Ganador de los premios Oscar, BAFTA y Critic's Choice Awards al mejor documental; premiado por
los Sindicatos de Directores, de Guionistas y de Productores, cada uno en su categoría se
entiende; multitud de premios menores y nominaciones, que cansa tan solo enumerarlos aquí...
¿Qué se puede decir de este documental que no se haya dicho ya?
Porque alguno se preguntará, si es que queda alguien que no lo ha visto, cómo un documental
sobre un cantautor desconocido puede ser tan cojonudamente bueno. Pues bien, podríamos decir que
no es por la música, aunque quede claro que con este film la gran mayoría de los mortales hemos
descubierto a un compositor excepcional, y hay más de uno que ha corrido a hacerse con los
discos de Rodríguez. Canciones como Sugar Man, Crucify Your Mind, I Wonder, A Most Disgusting
Song, Heikki's Suburbia Bus Tour o Cause han llegado al gran público con total justicia, aunque
con cierto retraso.
Tampoco es que el documental sea una superproducción, ya que salvo algún detalle puntual (me
resultaron interesantes un par de animaciones intercaladas muy acertadamente) la realización es
sobria y eficaz. Tampoco cuenta un gran drama tipo conflicto bélico o historia escalofriante que
erice los vellos del espectador ni nada parecido.
Este documental es, en realidad, muy poca cosa. La historia de un hombre sencillo que en cierto
momento albergó el sueño de dedicarse a la música y que contempló desencantado cómo nadie parecía
prestarle atención. Y aunque quien más y quien menos ya sabe de qué va todo este caso, avisamos
ya que para hablar de este documental hay que spoilearlo.
Contemos entonces que en realidad este documental habla del karma, esa especie de
justicia divina caprichosa que aparece cuando le viene en gana, premiando a quien verdaderamente
se lo merece y viceversa. Como digo, normalmente no es así y por eso cuando descubrimos
historias como la de Sixto Rodríguez no podemos dejar de emocionarnos y, al menos servidor,
tenemos que luchar por controlar la lagrimilla que trata de escaparse. Un tipo que se dejó el
alma en cada tema, componiendo e interpretando unas canciones maravillosas y que tuvo mala
suerte de estar en el momento y lugar equivocados.
Digo esto porque unos años más tarde a muchos kilómetros de distancia, concretamente en
Sudáfrica, Rodríguez se convirtió en un mito, en una especie de héroe musical admirado y
venerado por todos y al que inexplicablemente daban por muerto (al parecer al nivel de los Stones o de Elvis). Mientras tanto, al tiempo que
sus discos se vendían como rosquillas en el país africano, en Detroit el bueno de Rodríguez se
partía la espalda para ganarse la vida, ajeno a todo ello.
Y resulta que un cuarto de siglo más tarde se obra el milagro (tampoco hace falta contar todo el
proceso) cuando tras una ardua búsqueda dan con Rodríguez y éste descubre que en aquel lejano país es un mito,
y por su parte el público sudafricano descubre que su héroe musical está vivo y coleando. Y además más que dispuesto a hacer una gira. Se me eriza la piel tan solo al recordar esas escenas del documental:
cuando un atónito Rodríguez ve los carteles por las calles con su nombre anunciando las actuaciones, cuando le
entrevistan, cuando firma autógrafos y recibe el cariño de su público en forma de besos y abrazos... pero sobre todo cuando
sube al escenario ante un auditorio lleno expectante por verle por fin en directo. No se puede
explicar la emoción que encierran esas imágenes.
Uno se alegra al ver que, esta vez parece que sí, el karma ha obrado justamente; pero al tiempo descubrimos que se trata de un minúsculo milagro, y que tras estas pequeñas turbulencias las aguas vuelven a sus cauces: Rodríguez vuelve a Detroit a seguir con su vida (ahora semi-anónima) en su humilde casa de toda la vida; los fans sudafricanos vuelven a sus quehaceres aún frotándose los ojos por haber visto a su ídolo in person; y somos el resto de mortales los que damos gracias por haber podido descubrir tanto talento gracias a este film. A Rodríguez le honra aún más si cabe seguir siendo la misma persona de siempre, pese a que ahora le llueven conciertos, apariciones televisivas y entrevistas.
El siguiente vídeo no es, por supuesto, el documental que hoy tratamos; es por lo visto un documental especial para la tv sudafricana a propósito de la minigira de Rodríguez por aquellas tierras.
Si aún no habéis visto Searching For Sugar Man... ¡corred insensatos!
Escucha en spotify la banda sonora de Searching For Sugar Man
Uno se alegra al ver que, esta vez parece que sí, el karma ha obrado justamente; pero al tiempo descubrimos que se trata de un minúsculo milagro, y que tras estas pequeñas turbulencias las aguas vuelven a sus cauces: Rodríguez vuelve a Detroit a seguir con su vida (ahora semi-anónima) en su humilde casa de toda la vida; los fans sudafricanos vuelven a sus quehaceres aún frotándose los ojos por haber visto a su ídolo in person; y somos el resto de mortales los que damos gracias por haber podido descubrir tanto talento gracias a este film. A Rodríguez le honra aún más si cabe seguir siendo la misma persona de siempre, pese a que ahora le llueven conciertos, apariciones televisivas y entrevistas.
El siguiente vídeo no es, por supuesto, el documental que hoy tratamos; es por lo visto un documental especial para la tv sudafricana a propósito de la minigira de Rodríguez por aquellas tierras.
Si aún no habéis visto Searching For Sugar Man... ¡corred insensatos!