tiene una memoria portentosa para indicarte en que momento de su vida compuso tal o cual tema, pero no esperes un análisis a conciencia que satisfaga a los hardcore fans. Ellos mismos pueden hacer suposiciones y conjeturas más interesantes que el propio músico.

No me gustaría terminar esta reseña sin hablar de la mala traducción realizada para la edición en castellano. El texto está plagado de fallos garrafales que podrían haberse solucionado con una simple revisión. En resumen, más trabajo para el lector que, además de adivinar de que diablos está hablando Young, tiene que pelearse con palabros que no existen o que se repiten incomprensiblemente. No entiendo un texto tan descuidado, cuando el traductor en cuestión dispuso de casi un año entre la edición original y la publicada a principios de este año en castellano.

lunes, 1 de septiembre de 2014

5 Obras maestras que se retrasaron


The Beatles - Let It Be (1970)


Let It Be fue el último álbum publicado por los Fab Four, pero no fue el último que grabaron como grupo. Tal honor corresponde a Abbey Road, el auténtico epitafio del grupo, mientras Let It Be es el sucesor natural al White Album. Let It Be tardó más de año y medio en ser publicado debido a lo difícil que suponía en aquella época sacar algo aprovechable de sus sesiones de grabación. El proyecto fue abandonado por los Beatles cuando comenzaron a trabajar en Abbey Road y Phil Spector fue el elegido por Lennon a posteriori para sacar algo en claro de aquellas cintas. Su solución fue ocultar con orquestaciones los fallos técnicos del grupo en la ejecución de sus temas, hecho que enfado a McCartney precipitando aún más el anuncio oficial de la separación del grupo. Let It Be siempre ha tenido fama de ser el peor álbum de los Beatles, aunque yo discrepo con esta afirmación. With The Beatles, Beatles For Sale o la BSO de Yellow Submarine se merecen ese dudoso honor. Tras la publicación del Naked, las canciones del periodo Let It Be han sacado pecho para reivindicarse al mismo nivel que el mejor material de los de Liverpool.
by Manuel J


Neil Young - Tonight's the Night (1975)

Las canciones de Tonight's The Night surgen de las entrañas de Neil Young tras el fallecimiento de su compañero en Crazy Horse Danny Whitten y su roadie Bruce Berry, ambos victimas del consumo de drogas y del rock´n´roll way of life. Young reune a Ralph Molina y Billy Talbot junto a Nils Lofgren y Ben Keith para registrar en los Studio Instrumental Rentals una serie de intensas maquetas sumergidas en tequila y humo de marihuana. La discográfica espera un nuevo Harvest y rechaza el indigesto material de su rutilante estrella. Dos años después, tras regresar de la triunfal gira de 1974 con CSNY, Young registra los temas que conformarían su nuevo álbum cuyo título iba a ser Homegrown. Después de presentarlo a varios de sus amigos en una escucha privada, la cinta con el nuevo material continúa girando y saca a relucir el tortuoso material rechazado por la discográfica años atrás. Los presentes apoyan a Young diciéndole que ese debería ser su siguiente álbum. Reprise termina cediendo y aquellas crudas maquetas se completan con otros temas añadidos a posteriori como Borrowed Tune y el directo Come On Baby Let's Go Downton. Tonight's The Night está repleto de temas ejecutados de forma penosa (quizá fue aquí donde surgió el lo-fi por primera vez), pero también es una obra maestra que retrata de forma inmejorable el descenso a los infiernos de su autor.
by Manuel J


Prince - The Black Album (1994)


Durante los seis años que mediaron entre su grabación en 1987 y su edición oficial en 1994, el Black Album de Prince se convirtió en uno de los discos bootleg mas buscados de todos los tiempos. De hecho, por unas primeras copias que se dieron a conocer, se llegaron a desembolsar importantes cantidades de dinero, solo por el placer de escuchar las nuevas ideas de un genio que en aquella época todo lo que tocaba lo convertía en oro. The Black Album es el disco intermedio entre la excelencia de Sign´O The Times y la exuberancia de Lovesexy. De hecho, este ultimo, se grabó por el descontento que a Prince le había supuesto el resultado de Black Album y que se había negado a publicar. Pero el disco negro fue carne de coleccionistas y de muy diversas leyendas. Con su edición oficial en 1994 se nos descubrió un disco de claro poso experimental, muy negro en sonidos y texturas y que mostraba a un Prince muy alejado de la música que facturaba en aquellos años. De hecho, hoy día, aun se me hace difícil situarlo en un contexto determinado dentro del conjunto de su legado.
by Mansion


Bob Dylan - The "Royal Albert Hall" Concert (1998)

Tuvieron que pasar la friolera de treinta y dos años para que el legendario concierto del Royal Albert Hall (celebrado en realidad en el Free Trade Hall de Manchester) fuera asimilado por la discografía oficial de Bob Dylan. Después de la publicación del primer bootleg series de 1991 dedicado a temas inéditos de toda su carrera, pasaron siete años hasta dar luz verde a esta cuarta entrega en la que se recogía el concierto más importante de la trayectoria del músico. La calidad de la grabación es exquisita en su mayor parte, aunque hay algún que otro cambio brusco de sonido debido a que el doble álbum se compone de tres fuentes distintas de grabación. Dylan realiza una ejecución perfecta en el show acústico y se muestra intratable en el eléctrico, plantando cara al fan que lo llamó Judas en aquel mítico instante de la historia del rock. No sé cuantas veces habré escuchado este concierto, aunque tengo que reconocer que siento predilección por el primer CD con la parte acústica. La parte eléctrica es más apreciable teniendo en cuenta el contexto histórico en el que se encuentra, pero tengo que rendirme ante interpretaciones tan increíbles como las de Visions Of Johanna o Desolation Row.
by Manuel J


