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sábado, 6 de diciembre de 2014

Tom Waits - Rain Dogs en retrospectiva.


Cuando incluimos a Tom Waits en la sección de "Un músico en cinco discos", ya hablamos brevemente de la calidad e impronta de un album como Rain Dogs (1985). Obra absolutamente capital en la carrera de uno de los músicos mas irreverentes, impredecibles y geniales que existen, y al que confieso una fascinación muy especial. Rain Dogs es quizás el disco por excelencia de Tom Waits. Aquel donde muchas de sus influencias e interioridades se dan la mano para proporcionar al oyente la posibilidad de sumergirse en un mundo diferente y apasionante. Un album que debe escucharse de forma persistente para que poco a poco pueda ir adhiriéndose a tu piel hasta ser parte de ti mismo. Mucha de la grandeza de la música de Tom Waits, está aquí y en sus mejores dosis.

Para 1985 la carrera de Waits ya había dado mucho de sí. Sus años setenta, con aquella serie de maravillosos retratos suburbanos, llenos de melancolía y elegancia, son a todas luces imprescindibles en la colección de discos de cualquier aficionado a la música. Obras imperecederas como Closing Time, The Heart Of Saturday Night, Small Change (mi favorito de todos ellos) o Blue Valentine son joyas de la música introspectiva y de autor. Seducen a la primera. Con el también excelente Hearthatack And Vine de 1980, ya dejaba pistas sobre el futuro giro estilístico que se avecinaba y que se concretó en el no menos extraordinario Swordfishtrombones en 1983. Su nueva musa y esposa, Kathleen Brennan, le sacó del pozo anímico y personal en el que se había hundido el bueno de Tom, y le llevó por unos nuevos derroteros creativos que llegan hasta nuestros días. Una resurrección en toda regla y para mi, uno de los cambios artísticos mas valientes y loables de la historia. Un nuevo Tom Waits se abría camino.


Tras el éxito de crítica que supuso Swordfishtrombones y después de dejar a medio mundo absorto ante el cambio de rol musical, Rain Dogs llegó en el mejor momento, apuntillando esa sensación de estar ante algo completamente nuevo. Tan nuevo que escuchando estos dos discos, uno se olvida completamente de que antes de ellos hubo una carrera brillante con discos como los anteriormente citados. El cambio es tan rotundo, que no deja aliento ni para hacer las comparaciones oportunas. Habiendo asimilado toda la obra de Waits con tiempo y pasión, confieso que Rain Dogs es para mi su mejor disco, o la obra que mejor le define en toda su esencia. Por ello, me ha parecido que una entrada comentando el contenido de este disco, era lo menos que podía hacer. Estoy en deuda con Waits gracias a obras maestra de tanto calado.

Rain Dogs fue el primer album que escuché de Tom Waits de los correspondientes a su segunda etapa en Island Records. Antes de ello, sus obras de los setenta, ya me habían descubierto a un artista genial y que pasó a ocupar una posición de lujo en mi escala de artistas y músicos favoritos. Recuerdo que escuché los primeros acordes de Singapore paseando por la playa en un día soleado de verano. El choque sonoro fue tan grande que tuve que pararme en seco quedándome pensando y mascullando para mis adentros: "pero que coño es esto?". Afortunadamente, tras la impactante y nada satisfactoria primera canción, opté por dejar transcurrir las canciones esperando encontrarme con algo que medianamente se pareciera a joyas que ya tenía interiorizadas como Tom Traubert's Blues, San Diego Serenade o Jersey Girl. Lógicamente, eso no ocurrió. Pero en cambio, la escucha del disco al completo me proporcionó nuevas y extrañas sensaciones. Esas sensaciones que uno tiene cuando está ante algo nuevo y misterioso a la vez. Por supuesto, volví a escucharlo seguido y a la tercera escucha ya había tomado la decisión de que iba a seguir su camino.


