domingo, 4 de agosto de 2013

MIMS Gran Reserva: The Sound of Music (II): Vinilo vs CD

Partamos de la base que quiero hablar aquí únicamente del sonido de un soporte y otro. Sé que hay quien valora más los vinilos por el ritual: sacar un disco de su funda (funda espectacular, grande ande o no ande, y no una cajita de plástico pequeña), limpiarlo con cuidado paternal, colocarlo en el plato, atinar con la aguja justo entre las dos canciones… No es eso. Tampoco quiero hablar aquí del componente sentimental que este formato pueda albergar para otros: eso es desde luego incuestionable al mismo tiempo que irrebatible. Me gustaría hablar simple y llanamente de sonido.

El tema es que cualquier melómano que se precie, entre los que no me incluyo yo precisamente por el tema que hoy nos ocupa, afirmará sin titubear el dogma de fe que dice que “el vinilo suena mejor que el cedé”. Y como dogma de fe que es parece ser que no precisa justificación alguna.


Huevos fritos en 3, 2, 1...

Bueno, alguna justificación sí que hay, por ejemplo que los graves suenan mejor en los vinilos que en los cedés. No estoy yo tan seguro, ya que precisamente es a bajas frecuencias donde el vinilo ofrece muchísimo más ruido que el compacto: por el roce de la aguja desde luego, pero también por las partículas de polvo que se adhieren a los surcos. Es ese ruido de huevos friéndose que a muchos les gusta pero que dista mucho de reproducir fielmente la grabación original, y es el que hace que los vinilos tengan menor rango dinámico que los compactos (65dB frente a unos 96dB).

El vinilo supera al cedé sin embargo en las altas frecuencias, ya que los compactos “solamente” reproducen hasta 22’05kHz. Esto realmente no debería ser un problema para prácticamente nadie: salvo rarísimas excepciones, los seres humanos adultos no podemos oír por encima de los 17kHz. Es decir, el cedé realmente puede perder sonidos… inaudibles para las personas. Hay quien opina que aunque no se oigan el oído humano sí que las percibe y transmite la “sensación” al cerebro, pero de todos modos parece ser que en los vinilos esos “sonidos” por encima de los 25kHz no suelen provenir de la grabación original (salvo contadísimas excepciones, como los ultrasonidos que los Beatles añadieron al final de A day in the life y experimentos así), sino que son producto del proceso de reproducción y conversión de la señal analógica a eléctrica.

Un problema real en los compactos es el que se conoce como error de cuantificación o ruido de cuantificación. La explicación resulta un tanto engorrosa y reconozco que no termino de entender por completo, pero a grosso modo viene a decir que en el proceso de conversión de la onda de analógico a digital aparece una distorsión constante e independiente del valor de la señal. Esta distorsión es mínima, pero con señales muy bajas se percibe claramente: no hay más distorsión con las señales mayores como cabría esperar, sino que tiene siempre el mismo valor y por lo tanto se percibe únicamente con señales muy muy bajas. Por lo visto esto se debe a los 16 bits de resolución de los estándares de compactos, aceptados como válidos por la industria pero que resultan insuficientes: por lo que he leído si se elevara por encima de los 20 bits situaría a los sistemas digitales por encima de cualquier medio analógico existente a nivel doméstico e igualaría, posiblemente, a los profesionales.

¿Lo sabías? Incluir una gráfica proporciona un 20% más de credibilidad

Hay alguna teoría con base científica más sobre deficiencias de los compactos, como la del denominado jitter: es un error de los tiempos de lectura del cedé, que no lee toda la información de manera continua sino con pequeños saltos. Esto tendría cierta validez de no ser porque para el audio digital el valor del citado jitter es de 22,67 µs (millonésimas de segundo). Os reto, os reto dos veces: si hay alguien que sea capaz de percibir un error de 0’000022 segundos en una señal de sonido lo invito a una mariscada (salvo a Homer Simpson). En cualquier caso, para admitir este “fallo” habría que compararlo con la precisión que pueda tener el mecanismo de giro del plato, muchísimo menos fiable sin duda. Por cierto, un hándicap del vinilo que casi nunca se comenta: los últimos temas de cada cara tienen "menos resolución" que los del principio, puesto que la lectura de los últimos se hace en menos longitud de surco ya que el radio de giro es menor y la velocidad de giro constante; esto en los cedés no pasa: se leen de dentro hacia fuera y la velocidad de lectura es siempre constante.