Brian Wilson - Smile (2004)

Cualquier aficionado la música conoce la historia del que ha sido quizás, el álbum oculto mas famoso de todos los tiempos. Tras la excelencia de Pet Sounds, Brian Wilson, en un ejercicio de ambición que pocas veces se ha dado a lo largo de la historia de la música popular, ideó lo que el llamó: La Sinfonía Pop definitiva. El no va mas. Good Vibrations, la obra maestra que resultó de aquellas primeras y largas sesiones, no dejaba lugar a la duda. Smile era el disco que lo iba a cambiar todo. Extrañamente, Wilson no acababa de terminar con el trabajo y las sesiones de grabación se fueron extendiendo durante meses. Incluso la ambición y perfeccionismo de su autor llevó a los colaboradores con los que trabajaba a situaciones realmente extrañas como trabajar en un estudio lleno de arena o entrar a grabar con cascos de bombero. La salida al mercado del single de los Beatles Strawberry Fields/Penny Lane fué el colofón a todo ello. Como Wilson recordaba: "Eso era lo que estaba buscando y los Beatles ya lo habían conseguido". Esta situación (además del LSD, del que venía abusando desde 1965) llevó a Brian a un colapso nervioso del que jamás se recuperó del todo y a Smile al baúl de los recuerdos. En 2004, rescató en una nueva versión los contenidos de ese álbum. Desde luego no es la excelencia que se prometía pero escuchando esta versión tardía si podemos darnos cuenta de lo que Wilson pretendió y casi logró. En 2011 salieron a la venta de forma oficial las míticas y originales Smile Sessions, y ahí es donde apareció en toda su grandeza.
by Mansion

lunes, 7 de abril de 2014

Passion For Acoustics - Transformer Man

Los que seguimos fielmente la trayectoria musical de Neil Young, sabemos que la década de los ochenta fue un período en el que el músico canadiense no ofreció lo mejor de si mismo. Las razones de aquel bache creativo, fueron muchas y variadas, y quizás en otra entrada valdrá la pena analizarlas. De aquella serie de discos fallidos, sobresale (ya desde su portada) el album Trans de 1982, sin duda, uno de los discos mas vilipendiados de su carrera. Junto a Landing On The Water (1986), estoy seguro que es el album del canadiense peor valorado por sus seguidores. Ahora bien, creo que se han cargado las tintas en exceso con aquel extraño disco, muchas veces sin saber valorar el estado emocional en que su autor se encontraba durante los primeros años de la década de los ochenta.

Neil con su hijo mayor Zeke en brazos.
La realidad vital que atenazaba a Young tras el nacimiento de su segundo hijo Ben, hizo que su obra editada durante aquellos años se resintiera y no estuviera a la altura de su legado de la década anterior. Recordemos que Young es padre de tres hijos, dos de los cuales (el primero y el segundo) Zeke y Ben, sufren parálisis cerebral, muy acentuada sobre todo en el caso del mas joven, Ben, fruto de la relación con su actual esposa, Peggy Young. Los médicos que atendieron aquella circunstancia, no podían creer que una situación tan especial se hubiera repetido en un mismo progenitor. De hecho, las estadísticas que entonces se manejaban era de un caso entre un millón. Neil Young sufrió aquella experiencia por duplicado, llevándole a un período de incomprensión y posterior depresión.

Todo un drama personal que afectó mucho al autor y que obligó a Young a dedicar sus esfuerzos a sus hijos en mucha mayor medida que a la música. Motivados por aquella situación, Peggy y Neil, crearon la afamada escuela Bridge School, un centro donde profesores y padres dedican todos sus esfuerzos a la atención, tratamiento y educación de niños en la misma situación de incapacidad e invalidez que los hijos de Young. Una escuela que también originó un festival de música de celebración anual por donde han pasado todas las mayores estrellas del rock. Una cita maravillosa de la que hace unos años se editó un fantástico DVD (que desde aquí recomendamos) recogiendo varias de esas actuaciones y un emotivo y hermoso documental sobre la escuela.

Neil con Ben, el segundo de sus hijos, ante la tierna mirada de Peggy.
Por otro lado, tampoco sus conflictos con David Geffen, dueño de la compañía Geffern Records con la que Neil acababa de firmar un jugoso contrato, ayudó a mejorar la situación. Años de indefinición musical, desorientación creativa y mucho sufrimiento en lo personal. De aquello nacieron discos como TransUn album extraño en sonoridades y con una producción que lastra muchas de las buenas ideas que contiene. Sobresale el uso del entonces novedoso Vococer. Un aparato que servia a Young como principal vía de comunicación con su hijo Ben y que al mismo tiempo distorsionaba la voz del usuario. La utilización de esta herramienta en el disco incomoda mucho su escucha, pero uno no puede desligarlo de la situación personal que entonces vivía Young y de alguna manera acabas por entenderle e intentas disfrutar de forma empática con las canciones.

