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martes, 28 de diciembre de 2010

La sombra del Sir: Emitt Rhodes

Pocas veces un músico ha estado tan tan cerca de Sir Paul. Para Sexsmith está claro que McCartney es más que una simple influencia; otro tanto ocurre con Neil Finn, cuyo grupo fue presentado en su momento como los nuevos Beatles, pero poco tardamos en darnos cuenta que ni por asomo; otros que aparecerán por aquí, como The Nines de Steve Eggers, son bastante más que bandas revival con sus dosis de talento, pero todos aún quedan bastante lejos. Todos… salvo quizá Emitt Rhodes, quien no solo llegó a estar a la misma altura, sino que incluso podríamos decir que en cierto momento incluso lo pudo sobrepasar.


Rhodes dio sus primeros pasos en la música como batería de una banda llamada The Palace Guard, antes de formar y liderar The Merry-Go-Round, grupo con claras influencias Beatle (hasta tenían un zurdo, con lo bien que quedan en el escenario), donde empezó a descubrirse como excelente compositor y multiinstrumentista. La banda tan solo publicó un álbum titulado The Merry-Go-Round (1967), con escasa relevancia en las listas nacionales, aunque sí que lograron cierto renombre a nivel local. Tras disolver el grupo en 1969, por obligaciones contractuales Emitt se vio forzado a grabar un disco en solitario para la discográfica (A&M), pero que finalmente no publicaría… al menos no en ese momento.

Al poco consiguió un nuevo (y tramposo) contrato con ABC/Dunhill Records, y con un adelanto de 5000$ se hizo con un equipo de grabación de cuatro pistas; instalado en el garaje de sus padres se enfrascó en la tarea de componer los nuevos temas, tocar todos los instrumentos y ocuparse de todas las voces, autoproduciéndose el que sería su debut en solitario, el homónimo Emitt Rhodes (1970). Aclamado unánimemente, el disco es una asombrosa colección de joyas pop donde todos los temas son de un nivel más que sobresaliente. La sombra de McCartney se nos aparece tras cada acorde y cada una de las melodías, tanto en las composiciones como en las interpretaciones. Recordemos que no en vano Rhodes se ganó el apelativo de “the one-man Beatles”: nos recuerda al mejor McCartney, sí, pero al McCartney que tenía a su lado sus tres compañeros realzando sus temas, puliéndole los defectos y manteniendo su creatividad en un nivel de constante alerta. Es más, no solo es que el debut de Rhodes esté muy por encima del debut de Paul (nótese las similitudes más allá de lo musical: ambos obras totalmente artesanales y cuasi-caseras, compuestos e interpretados íntegramente por sus autores), sino que además tiene más consistencia, compacidad, coherencia y musicalidad que la mayoría de los discos del Sir. Ya le hubiera gustado a Macca firmar el disco de su “discípulo aventajado”. Canciones como Somebody made for me, Lullabye, Love till you die o Promises I’ve made son brillantes gemas del mejor pop de todos los tiempos, con luminosas melodías que nos cautivan desde el primer corte. El álbum alcanzó el puesto 29 de Billboard.



A la vista del éxito comercial pero sobre todo de críticas, su antigua discográfica decidió editar aquellas grabaciones que tenía archivadas para aprovechar el tirón de popularidad. Pocos meses después de su debut en solitario aparecería su segundo (e indeseado) álbum, titulado The American Dream (1971). Aunque en absoluto se puede decir que se trate de un mal disco, lo cierto es que no tiene la frescura del primero. Esta vez no se ocupó personalmente de todos los instrumentos, sino que por primera y última vez contó con músicos de sesión. Considerado por ciertos críticos como una especie de “calentamiento” para Rhodes, lo cierto es que temas como Mother Earth, Pardon me o You’re a very lovely woman tienen tan buen nivel como el resto de su discografía. No supera el nivel apuntado pero no desmerece en absoluto.



