Adam Green - Gemstones

El tercer trabajo de Green (algún día hablaré de mi teoría sobre El Tercer Disco, mi prueba del algodón con cualquier cantante/grupo que se precie) supone para muchos un punto de inflexión en la irregular discografía de este cantautor independiente y anti-folk (sic). Hay quien ve un descenso en la calidad con respecto a su predecesor, el igualmente magnífico Friends of Mine, pero más allá de comparativas y gustos personales tenemos entre manos una fantástica colección de canciones maravillosas y punzantes.

Siendo muy joven se inició en el mundo de la música de la mano de Kimya Dawson, con quién formaba el inclasificable dúo The Moldy Peaches (quienes antes de 2007 eran seguidos únicamente por tres o cuatro y, tras aparecer en la banda sonora de Juno, son reivindicados por hordas de gafapastas como imprescindibles, honestos, rompedores y bla bla bla...), grupo del que bien podría decirse que redefinió el espíritu y significado del lo-fi. Más allá de algunas canciones interesantes y alguna que otra curiosidad, la media de las canciones del dúo deja bastante que desear, aunque tenemos que reconocer que su carácter iconoclasta, experimental y juguetón sirvieron para forjar el estilo de Green (desconozco por completo la carrera en solitario de la otra componente de The Moldy Peaches, al igual que su nombre, que he tenido que buscar en la wikipedia y ya se me ha olvidado).

"Jefeee... ¿tiene una monedita?"

Green había publicado dos discos en vida del grupo, su flojo debut titulado Garfield (no muy diferente de lo que hacía dentro del dúo) y el excelente Friends of mine: aquí daba cuerpo a sus humorísticas y afiladas letras en forma de canciones pop de corte más clásico, con unos sorprendentes y acertados arreglos de cuerdas. El resultado es muchísimo más profesional y cuidado que todo lo que había realizado hasta entones ya que, de hecho, sus anteriores trabajos se grabaron de forma casera en un cuatro pistas. Tras estos dos álbumes y después de disolver el grupo, Adam Green se mete en el estudio y saca su tercer trabajo, que hoy nos ocupa, Gemstones. Dejando a un lado los violines, los arreglos son ahora más simples y homogéneos, limitándose en el 99% de las ocasiones a la combinación de guitarra acústica, piano eléctrico, bajo y batería; casi que nada más. El que sean más simples no significa que sean más sencillos, ya que en este disco Green se centra ahora en explorar nuevos ritmos, por lo que la banda de acompañamiento tiene que estar constantemente cambiando ritmos y tempos, variando la intensidad y velocidad. Un buen ejemplo de esto puede ser la canción que abre el álbum y da título al mismo, Gemstones.



El sonido final del disco es tremendamente homogéneo y compacto, y la interpretación es magistral: sin perder ni un ápice de espontaneidad y frescura, la precisión y compenetración de los músicos es destacable, siendo además digno de remarcar la versatilidad que demuestran al lograr dar a cada canción su propio carácter. De hecho, la variedad estilística en este álbum es una de las señas de identidad de Green, quien pasa por encima de modas o etiquetas y navega libremente de un estilo a otro con total naturalidad. Así, lo mismo podemos encontrarnos con tristes baladas, luminosos y melódicos temas pop, cortes más folkies, y hasta un irreverente blues. Y es que le sale así, no es una pose.



Sus ingeniosas letras siguen llevando la marca de la casa, es decir, que canta lo que le da la gana. No tiene ningún tipo de reparos en resultar obsceno, escatológico, irreverente o simplemente absurdo (por respeto a nuestros lectores no repetiremos aquí las letras xD); es más, es que este rasgo es a la vez causa de la mayoría de filias y fobias. Igualmente, este es uno de los motivos por los que Green es sistemáticamente ninguneado por los medios de su país, como en cierta ocasión él mismo reconocía: "la radio americana, excepto con Jessica, no emite mis canciones. Puede que sea por las letras también, pero sobre todo el problema es que si no eres mediático".