De todas ellas, destaca por méritos propios Transformer Man. O mejor dicho, acabó destacando pero mas de diez años después de su inclusión en Trans. Young, en 1993, volvía a atravesar un nuevo período de gran creatividad, desvinculado de David Geffen y reimpulsado por las nuevas generaciones gracias a discos tan sobresalientes como Freedom o Ragged Glory. Y aprovechando la moda de los famosos y lucrativos MTV Unplugged, decidió rescatar y transformar esta olvidadísima canción en el repertorio que ofreció aquel día en los estudios del afamado canal de TV. Recogida en su edición en Cd, la versión que Young nos ofrece de un tema tan gélido como Transformer Man es una delicada pieza acústica, emotiva y ensoñadora, al estilo de las incluidas en su reciente album Harvest Moon. Sin duda, la pieza estrella de este recomendable album en directo y que logró que muchos echáramos la mirada atrás hacia aquel disco olvidado y fallido de 1982.

lunes, 24 de febrero de 2014

Ignacio Juliá - Neil Young · En el Ojo del Huracán


La bibliografía en castellano sobre Neil Young es bastante escasa para tratarse del músico que muchos aficionados comparan frecuentemente con el mismísimo Bob Dylan. Yo no podría hacer esa equivalencia con el genio de Duluth porque la música del canadiense no me dice tanto como para situar a ambos al mismo nivel. Muchas veces me he preguntado porque no empatizo con la música de Neil Young tanto como me gustaría. Conozco a mucha gente con buen criterio musical y a juzgar por sus comentarios parece que me estoy perdiendo a un músico de un increíble nivel. Yo siempre lo he visto más como un músico de canciones que de álbumes y puede que ese sea el motivo por el que no puedo considerarlo tan grande como me dicen que es. Old Man, Don't Let It Bring You Down, My My Hey Hey... son canciones que me parecen fascinantes, pero no hay un sólo álbum de Neil Young del que sea un rendido devoto.

Retomando la escasez de libros en castellano sobre su obra, me viene a la memoria el infame Una Leyenda Desconocida de Christian Aguilera. Un libro que compré con mucha curiosidad y que terminé por dejar debido a la intrincada forma de escribir de su autor. Buscando por Internet he encontrado otro libro publicado en 2011 llamado Shakey: La Biografía de Neil Young de Jimmy McDonough. Poco puedo decir de él, ya que desconocía su existencia hasta ahora mismo. El amigo Mansion me regaló hace algunos años un pequeño libro perteneciente a la colección Guías Efe Eme escrito por Javier Márquez y titulado Neil Young - El Rockero Indómito, en el que se hace un interesante repaso por la discografía del músico disco a disco. Sin embargo, el primer libro en castellano centrado en la figura de Neil Young se remonta a un año tan lejano como 1993. Ignacio Juliá, fundador y co director actual de la revista Ruta 66, escribió Neil Young - En el Ojo del Huracán, una obra literaria que cubría con justicia un hueco que era necesario llenar en la literatura rock de este país. El libro del que estamos hablando se encuentra actualmente descatalogado, pero el amigo Bruno tuvo la gentileza de prestármelo para que lo pudiera leer.

Neil Young & Crazy Horse

En el Ojo del Huracán tiene una estructura narrativa bastante original, ya que sigue un hilo principal en el que habla de la carrera del músico en solitario, pero intercala capítulos denominados flashbacks con la finalidad de tratar las sobresalientes etapas del músico con Buffalo Springfield o Crosby, Stills & Nash. Estos flashbacks mantienen el interés por la lectura, ya que los esperas con ganas incluso cuando te encuentras en una etapa tan poco interesante como la mitad de la década de los ochenta. En dichos flashbacks se tratan también temas tan interesantes como la figura del padre de Neil Young (un reconocido escritor canadiense ya fallecido) o, el menos interesante de todos, la carta de un amigo personal del escritor en la que se describe un concierto del músico junto a Booker T. & The MG's.

Ilustrado profusamente con fotografías en blanco y negro, el libro tiene una maquetación que recuerda al medio en el que el Ignacio Julia siempre se ha movido, la prensa musical especializada. Así, rara es la página en la que no aparezca una frase destacada del texto en los márgenes como suele ocurrir en los artículos de cualquier revista. Tengo que admitir que el libro me ha enganchado bastante y lo he terminado en muy pocos días. El autor escribe con claridad y consigue el objetivo que se propone, que es contar de forma interesante y adictiva la carrera musical del canadiense. Al detenerse en cada álbum se echa de menos algo de profundidad en el análisis, llegando a dedicar muy pocas líneas a varios trabajos que merecían reseñas más trabajadas. A pesar de esto, se puede decir a su favor que es consecuente con lo que dice y hace críticas negativas cuando la situación o las canciones lo requieren. Incluso una obra como Harvest recibe alguna que otra puya justificada y razonada. Lo peor del libro sin duda alguna es que da por finalizada la historia del músico poco antes de 1992. Un álbum como Harvest Moon no aparece reseñado y, teniendo en cuenta que ahora nos encontramos en el año 2013, se quedan en el tintero veinte años de la carrera del músico, un periodo que casi equivale al narrado en el libro sobre Young en solitario. No estaría de más una nueva edición revisada y con nuevo contenido para cubrir ese enorme hueco vital del músico.

Me gustaría destacar finalmente un aspecto secundario, pero lleno de encanto que he descubierto en las últimas páginas del libro: cupones de venta por correo e información sobre la editorial. Algo que ya no se ve gracias a los medios de comunicación actuales, pero que nos retrotraen a un tiempo en el que la música y la información se vivían a otro ritmo más pausado. No digo mejor, pero diferente.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Top 5: 1989, año de resurrecciones.

A aquellos a los que les gusta (y conocen) la historia de la música, no se les pasa por alto que 1989 fué el año que vió renacer creativamente a varios de los músicos mas importantes de los sesenta y de los setenta. Por multiples razones, los años ochenta (década que defiendo en lo musical, por cierto) sentaron muy mal a músicos del calibre de los aquí expuestos. Quizás el cambio drastico en los metodos de produccion, la aparición de muchos estilos nuevos y el lógico devenir de los nuevos tiempos, hizo que muchos de estos ilustres nombres acabaran perdiendo el norte entregando discos fallidos y propuestas incoherentes. Algunos de ellos estuvieron a punto incluso de emborronar por completo su brillante pasado y caer en el mas absoluto de los olvidos. Afortunadamente, a finales de la década, muchos de ellos volvieron a recuperar su sino y a entregar discos importantes que volvieron a dinamizar su carrera y a situarles en el lugar que merecían. Son cinco discos de cinco nombres. El orden en este caso es simplemente una preferencia personal. No es trascendente.