El prometedor debut tenía una contrapartida que resultaría fatal para Emitt: una cláusula le obligaba a entregar a la discográfica un total de seis álbumes en tres años. Es decir, un disco cada seis meses. Teniendo en cuenta que él componía y arreglaba todos los temas, y que él y solo él tocaba todos los instrumentos y cantaba todas las voces, le fue imposible cumplir con los plazos. Además, y como gesto que no se sabe si le honra o todo lo contrario a la vista de lo sucedido, no se le ocurrió agilizar el proceso simplificando los arreglos o descuidando la grabación: su meticulosidad no se vio alterada, y puso los cinco sentidos de nuevo en su nuevo proyecto. Su siguiente trabajo, Mirror (1971), fue compuesto y grabado en nueve meses, tres más de lo permitido. Aunque las comparaciones son siempre odiosas, si equiparamos su primer trabajo con el debut de Paul, el fallido McCartney (1970), en este caso el de Rhodes es muy superior; sin embargo este Mirror saldría emparejado con Ram (1971), ganando el Sir por goleada: parece que Paul iba en ascenso y Rhodes en suave declive. Aquí sí apreciamos una ligera aunque evidente merma en la calidad media de los temas, quizá fruto de la presión a la que le sometía la compañía para cumplir las entregas a tiempo: el disco incluía temas destacables como Birthday lady, Golden child of God (con un fingerpicking muy Lennon) o el Medley: Bubble gum the blues-I’m a cruiser, pero empezamos a vislumbrar algunos temas de relleno, con menos interés. En cualquier caso el resultado final es brillante, aunque no obtuvo la respuesta esperada en cuanto a ventas, apenas entrando entre los 200 primeros puestos de Billboard.



La grabación de su nuevo disco, Farewell to paradise (1973) le llevó más de un año, volviendo a incumplir los plazos marcados en su contrato. Los temas no tienen el alegre optimismo de sus anteriores trabajos, sino que apreciamos una leve melancolía que empaña las composiciones. Los arreglos, de nuevo primorosamente ejecutados, son un tanto más novedosos al experimentar con instrumentos como banjo, violín, saxo… Con un sonido un poco más alejado del resto de su discografía, este último disco supone una triste despedida para Rhodes.



Despedida, porque ya no grabó ningún trabajo más. En realidad sí que ha seguido componiendo y grabando canciones totalmente en solitario, pero desde entonces nunca publicó nada más. La discográfica demandó a Rhodes por incumplimiento de contrato solicitándole 250.000$ como compensación, y le “secuestró” sus derechos de autor de los temas ya editados. Es decir, que nunca cobró ni sigue cobrando ni un céntimo por su trabajo. La inexperiencia le hizo firmar un contrato abusivo que acabó con su más que prometedora carrera. A raíz de un documental sobre su vida, titulado The One Man Beatles (2009), surgieron nuevos rumores sobre la publicación de un nuevo disco, pero por el momento seguimos sin noticias.

martes, 7 de diciembre de 2010

La sombra del Sir: Crowded House

Uno de los mccartnianos más reconocidos que pasarán por aquí es sin duda el neozelandés Neil Finn. Tanto en su carrera en solitario, a dúo con su hermano mayor Tim, pero sobre todo al frente de Crowded House, la figura de Finn como compositor ha crecido en progresión ascendente asentándose como un laborioso creador de irresistibles melodías y pegadizos temas que han perdurado en la memoria de los oyentes (sobre todo los de M80 y Kiss FM, quicir). Aunque no se puede hablar propiamente de un súper-ventas, como decía aquel anuncio “conoces muchas más canciones de Crowded House de las que te imaginas”. Totalmente cierto.

Tras la separación de la banda Split Enz dos de sus excomponentes, Finn (voz y guitarra) y Hester (batería), decidieron montar un nuevo grupo bajo el nombre de The Mullanes. Tras la incorporación del bajista Seymour consiguieron un contrato con Capitol y se mudaron a Los Angeles para la grabación de su primer álbum. Durante la grabación del mismo compartían un piso demasiado pequeño en Hollywood, lo que les llevó a renombrar la banda con el definitivo Crowded House (casa llena de gente).