Hay otro aspecto muchas veces esgrimido pero ajeno al soporte, y es el de la calidez del sonido. Supuestamente el vinilo tiene un sonido más cálido y agradable que el cedé, cuyo sonido es más frío y metálico. Hay quien dice que el sonido frío del compacto es porque realmente no estás oyendo la grabación original, sino una representación de ella construida a base de ceros y unos (eso es lo que en mi pueblos se llama no tener ni idea y soltar lo primero que se te pasa por la cabeza). Tan solo aclarar que no es tanto el soporte el que proporciona esa cualidad sino el equipo de amplificación y los armónicos pares e impares (los que toquen la guitarra eléctrica saben de qué va el tema): hace años los amplificadores eran de válvulas, que proporcionan unos armónicos que al oído humano efectivamente suenan más agradables; con el paso del tiempo los amplificadores pasaron a ser de transistores y los armónicos que generan suenan más fríos.

Y bueno, luego están las teorías de difícil justificación. Son esas que, escudándose teóricamente en el aspecto sonoro, albergan unas perlas tales como la llamada “Teoría Neil Young”, porque fue precisamente él (loado sea, por otra parte) quien la enunció y dice algo más o menos así: el compacto nos permite percibir absolutamente todos los detalles de una canción y por eso nos da la impresión de que suena mejor, pero poco a poco, con sucesivas escuchas, tal “exceso de información” satura y cansa al cerebro y hace que no queramos volver a escuchar esa canción nunca más. En fin…

Dos por uno: suenan mejor y ahuyentan a las palomas

Y siguiendo el hilo de Neil Young, me pregunto: ¿a alguien le parece que la alta definición haya sido perjudicial para el cine? ¿Alguien diría que por tener más claridad y detalle, las películas actualmente se vean peor? Recuerdo que el director Christopher Nolan comentaba a propósito de rodar en IMAX (formato aún mayor que los 35mm de cine y con mucho más detalle) que lo que más le costaba era camuflar y esconder los trucos y/o efectos especiales, porque con tanta definición se ve “todo”. Pues bien, llevándolo al terreno de la música incluso eso no lo veo como algo negativo, porque no sólo me parece que a mayor fidelidad obviamente se oye mejor, es que incluso poder escuchar los “fallos” me parece que tiene su encanto: me gusta cuando uno puede oír deslizarse los dedos por las cuerdas de la guitarra, o cuando la batería se “cuela” por un canal que no es el suyo.

¡Ah! Y por aquí nos llega algo más en lo que el compacto mejora al vinilo: el estéreo es mucho más nítido y perfecto en el formato digital, puesto que separa los canales con total precisión. En el vinilo se consigue con la vibración de la aguja en dos direcciones, y al ser un proceso mecánico no es totalmente perfecto ya que es imposible que una vibración en una dirección no produzca una leve vibración en la otra y viceversa. Además, siguiendo con la aguja: cada roce en los surcos del disco produce un leve pero apreciable desgaste en la superficie, perdiéndose principalmente las altas frecuencias de las que hablamos un poco más arriba. Por tanto puede decirse que el disco compacto es un formato mucho más durable e inalterable que el vinilo, ya que el proceso de lectura no es destructivo.

En resumen: el disco compacto es un formato que proporciona mayor fidelidad, durabilidad y mejor relación señal/ruido. Cualquier ventaja que quiera atribuirse al vinilo sobre el compacto responde principalmente a motivos sentimentales y no relacionados con la calidad del sonido, a excepción de que se invierta una gran cantidad de dinero en el equipo (principalmente en el equipo de amplificación, como ya comentamos anteriormente). En un mismo equipo de música sonará mejor el compacto que el vinilo. Por tanto, para el 98% de las personas y canciones, el cedé es un formato objetivamente mucho mejor.

Aún así, habrá quien diga: pues mis vinilos me siguen sonando mejor que los cedés, y la verdad es que no le falta razón. Pero si hemos visto que prácticamente cualquier argumentación basada en el formato es totalmente insostenible, ¿a qué se debe?

En la próxima entrada trataremos sobre Mezclas, masterizaciones y remasterizaciones. Si queréis claro.

7 comentarios:

santi dijo...

Bruno. Tu artículos técnicos me parecen perfectos en profundidad y concreción en el tema del audio.

Yo soy del vinilo (con mis Cd a cuestas en el coche) pero la parte sensorial y emocional en el sonido es demasiado personal (No todos oímos ni vemos igual con las mismas herramientas).