5. Paul McCartney - Flowers In The Dirt.


Paul McCartney es con toda seguridad el músico con mayor presencia en el blog desde su creación. Yo me considero un profundo admirador del ex-Beatle aunque no llego al nivel de conocimiento de mis tres compañeros de redacción. En cualquier caso, hay discos de Paul en solitario que son discos de cabecera para un servidor, y aunque Flowers In The Dirt no es ninguno de esos, si que creo que fué el album con el que McCartney se reconcilió con crítica y público tras unos años de extraña zozobra creativa. Aquí es el gran Elvis Costello el que le ayuda a levantar la cabeza y tras unas sesiones junto al otro genio británico, consiguió entregar varias composiciones de mérito. Cuatro concretamente. Sobresale entre ellas la tremenda My Brave Face, tema que enseguida te hace expresar en tu cara una sonrisa de satisfaccion mientras la escuchas. McCartney dando otra vez en la diana. Del resto del album destacaría a gusto personal cosas como Put It Here, Figure Of Eight, This One o That Day Is Done. Insisto que no es para mi un disco básico de la carrera de Paul, pero está claro que sirvió de perfecto revitalizante de una carrera que no tenia un horizonte muy claro a corto plazo.

4. The Rolling Stones - Steel Wheels.


Caso similar al anterior de Paul McCartney, aunque en los Stones, las propias desavenencias entre Jagger y Richards son las que casi acabaron con el grupo a mediados de los ochenta, poco después del exito del album Tattoo You (1981). El empecinamiento de Jagger por triunfar en solitario generó un terremoto interno que resintió los cimientos de la banda de rock mas grande del mundo. Y eso se reflejó en discos como Undercover (1983) o  Dirty Work (1985), trabajos sin alma y totalmente prescindibles. Solo la intervención de Ronnie Wood hizo que las dos estrellas volvieran a colaborar juntos y como antaño. El resultado fué este Steel Wheels con el que volvieron a primera linea de rock y cuya consiguiente gira demostró que lejos de estar acabados, los Stones estaban dispuestos a afrontar con energía una segunda juventud. Mixed Emotions, Rock And A Hard Place, Sad Sad Sad, Slipping Away, Can´t Be Seen o Blinded By Love nos devolvían a unos Stones renacidos y listos para la batalla. El disco no ha soportado el paso del tiempo tan dignamente como Tattoo You (por ejemplo) pero consiguió salvar los muebles, que no es poco.

3. Bob Dylan - Oh Mercy.


En el caso de Bob Dylan, creo que el gran mérito de su resurrección creativa, hay que atribuirselo en gran medida al productor del disco: Daniel Lanois. Se conoce que fué Bono de U2 quien recomendó al maestro de Duluth que se agenciara al brillante Lanois para producir sus nuevas canciones. Acierto absoluto. Solo hace falta escuchar el disco y compararlo con los inmediatamente anteriores (los flojísimos, por no decir indignos, Knocked Out Loaded y Down In The Grove) para darse cuenta de ello. Y no digo nada si a uno le da por escuchar las versiones que el maestro incluyó en el Bootleg Series Vol.8 Tell Tale Signs, que en muchos casos superan en calidad a las registradas en el propio album. Oh Mercy es un discazo del genio, y contiene canciones realmente maravillosas, y muy propias del particular estilo de su autor. Ring Them Bells, Everything Is Broken, la maravillosa Most Of The Time, Disease of Conceit o la apertura brutal de Political World. Dylan vuelve a entregar un disco homogeneo y a la altura de su talento. En los noventa recuperaría aun muchas mas sensaciones positivas para acabar entregando la obra maestra que es Time Out Of Mind.

2. Lou Reed - New York.


De todos los aquí citados, puede que el ya eterno Lou Reed fuera el que menos se "autolesionó" creativamente en los ochenta. Por ejemplo, en 1982 entregó uno de mis favoritos de toda su carrera, el fantastico The Blue Mask y en 1983 el mas que reivindicable Legendary Hearts. Pero para que engañarnos, también quedaban lejos los tiempos de Transformer, Coney Island Baby o Street Hassle. Las drogas aquí hicieron mucho daño. New York compensó con creces todo aquello. Y en este caso, Reed no se andó con florituras. Esto es una resurrección en toda regla ya que New York es, contemplando el conjunto de su obra, una de sus cimas creativas. Todo en este disco es formidable. En el aspecto lírico volvió a demostrar que cuando hablamos de Reed hablamos de uno de los mejores poetas del rock. Y en el musical, algo parecido. Discazo lleno de momentos gloriosos como Romeo Had Juliette, Dirty Blvd, There Is No Time, Last Great American Whale, Sick of You, Hold On etc... Lou Reed vuelve a sonar como el mejor Lou Reed. Aquí no hay mas debate. 