Sin excesivo apoyo publicitario desde la discográfica, su debut titulado homónimamente Crowded House (1986) fue ganando atención poco a poco a base de conciertos en pequeños locales, hasta la irrupción en las listas de su segundo single Don’t dream it’s over (nº1 en Nueva Zelanda y Canadá y nº2 en EE.UU.), su mayor éxito comercial. Esta hermosa balada, que bien podría decirse que es la heredera del No more lonely nights de McCartney editada un par de años antes, asimismo les valió multitud de reconocimientos y premios a nivel internacional, entre otros el MTV Video al Mejor Nuevo Talento.



El estilo de la banda, pop melódico bastante influido por las bandas de la british invasion, estaba ahora mucho más en línea con la sensibilidad de Neil Finn como compositor que en su anterior grupo Split Enz, más cercano a la new wave. Así, las majestuosas melodías que tanto nos recuerdan al mejor Macca vuelven a aparecer en su siguiente trabajo Temple of low men (1988), donde temas como Better be home soon o sobre todo Into Temptation lograron cautivar de nuevo a la audiencia, aunque sin lograr alcanzar el éxito de su anterior trabajo pese a la mayor promoción. Tan solo en Australia y Nueva Zelanda lograron alcanzar los primeros puestos de las listas de ventas.




La entrada en la década de los 90’s comenzó con la prometedora noticia de la incorporación del hermano mayor, Tim Finn, al grupo para la composición y grabación de su siguiente trabajo, el sublime Woodface (1991), donde encontramos hasta nueve temas compuestos codo-con-codo por los dos hermanos. Considerado por muchos como su mejor trabajo, contiene algunos de los temas más recordados del grupo como son Fall at your feet, Four seasons in one day o Weather with you, auténticas obras maestras que valen su peso en oro (metafóricamente hablando, claro), con una más que apreciable carga beatle en muchos de los temas. Aunque supuso un tremendo éxito en, de nuevo, sus natales Australia y Nueva Zelanda (nº 2 y 1 respectivamente), no lograron el éxito esperado en EE.UU. donde apenas logró meterse entre los 100 primeros discos de la Billboard; por el contrario supuso un notable éxito en muchos países europeos, alcanzando en Reino Unido un notable sexto puesto en las listas de éxitos.




Tras la marcha de Tim durante la gira de promoción, el resto de la banda se embarcó en la grabación de su cuarto álbum, Together Alone (1993) bajo la producción de Youth, quien recordemos está junto al propio Paul McCartney tras el proyecto musical The Fireman. Si bien no se trata de un mal disco, la calidad de las composiciones se resiente, quizá por la ausencia del hermano mayor, y el resultado es un tanto disperso. Aún así incluye algunas canciones notables como Locked out o Pineapple head. Tras la gira de promoción del disco Neil Finn anuncia la publicación del exitoso recopilatorio Recurring Dreams (1996) y la disolución de la banda tras una última gira por Europa y Canadá.

Tras la separación de Crowded House sus miembros se embarcaron en diferentes proyectos, siendo el más relevante de ellos el formado por los hermanos Finn bajo el originalísimo nombre de The Finn Brothers, así como la carrera en solitario del propio Neil, quien tuvo un cierto éxito con el tema She will have her away, perteneciente a su álbum Try whistling this (1998).


En 2006 se produjo la por muchos esperada reunión de la banda: nuevas incorporaciones (entre otros el propio hijo de Neil, Liam Finn, talentoso músico y multi-instrumentista) y las consiguientes por un lado publicación de los nuevos discos Time on earth (2007) y el directo Farewell to the world (2006), ambos con escasa relevancia, y por el otro las más exitosas giras a lo largo y ancho de todo el mundo. Este mismo año vio la luz su último trabajo Intriguer (2010), con desigual resultado. Lo cierto es que, como suele ocurrir en estos casos, nada vuelve a ser lo mismo…

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La sombra del Sir: Ron Sexsmith

Empezamos esta sección con la que, recordamos, queremos reivindicar la figura de Paul McCartney a través de la tremenda influencia que ha ejercido y ejerce en numerosos artistas coetáneos y posteriores, los que de una u otra manera pueden considerarse como los herederos del sonido McCartney. Here we go...