Los Perros de la Lluvia es ante todo un album profundamente ecléctico, aunque sus primeras escuchas puedan expresar lo contrario. Como también lo fué Swordfishtrombones. Un compendio de muchas ideas concretadas en canciones rudas y ásperas, sin dejar de lado esas melodías tan especiales en el cancionero de Waits. Los ambientes que el genio de Pomona consigue crear en estos discos es sencillamente apasionante. Clap Hands, con es ritmo tan hipnótico, es una de las primeras canciones que te dejan clavado en la silla. A partir de esa canción, en el disco se van sucediendo piezas de diversos estilos (cabaret, blues, rock...) que van tejiendo una atmósfera de la que es difícil escapar. 

Clásicos de su cancionero como Jockey Full of Bourbon conviven con piezas como la decadente Tango Till They´re Sore o el blues crudo de Big Black Mariah. Diamons and Golds, con la guitarra clave de Marc Ribot, es una debilidad personal: What some men will do here for diamonds, What some men will do here for gold. La cara A del álbum termina con dos canciones absolutamente maravillosas y que sitúo entre mis grandes favoritas de toda su obra. Imposible resistirse a la belleza poética de Hang Down Your HeadTime, ambas dos, piezas claves de la obra.


Aunque Rain Dogs no es un album conceptual en si mismo, si está perfectamente estructurado como tal. La Cara B comienza con la excelente y envolvente canción homónima para dar paso a varias composiciones que aportan su granito de arena para hacer del álbum una verdadera joya. El instrumental gangsteril Midtown, nos envuelve en un nuevo ambiente que la intensa y recitada 9th & Hennepin apuntala. Definitivamente, estamos en otro mundo. El blues huidizo de Gun Street Girl y el rock clásico (de la mano de Keith Richards) de Union Square nos llevan a un final donde destacan la intensa Blind Love y la redonda y springsteeniana Downtown Train que muestran a un Waits en estado de gracia. El final, con la deliciosa y desgarrada Anywhere I Lay My Head nos acaba dejando un sabor a obra clásica imperecedera.

Pero mas allá de la música, de las increíbles composiciones que aquí se recogen, el gran valor de Rain Dogs y de sus compañeros de trilogía clásica waitsiana es que nos muestra a un artista en un estado de creatividad increíble, dejando una impronta de estilo y maestría muy pocas veces repetido. Tom Waits tiene un lugar de privilegio en el universo de la música popular, y Rain Dogs siempre brillará con una luz especial. Un álbum clásico de un artista único.




miércoles, 28 de agosto de 2013

MIMS Gran Reserva: TOP 5 Músicos sobrevalorados

NOTA: la presente lista es responsabilidad total y exclusiva de su autor. La dirección de Music is my Savior no comparte con el autor ni sus opiniones, ni los mismos gustos, ni tampoco grado de parentesco alguno o la más mínima simpatía. Siéntete libre de opinar si han insultado a tu grupo o músico favorito, o si no estás de acuerdo. Gracias.

5. Tom Waits

Este puesto es el que más me ha costado elegir. No porque guarde especial simpatía a Waits, al que siempre he visto como un buen farsante con su pose de crooner maldito y atormentado, de bohemio romántico y miserable. Es un personaje, una careta demasiado poco agraciada, y no lo entro a valorar ni para bien ni para mal.

Tom Waits disfrazado de Tom Waits

Tengo que reconocer que aunque no conozco toda su discografía, buena parte de lo que he escuchado me gusta: sus primeros trabajos me parecen realmente buenos, y admito que es un gran compositor. Closing time y The heart of Saturday night son dos discos que me gustan bastante. Pero llega un punto en su carrera donde pasa a ser su propio imitador, y el personaje se vuelve más paródico que otra cosa. Mención aparte merece su voz de estoy-a-punto-de-echar-la-pota, personalmente insoportable para mi (no llega al nivel de la voz del cantante de Manos de Topo, que me provoca ganas de montar mi propio holocausto caníbal, pero casi).