1. Neil Young - Freedom.


A mediados de los ochenta la figura musical de Neil Young se volvió casi irreconocible y practicamente todo el mundo le daba por perdido para la causa. Ni siquiera discos tan hermosos y genéricos como Old Ways (1985) le salvaban de caer una y otra vez al fondo del pozo. Para 1986 con Landing On The Water, la cosa ya no parecía tener solución. Pero Young es un genio y Freedom, le sacó de las catacumbas de donde se hayaba metido desde Reactor (1981) y Trans (1982), delvolviendonos al genio tan crudo y a la par tan brillante como en los tiempos de Rust Never Sleeps (disco de 1979 con el que Freedom tiene mas de una similitud). Todavia era capaz de parir himnos generacionales (Rockin' in the Free World), deliciosas melodias acusticas (Hangin' on a Limb), adictivos trallazos rock (No More), intensas baladas (Ways Of Love, Wrecking Ball) y hasta tenia tiempo para proponer guiños springsteenianos (Someday). Disco mayusculo, de entre mis grandes favoritos de su obra, y que demostró que Young volvía para quedarse y ademas, si cabe, para recuperar el trono perdido: Ragged Glory (1990).

martes, 19 de noviembre de 2013

Top 5: los peores cantantes que más nos gustan

Lo cierto es que no dejamos de admirarnos y destacar tal o cual cantante por sus dotes vocales o por alguna interpretación espectacular; no hace falta que ponga ningún ejemplo concreto, cada cual estará pensando en algún que otro portento (cada uno tendrá sus preferencias), de esos que no admiten discusión alguna. Pero luego ocurre que hay otro tipo de intérpretes que, ¡ay!, como artistas no hay duda que tienen talento de sobra, pero precisamente de voz andan más bien escasos, de estas veces que tú piensas "qué pena, si cantara mejor...".

Hoy hablaremos de algunos de estos artistas que nos encantan pero que, ironías de la madre naturaleza, no nacieron con las cuerdas vocales que sin duda habrían merecido. Realmente no es que piense que les haga falta una voz diferente, pues con el cambio su obra sería también otra y la historia tampoco sería la misma, pero sí que no les hubiera ido mal un poco de más afinación o mayor registro vocal en algún caso concreto.

Jimi Hendrix

El mismo Hendrix vivió siempre acomplejado por su voz, tan limitada como ilimitado era su dominio de las seis cuerdas. El zurdo de Seattle de hecho fue, al principio de su carrera, bastante reacio a cantar ya que se sentía muy inseguro delante del micrófono. Y aunque un poco de razón no le falta, lo cierto es que su estilo tan personal (hay ocasiones en que más que cantar casi rapea, como por ejemplo en Castles made of sand) es parte de su encanto. Solo cuando intentaba forzar un poco la voz era cuando dejaba más al descubierto sus limitaciones; aún así, su suave timbre y su fraseo tan característico han calado en los oídos de sus seguidores y parece impensable escuchar sus canciones con otra voz que no sea la suya. Por otro lado, hay ocasiones donde su trabajo vocal no está nada mal: en Long Hot Summer Night hace un juego de armonías bastante bien acabado.

Castles Made of Sand by Jimi Hendrix on Grooveshark

Dr. John

A sentido del ritmo, garra, sentimiento e intensidad pocos ganarían al viejo Mac, de eso no hay duda. Ahora bien, a la hora de cantar... en fin. Dr. John tiene una voz no muy agraciada, las cosas como son: viene a ser una mezcla entre voz humana y graznido de cuervo estreñido. Luego, en cuanto a insuflarle swing y soul a su interpretación, chapeau, pero el timbre de su voz rota no es precisamente agradable. Uno de sus mejores momentos de siempre para servidor, la hípermítica Tipitina, es una muestra de cómo las carencias de sus dotes vocales las suple con la fuerza y sentimiento de la interpretación.

Tipitina by Dr. John on Grooveshark

Lou Reed
 

El bueno de Reed tenía una bonita voz, profunda, con un timbre agradable. Su problema era (joder, hablar en pasado de él por el momento cuesta) sin embargo su escasísimo rango vocal, motivo por el cual su manera de cantar es extremadamente plana, casi que declamara sus letras en lugar de cantarlas. Tan limitado registro no le impedía, sin embargo, atreverse con casi todo y rocanrolear sin dudar ni un instante; en los temas movidos, sin embargo, es donde su poca expresividad resulta más patente. En sus últimos años, algo normal, perdió la poca voz que tenía y su registro era más limitado si cabe. Aún así, su tremenda personalidad y estilo tan personal son absolutamente icónicos.

I’m So Free by Lou Reed on Grooveshark

Bob Dylan

¿Cómo no iba a aparecer el de Duluth en un listado de este tipo? No entraremos a valorar el timbre su edad provecta sino que nos limitaremos a cuando aún era un intérprete solvente: su voz, demasiado nasal y punzante, puede incluso a veces resultar un tanto molesta. Pero probablemente, bajo sus letras y su eterna capacidad de reinventarse, su forma tan peculiar de cantar sin duda contribuyó en parte a redefinir el folk rock americano en la década de los sesenta: es de ese tipo de cantantes que, quizá por sus limitaciones, cuando uno lo oye lo ves cercano a ti y de este modo sientes más lo que dice que cómo lo dice.

Rainy Day Women #12 & 35 by Bob Dylan on Grooveshark

Neil Young

No vamos a negarlo: Neil es uno de los más grandes, un coloso, pero su voz es demasiado frágil y quebradiza, con ese semi-falsete al que nos hemos acostumbrado pero que choca de inicio. Además, su afinación es en muchos casos más que deficiente. Me ocurrió cuando lo escuché por vez primera (desde luego que conocía su nombre y trayectoria, y quizá por eso esperaba un vozarrón a lo Springsteen o a lo Jagger, qué se yo), cuando su débil voz me intrigó y cautivó casi tanto como sus tremendas canciones, estableciendo un tipo de conexión con el oyente que va más allá del virtuosismo, basada en la honestidad y entrega.

Speakin’ Out by Neil Young on Grooveshark

miércoles, 5 de junio de 2013

CSNY - DVD: Deja Vu.