Abrimos la sección con el intérprete de uno de los dos temas con los que hace un par de meses presentábamos La sombra del Sir. Este semidesconocido cantautor puede presumir, aunque no parece precisamente que la vanidad vaya con su persona, de contar entre sus admiradores con Elvis Costello, Elton John, Chris Martin o el mismísimo Paul McCartney. Es más, se cuenta que fue el propio Sir Paul quien recomendó a Brian Wilson que prestara atención a este canadiense. Como se ha leído por ahí, tan solo falta que alguien elija alguna de sus canciones para una comedia romántica (de las de la Roberts o alguna otra de la misma calaña) y obtenga el éxito que se merece.


Con apenas diecisiete años se subía con su guitarra a los escenarios de su ciudad natal, Ontario, para tocar y cantar las peticiones del público; su habilidad para interpretar casi cualquier tema que le solicitaran le valió el sobrenombre de “The One-Man Jukebox”. Con poco más de veinte años montó su primera banda (y única hasta la fecha) a la que bautizó con el significativo nombre de The Uncool, y como tal autoeditaron su primer trabajo discográfico titulado Grand Opera Lane (1991): su sello personal era ya evidente por aquel entonces, aunque se ve coartado por el sonido de la banda que se mueve entre el folk, con algo de country e incluso rockabilly; sin embargo en cortes como Spealking with the angel o Trains se vislumbra el camino que tomará su posterior carrera.

A raíz de este disco firma su primer contrato discográfico y a partir de ahí se suceden sus discos, ya en solitario, moviéndose desde el pop-folk más austero de sus inicios hacia el hacia el pop más convencional del aclamado Cobblestone Runway (2002). Sus composiciones son auténticas obras de orfebrería en forma de suaves baladas con dulces melodías, donde se advierte desde el primer momento la sombra de McCartney, así como en sus muy similares timbres de voz. Desde su debut en solitario en cada disco encontramos auténticas joyas que acarician nuestros oídos y nos enamoran desde el primer acorde: Secret Heart o Wastin’ Time (del homónimo Ron Sexsmith, 1995), Strawberry Blonde, Nothing Good o So Young (del más optimista Other Songs, 1997) o Still Time, Right About Now o Doomed (de Whereabouts, 1999).



Ya en 2001 edita, con producción a cargo de Steve Earle, el más ambicioso Blue Boy. Cansado de recibir buenas críticas pero sin conseguir ningún éxito comercial, comentaba que “es frustrante, cada disco nuevo parece una oportunidad de superar [al anterior] pero siempre pincho. No quiero ser como Nick Drake o Tim Harding, que nunca tuvieron éxito en vida. […] Soy un tío de 35 años de Canadá y no compongo música de moda, así que no puedo esperar conseguir demasiado”. Tanto en este disco como en Cobblestone Runway (2002), donde aparecen arreglos más ambiciosos, nos ofrece temas más alegres, auténticas gemas pop como This Song, Keep It In Mind, These Days o Dragonfly On Bay Street, aunque no pierde su vena más melancólica con temas como Gold In Them Hills o Foolproof.

Con la lección bien aprendida, busca encontrar el equilibrio entre el creador de embriagadoras melodías y el elegante intérprete pop en su siguiente trabajo, el maravilloso Retriever (2004), donde aparece el Ron más mccartniano hasta ese momento: temazos como Imaginary Friends, Not About To Lose o el pedazo de single Whatever It Takes son claros herederos del sonido del exbeatle y exwings. Los arreglos son cuidados hasta el último detalle sin caer en excesos, y Sexsmith suena más seguro que nunca, clara muestra de la madurez del artista.