Dejando todo eso a un lado mi principal problema con Waits no es él ni su música, sino sus fans. Resulta que si pretendes ir de intelectual tiene que gustarte Tom Waits, adorarle y besar el suelo por donde pisa: no conozco a ningún snob o aspirante a artista que no lo idolatre, y eso es lo que no soporto. Que entiendo perfectamente que te guste su música, de acuerdo; pero que tenga que gustarte porque sí… Parece que es como un salvoconducto con el que franquear la estanca frontera que separa a la intelectualidad del resto de los mortales: dices que escuchas a Waits y te acogen con los brazos abiertos y te invitan a beber absenta. Si además dices que te gustan Nick Cave y/o algún étnico tipo Youssou N'Dour o Toumani Diabaté, puedes optar al premio especial plasta del año, consistente en una chaqueta negra de pana, unas gafas de pasta y un abono de por vida al WOMAD.

4. Nirvana


Imagino que más de uno habrá dejado de leer ya, pero si aún sigues aquí, ¡enhorabuena! ¡Llegó el momento de criticar a uno de tus grupos favoritos!

El bajista ahora va para gobernador de Washington. En serio.

¿Alguien sigue escuchando a Nirvana? Me refiero que, pasados todos estos años, ¿queda alguien que le siga apeteciendo al llegar a casa poner en el equipo el Nevermind In utero? Es decir, que no es que dude que haya muchos a los que les guste Nirvana, o quien incluso los oiga puntualmente. Pero, ¿de verdad musicalmente fueron para tanto, para perdurar? ¿Hicieron mejor música que, por ejemplo, Pearl Jam o Stone Temple Pilots? De verdad, ¿cuántas de sus canciones pasarán a la historia del Rock (con mayúsculas)? Pues eso.

El mito de Nirvana se sustenta única y exclusivamente en el carisma de Kurt Cobain: toda una generación buscaba un líder que los guiara, y él estuvo en el sitio y lugar adecuados. Si a eso le sumamos que se suicidó cuando su figura seguía en alto (vaya coñazo que están dando ahora con lo del Club de los 27, además de que comparar a la Winehouse o a Cobain con Hendrix o Joplin me parece no solo una herejía, sino auténtico mal gusto), nace la leyenda. Fijaos hasta qué punto es así, que la revista Rolling Stone considera a Cobain ¡¡el duodécimo mejor guitarrista de la historia!!

3. U2

¿Cómo se explica que la revista RS los considere el tercer grupo más importante de la historia del rock? Sí, ya sé que la credibilidad de RS está incluso por debajo de las portadas del Marca, pero ¿en qué cabeza cabe? Si el principal problema de Bono y compañía es que hace tiempo que olvidaron que eran un grupo de rock y se han quedado en una simple sociedad anónima. Bueno, puede que anónima no, pero sociedad mercantil desde luego.

Míralos, reventaítos que están (de contar billetes, por supuesto)

Si al menos tuvieran la ironía de Zappa para decir aquello de estamos en esto solo por la pasta, hasta tendrían un pase. Pero no, ahí siguen con su pose de estrellitas aburguesadas del rock, con sus looks perfectamente estudiados, sus declaraciones cuidadosamente medidas (mezclando dos partes de compromiso social, una parte de compra-nuestro-disco, y una pizca de falsa rebeldía juvenil, sin pasarse), sus espectáculos calculados hasta el último detalle… y sus discos tristemente vacíos. Y es una pena, porque sus últimos 20 años no hacen justicia a sus primeros trabajos: WarThe Joshua tree o Achtung Baby han sido sepultados tras una pila de música desechable y superflua con la que mantener su particular neverending tour (véase nuestra crítica a su concierto aquí).

En fin, eran otro de esos grupos llamados a ser los nuevos Beatles… y su principal aportación al rock fueron los fuegos artificiales. Ahí queda.

2. Dire Straits

Por una sola razón: porque son un coñazo.