Aunque en un simple vistazo puede parecer que la política ha sido un pilar fundamental en las temáticas y contenidos de muchas de las canciones de Neil Young, si observamos la obra en su conjunto, nos daremos cuenta que realmente no ha sido así. Si, efectivamente ahí están Ohio, Southern Man o Let´s Roll, pero en general y en contra de lo que pueda parecer, salvo esos casos puntuales (y pocos mas), Neil Young no es un músico que pueda responder a ese perfil de músico protesta como si lo han hecho de forma mas habitual gente como Bruce Springsteen o el propio Bob Dylan. Incluso, si echamos la vista atrás, se pueden encontrar algunos episodios en la carrera del canadiense que pueden llevar a la confusión y a no tener una opinión claramente formada sobre su opinión o ideología política.

Pero todo ello se intensificó durante la pasada década y como lógica reacción a la política llevada a cabo por George Bush hijo. El tema Let´s Roll, dedicado al 11S, su participación en la gira Vote For Change de 2004 y el álbum Living With War de 2006, cambiaron por completo el escenario e incluso el animo de Neil Young. Me quería detener en ese disco de 2006, dedicado en exclusiva a la injusta guerra de Irak y que Young grabó de forma impulsiva y consecuente tras tener constancia del sufrimiento que esa guerra estaba generando entre mucha gente. El álbum, es sin duda uno de mis favoritos de su autor de los últimos tiempos y lo escuché compulsivamente interiorizando su música y sus letras hasta tener bastante constancia de lo que Young sentía y pretendía contarnos en ese momento de su vida. Quizás estemos hablando de uno de los ejercicios de valentía civica mas importantes que se han dado dentro de la música popular en los últimos tiempos. 


Lejos de conformarse con editar un álbum tan polémico y atrevido como Living With War, Young convenció a sus viejos camaradas David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash para embarcarse en una gira americana conjunta y así poder defender en vivo los temas del álbum. Con toda la intención y mala uva, denominaron a esa gira Freedom Speech Tour. El tour, dominado por los temas del disco, contaba ademas con el inevitable paralelismo historico de la guerra de Irak con la de Vietnam. En ese contexto, una canción como Ohio podía volver a causar el mismo efecto que tuvo en su dia y volverse aún mas vigente.

De aquella gira, se editó un álbum en directo y una película denominada Deja Vu y que dirigió el propio Neil Young. Esta pelicula tiene todo lo que en un principio puedes pedir a un documental como este. Buena edición, buenas imagenes, entrevistas de los implicados fuera y dentro del escenario, grandes momentos emocionales, buena música, el ineviatable pellizco nostalgico, la mala leche tan necesaria, etc...Sin duda, un artefacto imprescindible para conocer lo que se coció en esa gira, en el estudio durante la grabación del disco y sobre todo, entre muchos de los que vivieron la guerra de forma directa. El documental compagina momentos musicales con entrevistas personales a supervivientes y familiares del conflicto, todo tratado de forma sutil pero sin dejar de lado el punto de denuncia para el que fué diseñado.


Poderosos resultan algunos testimonios, y reacciones del publico asistente a los conciertos cuando el grupo atacaba la canción Let´s Impeach de President. Reacciones que iban desde la sentida ovación hasta la repulsa y abandono del concierto por parte de la audiencia mas afín a las ideas de Bush. El grupo, con Neil a la cabeza, asume ese riesgo y lo entiende, pero no por ello dejan de decir lo que piensan y de tocar esas canciones con energía y convencimiento. Una cosa es la musica, y otra el mensaje. Confieso también que cada vez que veo esas reacciones me quedo algo perplejo : que pensaban que iban a ver/oir sabiendo el tipo de disco que estaba en la calle y el nombre de la gira?.

Young dirige con maestria la pelicula y simultanea muy bien las entrevistas con las tomas en directo. Sin duda, su mejor acierto detras de la camara. Para un seguidor de Young como yo, la pelicula tambien contiene momentos impagables como las imagenes y tomas de la grabación del album Living With War junto con el coro que le acompañó en muchas de las canciones así como emotivas piezas al piano de temas como la propia Living With War que sirve como musica de fondo en varios de los pasajes. Todo muy destinado al publico americano mas cercano a las ideas de Young (y por ende, en contra de la guerra de Irak) pero no por ello deja de ser interesante y muy disfrutable para el resto de seguidores del canadiense. Desde luego, quien quiera ver el lado mas acustico y amaestrado de Young, esta no es la mejor opción (ahí esta Heart Of Gold) pero quien quiera conocer lo que pensaba, hacia y decia en los años de mayor turbulencia politica reciente en los EE.UU debe acudir a Deja Vu.


viernes, 9 de noviembre de 2012

T-RESeñas: Neil Young and Crazy Horse - Psychedelic Pill

 
ManuelLlego por los pelos a esta review conjunta para aportar mi pequeño grano de arena entre mis compañeros de blog, verdaderos fans del músico canadiense. Remarcar que no soy un fan rendido de Neil Young, me considero más bien un simpatizante con aspiraciones a fan. Conozco su discografía básica de los setenta y he escuchado muy pocos de sus trabajos posteriores a Live Rust. Mis referencias son sus obras maestras de los setenta y algunos discos más recientes como Greendale, Prairie Wind o Le Noise. En base a este marco referencial en el que puedo dividir su legado entre su etapa dorada y algunas de sus obras crepusculares, me sorprende poder decir que este Psychedelic Pill encajaría perfectamente en el grupo de sus obras clásicas de los setenta. Me entusiasma su estructura de doble álbum y, sobre todo, la desmesurada duración de varios de sus temas.

Creo que pocos músicos actuales de rock en este siglo puede atreverse con un tema como Drifting Back cuya duración roza la media hora sin que semejante handicap pueda afectar al tema a la hora de valorar su calidad. Esa frase que hace las veces de estribillo (I'm drifting back) y que se repite y repite entre soberbias partes instrumentales actúa como una especie de mantra dando la cohesión necesaria para ofrecer la imagen de canción en bloque y no lo que suele ocurrir en cortes tan extensos, que terminan viéndose como una amalgama de ideas que luego podrán encajar entre ellas o no. Tiene mucho mérito desarrollar un tema durante media hora y que no veamos truco alguno para mantenerlo durante tanto tiempo.