En este sentido, Destination Unknown (2005) supone un paso atrás. Grabado con Don Kerr, su percusionista de siempre, guarda mucho más cercano al folk de sus primeros álbumes que al camino tomado en sus trabajos más recientes. Aún así, Sexsmith sigue demostrando ser un compositor en forma con temas como Lemonade Stand o I’ve Been Away.


El retorno a la senda perdida se produce con Time Being (2006), grandioso álbum pop donde, si es aún posible, es más evidente la presencia de Sir Paul que nunca. Cada corte, cada línea de cada melodía rezuma el estilo inconfundible de Macca; es más, hasta las interpretaciones vocales son aquí increíblemente parecidas. De no ser por la asombrosa calidad de las canciones, este trabajo bien podría haberse tachado como vergonzoso remedo de McCartney, pero Sexsmith logra algunos de sus mejores temas de siempre con apasionantes composiciones como Hands Of Time, All In Good Time, Reason For Our Love o And Now The Day Is Done. En la misma línea sigue su último trabajo hasta la fecha, Exit strategy of the soul (2008), que aunque no alcanza el nivel de sus trabajos anteriores cuenta con buenos temas como This Is How I Know o The Impossible World.



El primero de nuestros mccartnianos, si bien cuenta con un buen número de fieles seguidores que esperan cada uno de sus nuevos trabajos con ansia, no puede decirse que haya alcanzado el éxito que demandaba en aquellas declaraciones. Con más de veinte años de carrera musical a sus espaldas, más de una decena de discos editados y conciertos por todo el mundo, el bueno de Ron tendrá que contentarse con el cariño y admiración de fans y compañeros de profesión, que no dudan en reconocer su talento en forma de elogios tanto explícita como implícitamente, al ver sus temas versionados por artistas como Feist, Michael Bublé o Rod Stewart.

Mientras tanto, fiel a sus gustos y los nuestros, esperemos que siga componiendo nuevas canciones con increíbles melodías...

viernes, 3 de septiembre de 2010

La sombra del Sir es alargada

Con la venia, señoría, iniciamos aquí una nueva sección en el blog. Aunque sin estarlo premeditado, en ella volvemos a ocuparnos de los de Liverpool; más aún, nos ocupamos de nuevo únicamente de Paul McCartney (lennonianos, dejen al salir un comentario quejándose) que, vaya usted a saber por qué, es a todas luces el más incomprendido y vilipendiado de los cuatro Beatles. El otro día me comentaban que, en cierto programa de Radio3 al presentar una canción de Brendan Benson, hicieron hincapié en la influencia ejercida por Lennon; en realidad falla por muy poco: a nadie se le escapa que una de sus mayores influencias es precisamente Paul.

Es algo que ya hemos comentado por aquí en alguna ocasión: resulta cuanto menos curioso cómo para crítica y público John Lennon (parecerse a Lennon, evocarle, remedarle, o lo que sea) es algo a valorar positivamente y, como diría la amiga Marisí, es cool. Sin embargo, con lo relacionado con McCartney ocurre todo lo contrario. John es el santón por antonomasia (Martin Luther Lennon, que diría el Sir), mientras que Paul parece que mató a Manolete. En el caso de Lennon el mito está muy por encima del hombre; en el caso de Paul el hombre tiene muchísimo más peso que el mito.

La realidad es que a poco que indaguemos, a poco que empecemos a oír música, se comprueba, parafraseando al desaparecido Delibes, que la sombra de Paul McCartney es alargada. Pues bien, esta sección va precisamente de eso, de cómo Sir Paul ha ejercido una tremenda influencia en multitud de artistas coetáneos y posteriores. Por estas líneas pasarán artistas de calidad incuestionable que, en mayor o menor medida, son herederos directos de la música de McCartney. Algunos serán conocidos y otros no tanto; en ocasiones la influencia será rayana al plagio, en otras más sutil. Tampoco se pretende nada especial: una buena excusa para escuchar música y quién sabe si descubrir algún artista que merezca la pena. Como anticipo, un par de ejemplos.




La primera entrega… en cualquier momento.