Se lo pasan bien: no están escuchando sus propias canciones

No son un mal grupo, de acuerdo, y tienen canciones que se salvan, las típicas que a todo el mundo gustan: Sultans of swingCalling ElvisWalk of lifeBrothers in arms… claro que en veinte, o treinta, o cuarenta años de carrera tampoco es que sea para tirar cohetes; pero ese no es el tema. Además, me da igual que Mark Knopfler tenga menos voz que un grillo pisado. Y vale, toca la guitarra muy bien y su técnica de fingerpicking es la mejor desde Chet Atkins. O mejor que él incluso, lo que quieras.

Pero es el grupo más mortalmente aburrido que he escuchado nunca. Con eso sobra todo lo demás.

1. The Doors

El grupo sobrevalorado por excelencia.

Si no queréis aburriros aprended de Dire Straits

Imprescindible cuando eres un adolescente que crees saber de música, y te seducen sus letras oscuras y los ritmos cansinos: te compras sus discos, ves la película de Oliver Stone (ahora también puedes ver el documental ese que sacaron hace poco, el que narra Johnny Depp, si cabe más coñazo aún que sus discos) y cuelgas en tu cuarto el poster de Morrison. Y después, ¿qué?

Después creces y descubres que si no estás fumado su canciones no son para tanto. Tienen un puñado de buenos temas, desde luego: Riders on the stormThe endPeople are strangeLove streetBreak on throughTouch meL.A. woman y poco más. Pero que muy poco más. Pero es que además, si aprendes inglés y lees sus letras, te entra la risita floja cuando oyes decir que Jim Morrison era un "poeta". Es que hoy es artista cualquiera.

Si Nirvana le debe el 80% de su éxito al carisma de CobainThe Doors le debe el 100% a Morrison, sino más. Probablemente nunca se consiguió tanto con tan poco.

martes, 21 de mayo de 2013

Grandes disgustos con Grandes discos (Parte 3 de 3)

A excepción de que el amigo revolver se animara y elaborase su propia lista, cerramos esta sección en la que públicamente hemos aireado nuestros trapos sucios y hemos repartido leña a algunos de los discos más importantes de la historia. Ya que mis compañeros no se han cortado un pelo y han puesto a caldo a algunos de mis discos favoritos (hablamos del Dark Side of the Moon, London Calling o In the Court of the Crimson King sin ir más lejos), no seré yo el que se prive de zurrar a diestro y siniestro...


The Beach Boys - Pet Sounds (1966)

Empecemos a lo grande: más de uno dirá que no tengo ni puta idea al incluir aquí semejante vaca sagrada, pero es que realmente no sé dónde está el mérito de este disco. Para mí el Pet Sounds se resume a Wouldn’t it be nice y God only knows, dos temazos acojonantemente buenos desde luego, pero es que el resto es muy pero muy del montón. Si en vez de un álbum se hubieran limitado a sacar un single con esos dos temas se trataría del mejor sencillo de la historia, en dura pugna con Strawberry Fields Forever/Penny Lane. Que sí, que en su momento supondría un avance en cuanto a paletas de sonidos y arreglos se refiere, y desde luego ha servido de inspiración y ha espoleado a múltiples bandas desde entonces (al mismísimo McCartney de la época sin ir más lejos), pero ¿realmente las canciones son tan buenas? No sé, quizá yo sea una especie de Dexter Morgan sin alma ni sentimientos, pero en serio que del resto apenas salvaría Sloop John B y eso que tampoco me llama poderosamente la atención. Las instrumentaciones soberbias y unos coros magistrales no salvan, en mi opinión, un disco por otro lado bastante ramplón.