Enhorabuena por el blog; cojonudo.

pd: Deberiamos hablar de la edición de los discos, de como pasan el master al formato las editoriales a lo largo de la historia (solo basta escuchar las ediciones de finales ochenta principios noventa en vinilo RCA crap); de la maldita compresion final, etc.

Rivers Of Ice dijo...

Yo soy un gran defensor del cd. Sobre todo a partir de mediados de los noventa, cuando mejoraron muchisimo sues prestaciones.

El tema economico tambien influye. Como me voy a comprar un vinilo con 25 euros si me puedo pillar tres cd´s por el mismo dinero..

Y que conste que tengo vinilos y durante años fué mi soporte favorito. El aspecto sentimental es innegable a favor del vinilo (por las portadas sbre todo) pero el CD no hizo sino mejorar el sonido ademas se resultar mas comodo.

Gonzalo Aróstegui Lasarte dijo...

Son muchos factores los que cuentan, pero lo importante —perdón por la obviedad— es la música. Hay mucho infantilismo en este asunto: nadie discute si alguien lee "Santuario" o "Guerra y paz" en tal o cual edición, sino el contenido de la obra. Sé que no es exactamente lo mismo, pero nadie sabe más o menos de música por tener cedés o vinilos, sino por la cantidad y calidad de los artistas que escucha. Prefiero mil veces a alguien que escuche a Miles Davis o a Love en CD que a alguien que escuche a Medina Azahara o a Madonna en vinilo. Te lo dice una persona que escucha ambos formatos. Muy buen artículo, por cierto.

Saludos.

Bruno dijo...

Gracias por pasaros a comentar (de nuevo) un artículo rescatado.

En él no pretendía echar por tierra al vinilo ni encumbrar al cedé, tan solo rebatir algunas afirmaciones que muy a menudo se oyen en los ambientes melómanos.

Como bien indica Santi, la percepción de la música es muy subjetiva, y eso nadie lo puede medir ni comparar. Otros muchos datos sí, y es por eso que escribí el tochaco de arriba.

Yo soy de los que prefiere comer un buen salchichón que un mal jamón, y por eso soy más de cedé desde hace bastantes años. Se ponga como se ponga el que sea, para que un vinilo suene mejor que un compacto hace falta una edición de las buenas (como dice Mansion de 25€ para arriba), y un equipo que no está al alcance de muchos.

Lo importante, como apunta Gonzalo, es la música que escuchas y no cómo la escuchas. Por eso detesto a los que, por ejemplo, comentan en las redes sociales cosas del tipo "me acabo de poner el vinilo de fulanito...". ¿Hace falta especificar VINILO? ¿Es por aumentar la información ofrecida o por mirar por encima del hombro?

En fin, que gracias de nuevo por pasaros por aquí. Saludos y abrazos a todos.

Espita Gorgorita dijo...

Partiendo de la base de que estoy de acuerdo con el post hay una cosa del CD que a mí me molesta profundamente. Cuando un CD se estropea (y esto pasa a veces y no por falta de cuidado) no se puede escuchar ni una canción. Ni una!!! Si el CD es original, ésto me hace jurar en arameo.
Sin embargo tengo vinilos de los 60 en los que sí, alguna pista está rayada, pero el resto del disco se escucha divinamente.
Eso sin contar que no he visto CDs que se revaloricen con el tiempo.
Tampoco es que sea una defensora talibán del vinilo, a mí me gusta más pero no entiendo esta pelea en la que parece que hay que elegir un bando. Vinilo, CD, casette, mp3, streaming... Lo importante es la música!!

AntonioR dijo...

Más claro imposible, cada uno esgrime argumentos que pueden estar basados en razones, bien sentimentales o más técnicas, ambas legítimas. Por mi parte aún recuerdo la mala impresión que me llevé al comprar en CD el primer disco que grabaron los Rolling Stones, no se parecía en nada al vinilo que tenía desde los 15 años. En cambio, escuchar la discografía de los Led Zeppelin en CD por primera vez fue como volver a nacer. Un saludo, creo que es la primera vez que me paso por tu blog ¡muy interesante!...volveré.

Bruno dijo...

Espita, totalmente de acuerdo contigo: no hay que defender un formato ni menospreciar otro, lo que importa es la música.

AntonioR, igualmente, hay experiencias buenas y malas en uno y otro bando. Mis vinilos de los Beatles suenan penosos... El colmo de un beatlémano xD

Gracias a los dos por pasaros.

PD: AntonioR, somos cuatro compañeros en el blog, echa un vistazo que verás bastantes cosas interesantes. Bienvenido ;)