La duración de Driftin' Back es además el motivo principal por el que puedo haber escuchado este tema 10 veces, mientras sólo he llegado a escuchar el álbum completo 3 como mucho. Es por ese motivo que puedo soltar una parrafada sobre Driftin' Back, pero no me veo en condiciones de extenderme demasiado con el resto de los cortes. Creo que podría dividir fácilmente el álbum en dos partes, de entre las cuales la primera me parece muchísimo más potente. Dicho de otro modo, mis canciones favoritas van desde Driftin' Back hasta Born In Ontario. A partir de Twisted Road, creo que la cosa flojea, porque temas como She's Always Dancing o For The Love Of Man me parecen los más prescindibles. Mis cortes favoritos, dejando a un lado la salvajada de Driftin' Back, son Born In Ontario y Ramada Inn. Born In Ontario es uno de los temas más inmediatos, mientras Ramada Inn podría ser mi tema favorito gracias a esos estribillos cantados a coro que terminan con la voz de Young soltando aquello de she loves him so/he loves her so.

En resumen, un disco que aún estoy asimilando por lo inabarcable de su propuesta, pero que tiene todas las bazas para tocar techo en la recta final de su discografía.


Bruno: Bases potentes, riffs poderosos, guitarras desbocadas, rock en estado puro y sin adornos. El sello Neil Young y Crazy Horse es tan característico que no les haría falta firmar sus discos para que sean reconocibles. Psychedelic Pill es todo eso y más, porque a ello se les une el bagaje de 40 años de camaradería y la pasión común que les une. Hay que dejarse llevar a lomos del caballo salvaje, e introducirse en el viaje que se nos plantea.

Ríndete y déjate llevar por el mantra eléctrico de Driftin’ Back, con su larga letanía de casi media hora, y zambúllete de lleno en el disco y nada entre los infinitos solos y los punzantes riffs con el volumen al máximo y la ganancia a tope. Porque este disco no concede tregua alguna: es hora y media a todo trapo, no hay tregua para tomar aliento. Si Americana fue un entretenimiento desechable, este trabajo es para ponerlo en la mejor balda de nuestra estantería; junto a esos discos que te han marcado, junto a Zuma o Rust Never Sleeps sin ir más lejos. Canciones como She’s Always Dancing (posiblemente mi favorita del álbum), Ramada Inn (que dura “solo” 16 minutos) o la propia Psychedelic Pill (en dos versiones, para todos los gustos) casi podemos considerarlas ya clásicos por merecimiento propio.

Están en plena forma, son los Neil y Crazy Horse de sus mejores trabajos, aquellos que nos cautivaron y hechizaron, aquellos que nos vuelan la cabeza con su magia y sus interpretaciones contundentes. Es el disco que llevábamos tanto tiempo esperando, un álbum sobresaliente, y que ahora podemos disfrutar.

¿Que dura mucho? Cojonudo entonces…


revolver: Siempre es una gran alegría saber de la publicación de un nuevo álbum de Neil Young, pero si, además, lo hace junto a los Crazy Horse la alegría es monumental. Al principio, tras las noticias que anunciaban su publicación, me inquietaba la idea de enfrentarme a un álbum excesivo en duración e intenso en contenido, pero Neil es mucho Neil y no hay que dar nada por supuesto. Las canciones que iba anticipando mediante videos me daban una idea de lo que podía venir, aunque ni de lejos me había hecho una idea acorde a la magnitud de la obra.

En conjunto parece una revisión de sus grandes momentos eléctricos, recordándome pasajes de Tonight’s The Night, Cortez The Killer, Like a Hurricane. Como si hiciera un repaso de su carrera, sus grandes canciones eléctricas están presentes en el espíritu de Psychedelic Pill.

Por destacar algún elemento entre todos, me he dedicado en las últimas escuchas a centrar la atención en el juego de guitarras que trenzan Neil y ‘Poncho’ y me deja alucinado la intensidad que le inyectan con la pila de años que llevan encima. Por poner un pero, uno solo, tal vez una duración menor de la canción inicial, Driftin’ Back, hubiera mejorado el conjunto. Aunque tengo que reconocer que a mí me encanta perderme entre las notas que le saca a las cuerdas de su ‘Old Black’. Y como epílogo a mi reflexión tengo que mencionar una frase de Joserra Rodrigo que me puso la guinda al pastel: “Las ideas en los solos le convierten en el Coltrane de la Gibson”.

Un 9 para esta gran obra.


Mansion on the Hill: Pocos podíamos presagiar, hace unos pocos meses, que Neil Young y Crazy Horse acabarian entregándonos un artefacto del calibre de Psychedelic Pill. Hagamos memoria. 2009, Fork In The Road. Los mas forofos defendimos ese disco a regañadientes, aun a pesar de la lógica consciencia de que se trataba del disco mas flojo del canadiense desde Broken Arrow. 2010: Le Noise. A mi me gusta, y mucho, su colaboración con Daniel Lanois, pero soy consciente de que a la mayoría de aficionados les dejó tocados. Expectativas no cumplidas. 2012: Neil vuelve con Crazy Horse y entrega ese pasatiempos inofensivo que es Americana. Muchos lo entendimos y disfrutamos sin aspirar a nada más, para otros fue, casi la gota que colmó el vaso de la paciencia. En definitiva pintaban bastos para el canadiense. Pero como los grandes magos, ha sabido sacar de su chistera lo que nadie (o muy pocos) esperábamos a estas alturas. Psychedelic Pill supone la quinta pata maestra del recorrido de Neil y Crazy Horse tras los títulos del 69, 75, 79 y 90. El círculo se cierra.