Sex pistols – Never Mind the Bollocks (1977)

Que me aspen, pero de verdad que por más vueltas que le doy a este disco (literalmente) me parece una mierda del tamaño del sombrero de un picador. Huelga decir que no soy pro-punk precisamente, pero es que no le veo ninguna cualidad musical a este mítico álbum. De hecho el punk me parece un movimiento con fuertes repercusiones culturales, sociológicas, estéticas y reivindicativas… pero lo que son musicales, más bien pocas. Quizá la única sea haber conseguido convertir en músicos a personas sin ninguna aptitud para ello: lo que importaba era la actitud (con “c”, no con “p”), la pose y el aspecto. Véase el caso del mismísimo Sid Vicious, figura de culto y primer mártir de la causa, quien fue reclutado para la banda aunque no tenía ni idea de cómo tocar el bajo (de hecho en el disco es el guitarrista Steve Jones quien lo hace). Aunque reconozco que God save the Queen y sobre todo Anarchy in the UK siempre me han gustado, en este disco veo más marketing que cualquier otra cosa. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, recomiendo a todos los interesados el documental The filth and the fury (de Julien Temple) sobre los Pistols.
 


Tom Waits – Swordfishtrombones (1983)

Servidor no es precisamente seguidor del de Pomona y, que conste que pese a haberlo intentado en más de una ocasión, en mi humilde y cuasi analfabeta opinión este álbum me parece de los discos más sobrevalorados de la historia. Y eso que sus primeros trabajos me parecen bastante interesantes, pero este sin embargo es como una bofetada en toda la boca. El amigo Mansion opina, en su entrada sobre Waits, que se trata de una “obra maestra a escuchar en soledad y de forma persistente”, reconociendo que de entrada es un trabajo chocante. Pues bien, yo no he podido pasar de esa primera impresión. Lo he intentado en varias ocasiones, y realmente no puedo hacerme ni al sonido ni, sobre todo, a su caricaturesca voz de estreñido. Hay un par de temas que reconozco que me gustan bastante, y son precisamente los más convencionales: Soldier’s things y Johnsburg, Illinois, que  me parecen dos canciones preciosas. Down, down, down y Gin soaked boy me parecen igualmente que no están nada mal, pero en conjunto el disco me resulta muy cargante y excesivamente pretencioso.




Teenage fanclub – Bandwagonesque (1991)

Aunque el pop-rock de los sixties es mi debilidad no me vale cualquier cosa que tenga aire sesentero; de hecho los revivals me suelen tocar bastante las narices (como me pasa por ejemplo con Tarantino: con la excusa de homenajear géneros como el cine de artes marciales, la serie B o los spaghetti westerns lleva años ofreciendo auténtica mierda enlatada, donde su único mérito suele consistir en títulos de crédito retro y bandas sonoras bizarras). Este disco es uno de estos casos, como mucho power pop de la época, donde casi todo me suena igual: armonías bastante beatleras (o en el mejor de los casos beachboyeras) que no aportan nada, guitarras súper distorsionadas dominándolo todo y, siempre siempre, un imprescindible ritmo de 4/4 (bombo, caja, bombo bombo, caja). Y es que no hay nada más allá de esta manida capa de barniz, y me resulta todo tan pero tan aburrido... En serio, oigo hablar en ocasiones de este disco (como de tantos otros del mismo estilo), pero por más que lo intento es que no logro quedarme con una sola canción que me llame la atención, ni con una simple melodía o riff meritorio. Literalmente: lo he vuelto a escuchar unas pocas horas antes de escribir estas líneas y no recuerdo ni un solo título ni una sencilla melodía. En fin, que sí, que la impresión general es agradable y tal, pero me resulta totalmente insípido y olvidable. 

domingo, 6 de enero de 2013

Tom Waits en cinco discos.

Inauguramos una nueva sección en MISM. En ella pretendemos elaborar unas pequeñas guías muy básicas en forma de cinco discos (brevemente reseñados) sobre carreras discográficas importantes en volumen y sobre artistas de renombre. Estas entradas, que denominaremos “Fulanito en cinco discos” estan orientadas a empujar a los mas indecisos y desorientados a conocer la obra de un determinado arista/grupo ofreciendo breves indicaciones (personales, eso sí, que para eso es un blog) sobre aquellos discos que podrían servir de iniciación. Algunos de ellos serán básicos y otros no tanto, pero que a ojos del que escribe la entrada, serán los suyos. Esperemos que os guste.

