Soy un adicto a los rankings de todo tipo, como ya he dicho en varias ocasiones, y seguidor además del blog No Es Un Blog Habitual de Giancarlo Verástegui. En él hay listados tanto cinéfilos como musicales abarcando décadas completas. Yo me veo incapaz de hacer un simple ranking con la mejor música que he escuchado en 2011, por lo que la sapiencia cultural del propietario de ese blog me desborda por completo. De vez en cuando buceo en esos tops y un buen día terminé mis pasos en una entrada que finiquitaba un ranking con los mejores discos de los noventa. Arranque el emule y me bajé varios álbumes que pensé podrían interesarme. Giancarlo tiene el detalle de incluir el género musical al que pertenece cada álbum, por lo que puedo huir de discos que seguramente no casaran conmigo como el psych-folk o el slo-core.
Por cierto, esto de los géneros en el rock siempre me ha resultado tan fascinante como innecesario. En Rockdelux vi hace tiempo un gráfico detallado con los géneros creados durante la primera década del siglo XXI. Algún día escanearé el documento en cuestión y podréis ver las miles de ramificaciones que van creándose. ¿Quién le pone puertas al campo? No me cabe en la cabeza que haya gente inventándose etiquetas constantemente para definir tal o cual grupo. Me pregunto si los músicos lo tendrán en cuenta y seguirán a rajatabla los salmos impuestos por la prensa musical. Espero que no.
El caso es que en mi reproductor de mp3 cayó un álbum de post-rock sin que yo supiera bien que era aquello, Spiderland de Slint. Me gustaba la portada y ocupaba la posición nº 3 de aquel ranking sobre lo mejor de los noventa, tan sólo superado por OK Computer de Radiohead y Grace de Jeff Buckley. Su etiqueta no se me hacía muy extraña, ya que era rock a pesar de incluir aquello de "post" como prefijo. No me enteré de donde me estaba metiendo, hasta que en unos centros comerciales empezó a sonar el disco en cuestión por mis auriculares. Y lo más irónico es que a pesar de ser un álbum tan inusual, se ha convertido para mí en un verdadero hallazgo y ha roto con el convencionalismo en el que estaba tan a gusto desde hacía algún tiempo. Tampoco es cuestión de ser demasiado duro conmigo mismo, igual lo que escucho me parece convencional a mí, pero para otros puede no serlo.
El caso es que en mi reproductor de mp3 cayó un álbum de post-rock sin que yo supiera bien que era aquello, Spiderland de Slint. Me gustaba la portada y ocupaba la posición nº 3 de aquel ranking sobre lo mejor de los noventa, tan sólo superado por OK Computer de Radiohead y Grace de Jeff Buckley. Su etiqueta no se me hacía muy extraña, ya que era rock a pesar de incluir aquello de "post" como prefijo. No me enteré de donde me estaba metiendo, hasta que en unos centros comerciales empezó a sonar el disco en cuestión por mis auriculares. Y lo más irónico es que a pesar de ser un álbum tan inusual, se ha convertido para mí en un verdadero hallazgo y ha roto con el convencionalismo en el que estaba tan a gusto desde hacía algún tiempo. Tampoco es cuestión de ser demasiado duro conmigo mismo, igual lo que escucho me parece convencional a mí, pero para otros puede no serlo.
Según la wikipedia, el post-rock hace énfasis en el trabajo instrumental, usando elementos propios del rock en progresiones armónicas que no son usuales para el género. Además, no hay voces cantadas, y si las hay, se usan como un instrumento más o en simples recitados. En cualquier caso, Spiderland es una auténtica gozada, más si previamente a darle al play te has tomado un café bien cargado. Entonces, me río yo de los efectos de las drogas duras (que no conozco, por cierto).
Hablamos de un álbum grabado por una banda en disolución que no tendría repercusión alguna cuando fue publicado, pero que años después sería reivindicado como precursor del ya mencionado post-rock (el término no fue acuñado hasta 1994 y el álbum salió tres años antes). Guarda pasajes cantados en temas como Breadcrumb Trail o Washer, por lo que como precursor del género no se rige aún por todas esas normas establecidas a posteriori. El disco está compuesto por tan sólo seis canciones, aunque no sabría recordarlas cinco minutos después de haberlas escuchado. Me fascinan sin embargo los pasajes instrumentales, los cambios de ritmo y esa voz fluctuante entre el recitado más inquietante y el grito desnudo. Hay una leyenda urbana que dice que uno de los componentes del grupo fue internado en un psiquiátrico después de grabar el álbum. Espero que siga allí.
Hablamos de un álbum grabado por una banda en disolución que no tendría repercusión alguna cuando fue publicado, pero que años después sería reivindicado como precursor del ya mencionado post-rock (el término no fue acuñado hasta 1994 y el álbum salió tres años antes). Guarda pasajes cantados en temas como Breadcrumb Trail o Washer, por lo que como precursor del género no se rige aún por todas esas normas establecidas a posteriori. El disco está compuesto por tan sólo seis canciones, aunque no sabría recordarlas cinco minutos después de haberlas escuchado. Me fascinan sin embargo los pasajes instrumentales, los cambios de ritmo y esa voz fluctuante entre el recitado más inquietante y el grito desnudo. Hay una leyenda urbana que dice que uno de los componentes del grupo fue internado en un psiquiátrico después de grabar el álbum. Espero que siga allí.