Volvemos al pop español de actualidad. Es prácticamente inevitable si a cada dos pasos me encuentro un disco que merece la pena reseñar. Hace un año no escuchaba nada de música nacional, ahora me sorprende que haya estado tan ajeno al fenomenal momento artístico que vive nuestro pais en el panorama independiente. Quizá la brecha en mi caso la abrió el álbum Costa Azul de Sidonie, un disco que recomendaron mucho en el foro donde suelo participar dedicado a los Beatles. Un año después, me veo escuchando asiduamente a The New Raemon, Love Of Lesbian, The Elastic Band, Vetusta Morla, etc. La nueva incorporación a este selecto grupo es un profesor de música de treinta y tantos años llamado Antonio Galvañ, el cual publica maravillas como ésta bajo el nombre artístico de Parade. Acabo de engancharme a su música a partir de este quinto trabajo discográfico recien salido del horno, La Fortaleza de la Soledad. Según he leido en varias reseñas, tiene un aceptable prestigio en la prensa musical especializada, no sólo por este disco, sino también por otros trabajos como Todas las Estrellas (2006) y Consecuencias de un Mal Uso de la Electricidad (2000). Descubrí este álbum en la edición impresa de Mondosonoro que repartían en la Monkey Week, el festival de música independiente celebrado el pasado mes de octubre en el Puerto de Santa María. Actualmente, La Fortaleza de la Soledad se encuentra en el puesto nº5 del Top Nacional de dicha revista.
La Fortaleza de la Soledad me ha cautivado desde la primera escucha y repasarlo más veces no ha hecho sino aumentar mi admiración por el creador de este fenomenal trabajo. Antonio Galvañ parece atesorar las influencias más melódicas de los sesenta y setenta, desde Paul McCartney hasta José Luis Perales. Sus canciones me resultan tan familiares que tengo la impresión de haberlas escuchado antes. Y es que este hombre parece hacer un reciclaje de todas esas influencias de las que hablamos para crear pequeños Frankensteins bastante simpáticos. Que conste que no estoy hablando de plagio en ningún momento, si no de un prodigioso alquimista que es capaz de utilizar con gran maestría y habilidad todos los ingredientes y recursos de los que dispone. Quizá ser profesor de música le permita jugar conscientemente con los mecanismos de la composición musical, algo que otros músicos tienen que desarrollar por puro instinto.
Despues de todas estas divagaciones y conjeturas sin fundamento, pasamos al disco en cuestión. Aclarar que para hablar de este álbum tengo que hacerlo por partes, ya que en él coexisten dos grupos diferenciados de canciones. En primer lugar están las de temática variada, aquellas donde el autor habla sobre ciencia ficción, astronomía, comics de superheroes, etc. Que yo recuerde, nunca había escuchado canciones dedicadas al Proyecto Genoma, a Superman o incluso a Stephen Hawking. De este grupo me gustaría destacar Uno de los Nuestros, La Fortaleza de la Soledad y Astrónomo Meláncolico. En segundo lugar, tengo que hablar de las canciones que, intercaladas con las anteriores, guardan un hilo argumental, es decir, cuentan una historia con principio y final. Siempre me ha parecido meritorio que un compositor haga el esfuerzo de interconectar canciones, engarzar letras para contar una historia e incluso usar las melodías para reflejar estados de ánimo. Esto no es nuevo, tenemos miles de músicales para comprobarlo, pero en un álbum pop siempre me ha parecido sorprendente. La historia que Antonio Galvañ nos cuenta en este disco es la de Don Ricardo Gil Muñoz, propietario de un negocio donde se celebran bodas, algo así como Las Vegas en Murcia, y Doña Soledad, una novia a la que dejan plantada en el altar. De este segundo grupo de temas destacaría la canción que abre la historia, Rainbows Avenue, y la simpática La Rosa En El Ojal. Si quereis saber como termina la historia entre Don Ricardo y Doña Soledad, sólo teneis que escuchar este disco ;)
PD: No tengo ni idea de que quiere decir la letra de esta canción, pero los estribillos me parecen soberbios.
La Fortaleza de la Soledad me ha cautivado desde la primera escucha y repasarlo más veces no ha hecho sino aumentar mi admiración por el creador de este fenomenal trabajo. Antonio Galvañ parece atesorar las influencias más melódicas de los sesenta y setenta, desde Paul McCartney hasta José Luis Perales. Sus canciones me resultan tan familiares que tengo la impresión de haberlas escuchado antes. Y es que este hombre parece hacer un reciclaje de todas esas influencias de las que hablamos para crear pequeños Frankensteins bastante simpáticos. Que conste que no estoy hablando de plagio en ningún momento, si no de un prodigioso alquimista que es capaz de utilizar con gran maestría y habilidad todos los ingredientes y recursos de los que dispone. Quizá ser profesor de música le permita jugar conscientemente con los mecanismos de la composición musical, algo que otros músicos tienen que desarrollar por puro instinto.
Despues de todas estas divagaciones y conjeturas sin fundamento, pasamos al disco en cuestión. Aclarar que para hablar de este álbum tengo que hacerlo por partes, ya que en él coexisten dos grupos diferenciados de canciones. En primer lugar están las de temática variada, aquellas donde el autor habla sobre ciencia ficción, astronomía, comics de superheroes, etc. Que yo recuerde, nunca había escuchado canciones dedicadas al Proyecto Genoma, a Superman o incluso a Stephen Hawking. De este grupo me gustaría destacar Uno de los Nuestros, La Fortaleza de la Soledad y Astrónomo Meláncolico. En segundo lugar, tengo que hablar de las canciones que, intercaladas con las anteriores, guardan un hilo argumental, es decir, cuentan una historia con principio y final. Siempre me ha parecido meritorio que un compositor haga el esfuerzo de interconectar canciones, engarzar letras para contar una historia e incluso usar las melodías para reflejar estados de ánimo. Esto no es nuevo, tenemos miles de músicales para comprobarlo, pero en un álbum pop siempre me ha parecido sorprendente. La historia que Antonio Galvañ nos cuenta en este disco es la de Don Ricardo Gil Muñoz, propietario de un negocio donde se celebran bodas, algo así como Las Vegas en Murcia, y Doña Soledad, una novia a la que dejan plantada en el altar. De este segundo grupo de temas destacaría la canción que abre la historia, Rainbows Avenue, y la simpática La Rosa En El Ojal. Si quereis saber como termina la historia entre Don Ricardo y Doña Soledad, sólo teneis que escuchar este disco ;)
PD: No tengo ni idea de que quiere decir la letra de esta canción, pero los estribillos me parecen soberbios.
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