Empezaremos con el inimitable Tom Waits. El problema de partida con estas entradas es intentar aglutinar o resumir en cinco discos una obra tan rica, duradera, ambiciosa y ecléctica como la de Waits. Es casi imposible y corro el riesgo de caer en la banalidad y en lo tópico. Asumo ese riesgo pensando en que puede haber personas que tengan al genio de Pomona como eterna asignatura pendiente y que seguro que reciben de buen grado esta breve guía. Vamos allá.

Small Change (1976).


La primera época de Tom Waits es por la que se debe de empezar. Si o si. Son los años del Waits vagabundo, de las hermosas piezas al piano, llenas de aroma decadente, de olor a tabaco y a tasca nocturna, y con el trasfondo del sonido del hielo en los vasos. Waits es un narrador encantador de historias sobre perdedores, tipos solitarios y decadentes y mujeres rompecorazones. Todo ello, acompañado de unas canciones que aúnan seducción con elegancia. Toda su obra primeriza es imprescindible, pero la cima es Small Change. La joya de la corona es Tom´s Traubert´s Blues pero la columna vertebral que conforman los temas Jitterbug Boy, I Wish I Was In New Orleans, The Piano Has Been Drinking (Not Me) e Invitation To The Blues es sencillamente irrepetible. Gran obra maestra.

Prueba tambien con: Closing Time (1973), The Heart Of Saturday Night (1974) o Blue Valentine (1979).

One From The Heart (1982).


A primera vista puede sorprender esta elección, pero no podemos obviar la fundamental presencia del cine (directa e indirectamente) en la obra de Waits. Su etapa inicial es puro cine de autor hecha música. Su trabajo en este encargo de Coppola roza lo sublime. Es el traslado a la pantalla de toda la melodía, la melancolía y la ensoñación de su música. Se acompaña de Crystal Gayle en las voces en varios de sus temas y el resultado es formidable. Waits es actor en el cine y en la vida real. Y aquí también lo demuestra musicando una película olvidada pero no por ello olvidable. Hay que escucharla.

Swordfishtrombones (1983).


Uno de los mejores liftings de la historia de la música. Aunque el cambio pueda parecer muy brusco en unas primeras escuchas de esta joya melancólica, realmente no lo es tanto, ya que en Hearth Attack and Vine (1980) ya nos dejó alguna pista por hacia donde podrían ir los tiros. Swordfishtrombones es la piedra angular sobre la que gira su obra en la compañía Island Records. El maestro conoce a su mujer y musa Kathleen Brennan y de su mano y mecenazgo, opta por recorrer otros pasillos sonoros abarcando todo lo que encuentra a su paso. Sonido cabaretero, inspirador y poco amaestrado. Obra maestra a escuchar en soledad y de forma persistente. Uno de esos extraños casos en los que todo encaja aunque al principio el resultado nos haga poner cara de poquer. 

Rain Dogs (1985).

 
  
Lo que en Swordfishtrombones era una abrumadora puesta en escena del nuevo imaginario waitsiano, en Rain Dogs, la propuesta toca techo. Nueva obra cumbre, llena de detalles, de guiños, de variantes sonoras. Quizás, mi disco favorito (en conjunto) del genio de Pomona. La primera vez que lo escuchas, te descoloca. La segunda, te intriga y te seduce. A la tercera caes rendido eternamente. Cortes de diversa naturaleza, sonidos obsesivos, texturas urbanas, Waits también pone los pies en la tierra con canciones mas enraizadas en la tradición rock como la springsteeniana Downtwon Train. Rain Dogs es de esa clase de discos que llamo yo enciclopédicos ya que recogen todos los matices de un artista hasta hacerlo eterno. Su obra definitiva y un tema para la historia: Time.

Prueba también con: Frankie Wild Years (1987), el directo Big Time (1988), y Bone Machine (1992). Esenciales todos ellos.

Mule Variations (1999).