No es un disco fácil, ni inmediato. De denso puede apabullar, pero es Young y Crazy Horse en su más pura esencia. Pasados por un tamiz menos “ruidoso” de lo habitual, pero ofreciendo ese producto que es ya una marca de fábrica. Suena elegante, atmosférico, sinuoso y muy melódico. A gusto personal contiene las melodías mas hermosas de Young y su banda desde los tiempos de Zuma. Sin hacer un ejercicio de nostalgia que nos recordara a algo que “fue muy bueno”, nos agarra del cuello y nos invita a corroborar, una vez mas, lo buenos que son a pesar del tiempo transcurrido.

La escucha del álbum se asemeja mucho a un viaje en tren de largo recorrido. Un viaje, toda una liturgia, en la que el maquinista Young nos lleva por los vastos paisajes de Dirftin' Back para hacernos entrar de lleno en el cogollo de la obra. Hay tiempo para la nostalgia en Born In Ontario o Twisted Road, ambas arrebatadoras. Ramada Inn, quizas mi favorita, actua como columna vertebral de toda la obra, mostrándonos el mágico grado de complicidad que Young mantiene con sus camaradas a pesar de todos los años que llevan juntos. Una nueva chica de canela aparece de nuevo disfrazada en esa píldora psicodélica que da titulo a la obra mientras que For The Love Of Man es todo emoción. Un viaje largo, sentido, que termina con ese Walk Like A Giant maestro, que nos invita a bajarnos del tren y pisar suelo en la estación de llegada. Una estación que nos servirá de punto partida para coger un nuevo tren pero a un destino que solo Neil Young conoce.

Disco mayúsculo.

miércoles, 5 de enero de 2011

Christian Aguilera - Neil Young, Una Leyenda Desconocida

Hacia mucho tiempo que no comentabamos un libro en el blog. De hecho, sólo hemos comentado dos y del último de ellos hace la friolera de dos años. No estaría mal recuperar esta sana costumbre, ya que encontrar un buen libro que hable con pasión sobre la música de un artista determinado es el complemento perfecto para un fan incondicional. Revolución en la Mente de Ian McDonald, David Bowie, Una Extraña Fascinación de David Buckley o The Byrds, Más Jóvenes que Ayer de Fernando López Chaurri son tesoros que guardo en mi biblioteca como oro en paño (especialmente el primero de ellos).

En este blog no nos gusta hablar mal por sistema, pensamos que es mejor aprovechar el tiempo recomendando algo bueno que poniendo a parir algo malo. Es por eso que esta entrada se ha retrasado casi medio año, ya que la he ido aplazando en favor de otros temas que me parecían mucho más interesantes y provechosos. Pero bueno, ya es hora de advertir a posibles incautos que quieran comprar este libro pensando que encontrarán entre sus páginas un viaje fascinante por la discografía de Neil Young.

Confieso que Neil Young no es un músico que me atraiga demasiado. Conozco su discografía de principios de los setenta y parte de los discos que ha publicado desde finales de los noventa hasta ahora. Tengo muchos amigos aficionados a la buena música que sienten gran devoción por su obra y es por ello que puede ser el músico con el que más veces lo haya intentado sin colmar nunca mis expectativas. Me llevo de todas formas un puñado de grandes canciones desperdigadas en varios discos y el deseo de seguir intentándolo a pesar de todo.

Fue una alegría encontrar un libro en castellano dedicado a Neil Young mientras paseaba por la sección de libros de música en la Fnac. Hojeándolo me di cuenta de que su estructura narrativa era bastante atractiva, ya que cada capítulo se centraba en un álbum en concreto. Además, no se quedaba sólo en su carrera en solitario, si no que también se atrevía con los discos de Buffalo Springfield y CSNY. Por todos esos motivos lo compré, pensando que sería una guía estupenda que podría ayudarme a entender mejor la música del canadiense, el complemento ideal que me alumbraría cada vez que me enfrentara a cualquiera de sus discos.

Con esta entrada no quiero restar mérito al intento de Christian Aguilera por trasmitirnos su pasión por Neil Young, pero a pesar de todas esas buenas intenciones nos damos de bruces con un libro incómodo de leer. Alguien pensará que igual es problema mío, que a lo mejor no tengo el suficiente nivel intelectual para enfrentarme a este libro en concreto... pero modestia aparte, no creo que ese sea el fallo. No quiero presumir de ser un gran lector, pero a lo largo de mi vida he leido cientos de libros y en ninguno de ellos me he sentido tan perdido como en éste. El autor parece confundirse en un mar de oraciones subordinadas cada vez que quiere expresar algo. No hay punto y seguido en el que no tengas que volver sobre tus pasos y releer la oración completa mientras te preguntas quién o qué era el sujeto para el último verbo. Una y otra vez te sientes sobrepasado por un mar de datos y en ningún momento he notado algún destello de la supuesta pasión que ha llevado al escritor a publicarlo.

Ni siquiera me vale como libro de consulta. En ocasiones he picoteado aquí y allí, centrándome en los discos de Neil Young que más me atraen como On The Beach o After The Gold Rush, pero siempre me he dado de bruces con esa forma de escribir que no puedo soportar. Si ya me aburro con los textos sobre discos tan interesantes, ni siquiera lo he intentado con los capítulos sobre Everybody's Rockin' o Landing On The Water. Una pena que el único intento por abordar la obra de Neil Young en castellano haya terminado de esa forma. Quizá los que disfrutaron con el Ulises de Joyce encuentren algo interesante en el libro, pero un consumidor medio de literatura rock abandonará después del prólogo.