Este disco inaugura la tercera etapa de la carrera de Tom Waits. La última reconocida, vaya. Y lo hace con un disco que le devolvió a las portadas de las revistas musicales de todo el mundo y que llegó a superar el millón de copias vendidas, algo verdaderamente inédito para un disco de Waits. Mule Variations funciona como un perfecto compendio sonoro de toda su carrera reciente. Contiene un poco de todo y en buenas dosis. Nuevamente, se lo trabaja y entrega una colección de canciones apabullante y que gusta por igual a los amantes del Waits comedido y romántico (Hold On) como al cacharrero y arrastrado oficial (Cold Water). Años después seguiría entregando obras igualmente validas pero Mule Variations permanece como su ultima gran obra. 

Prueba también con: Alice (2002), una debilidad personal y el último Bad As Me (2011).

martes, 9 de agosto de 2011

TOP 5 Músicos sobrevalorados

NOTA: la presente lista es responsabilidad total y exclusiva de su autor. La dirección de Music is my Savior no comparte con el autor ni sus opiniones, ni los mismos gustos, ni tampoco grado de parentesco alguno o la más mínima simpatía. Siéntete libre de opinar si han insultado a tu grupo o músico favorito, o si no estás de acuerdo. Gracias.

5. Tom Waits

Este puesto es el que más me ha costado elegir. No porque guarde especial simpatía a Waits, al que siempre he visto como un buen farsante con su pose de crooner maldito y atormentado, de bohemio romántico y miserable. Es un personaje, una careta demasiado poco agraciada, y no lo entro a valorar ni para bien ni para mal.

Tom Waits disfrazado de Tom Waits

Tengo que reconocer que aunque no conozco toda su discografía, buena parte de lo que he escuchado me gusta: sus primeros trabajos me parecen realmente buenos, y admito que es un gran compositor. Closing time y The heart of Saturday night son dos discos que me gustan bastante. Pero llega un punto en su carrera donde pasa a ser su propio imitador, y el personaje se vuelve más paródico que otra cosa. Mención aparte merece su voz de estoy-a-punto-de-echar-la-pota, personalmente insoportable para mi (no llega al nivel de la voz del cantante de Manos de Topo, que me provoca ganas de montar mi propio holocausto caníbal, pero casi).




Dejando todo eso a un lado mi principal problema con Waits no es él ni su música, sino sus fans. Resulta que si pretendes ir de intelectual tiene que gustarte Tom Waits, adorarle y besar el suelo por donde pisa: no conozco a ningún snob o aspirante a artista que no lo idolatre, y eso es lo que no soporto. Que entiendo perfectamente que te guste su música, de acuerdo; pero que tenga que gustarte porque sí… Parece que es como un salvoconducto con el que franquear la estanca frontera que separa a la intelectualidad del resto de los mortales: dices que escuchas a Waits y te acogen con los brazos abiertos y te invitan a beber absenta. Si además dices que te gustan Nick Cave y/o algún étnico tipo Youssou N'Dour o Toumani Diabaté, puedes optar al premio especial plasta del año, consistente en una chaqueta negra de pana, unas gafas de pasta y un abono de por vida al WOMAD.

4. Nirvana


Imagino que más de uno habrá dejado de leer ya, pero si aún sigues aquí, ¡enhorabuena! ¡Llegó el momento de criticar a uno de tus grupos favoritos!

El bajista ahora va para gobernador de Washington. En serio.

¿Alguien sigue escuchando a Nirvana? Me refiero que, pasados todos estos años, ¿queda alguien que le siga apeteciendo al llegar a casa poner en el equipo el Nevermind o In utero? Es decir, que no es que dude que haya muchos a los que les guste Nirvana, o quien incluso los oiga puntualmente. Pero, ¿de verdad musicalmente fueron para tanto, para perdurar? ¿Hicieron mejor música que, por ejemplo, Pearl Jam o Stone Temple Pilots? De verdad, ¿cuántas de sus canciones pasarán a la historia del Rock (con mayúsculas)? Pues eso.




El mito de Nirvana se sustenta única y exclusivamente en el carisma de Kurt Cobain: toda una generación buscaba un líder que los guiara, y él estuvo en el sitio y lugar adecuados. Si a eso le sumamos que se suicidó cuando su figura seguía en alto (vaya coñazo que están dando ahora con lo del Club de los 27, además de que comparar a la Winehouse o a Cobain con Hendrix o Joplin me parece no solo una herejía, sino auténtico mal gusto), nace la leyenda. Fijaos hasta qué punto es así, que la revista Rolling Stone considera a Cobain ¡¡el duodécimo mejor guitarrista de la historia!!

3. U2

¿Cómo se explica que la revista RS los considere el tercer grupo más importante de la historia del rock? Sí, ya sé que la credibilidad de RS está incluso por debajo de las portadas del Marca, pero ¿en qué cabeza cabe? Si el principal problema de Bono y compañía es que hace tiempo que olvidaron que eran un grupo de rock y se han quedado en una simple sociedad anónima. Bueno, puede que anónima no, pero sociedad mercantil desde luego.

Míralos, reventaítos que están (de contar billetes, por supuesto)

Si al menos tuvieran la ironía de Zappa para decir aquello de estamos en esto solo por la pasta, hasta tendrían un pase. Pero no, ahí siguen con su pose de estrellitas aburguesadas del rock, con sus looks perfectamente estudiados, sus declaraciones cuidadosamente medidas (mezclando dos partes de compromiso social, una parte de compra-nuestro-disco, y una pizca de falsa rebeldía juvenil, sin pasarse), sus espectáculos calculados hasta el último detalle… y sus discos tristemente vacíos. Y es una pena, porque sus últimos 20 años no hacen justicia a sus primeros trabajos: War, The Joshua tree o Achtung Baby han sido sepultados tras una pila de música desechable y superflua con la que mantener su particular neverending tour (véase nuestra crítica a su concierto aquí).




En fin, eran otro de esos grupos llamados a ser los nuevos Beatles… y su principal aportación al rock fueron los fuegos artificiales. Ahí queda.

2. Dire Straits

Por una sola razón: porque son un coñazo.

Se lo pasan bien: no están escuchando sus propias canciones

No son un mal grupo, de acuerdo, y tienen canciones que se salvan, las típicas que a todo el mundo gustan: Sultans of swing, Calling Elvis, Walk of life, Brothers in arms… claro que en veinte, o treinta, o cuarenta años de carrera tampoco es que sea para tirar cohetes; pero ese no es el tema. Además, me da igual que Mark Knopfler tenga menos voz que un grillo pisado. Y vale, toca la guitarra muy bien y su técnica de fingerpicking es la mejor desde Chet Atkins. O mejor que él incluso, lo que quieras.




Pero es el grupo más mortalmente aburrido que he escuchado nunca. Con eso sobra todo lo demás.

1. The Doors

El grupo sobrevalorado por excelencia.

Si no queréis aburriros aprended de Dire Straits

Imprescindible cuando eres un adolescente que crees saber de música, y te seducen sus letras oscuras y los ritmos cansinos: te compras sus discos, ves la película de Oliver Stone (ahora también puedes ver el documental ese que sacaron hace poco, el que narra Johnny Depp, si cabe más coñazo aún que sus discos) y cuelgas en tu cuarto el poster de Morrison. Y después, ¿qué?

Después creces y descubres que si no estás fumado su canciones no son para tanto. Tienen un puñado de buenos temas, desde luego: Riders on the storm, The end, People are strange, Love street, Break on through, Touch me, L.A. woman y poco más. Pero que muy poco más. Pero es que además, si aprendes inglés y lees sus letras, te entra la risita floja cuando oyes decir que Jim Morrison era un "poeta". Es que hoy es artista cualquiera.




Si Nirvana le debe el 80% de su éxito al carisma de Cobain, The Doors le debe el 100% a Morrison, sino más. Probablemente nunca se consiguió tanto con tan poco.