martes, 17 de febrero de 2009

Magdalenas

Se cuenta que el escritor francés Marcel Proust comenzó su gran obra autobiográfica cuando en una reunión de amigos se comió una magdalena mojándola en un té. En ese momento, comenzó a revivir las visitas que de pequeño hacía con sus padres a la casa de su tía donde comía unas magdalenas idénticas en sabor y, a partir de esa experiencia tan evocadora, fue tirando del hilo de su memoria hasta completar escribiendo siete volúmenes que juntos constituyen En Busca del Tiempo Perdido.

No voy a hablar de magdalenas ni de Marcel Proust, pero si del poder similar de la música para reflotar recuerdos que parecían olvidados. Al igual que con la magdalena de Proust, en ocasiones he desempolvado un disco que me ha inundado de recuerdos de una época concreta de mi vida en la que lo he escuchado mucho. Personalmente no tengo unos flash-backs tan nítidos y concretos con nada más; no me sirven las magdalenas, las palmeras de chocolate ni los mostachones de Utrera. Sólo me ocurre con música.

El flash-back más antiguo del que tengo memoria me viene siempre con la canción No More Lonely Nights de Paul McCartney. Me recordaré siempre a mí mismo con 5 años (la canción se publicó en 1984, de eso me enteré después) sentado en el tresillo de mi casa sobre una sabana porque las piernas no me llegaban al suelo y mi madre no quería que le ensuciara los cojines con los zapatos. Pocas veces he vuelto a tener esa sensación de hormigueo en la nuca cuando escuché las estrofas de esa maravillosa canción por primera vez, siempre lo recordaré. No sé si ya desde pequeños tenemos cierta predisposición para las aficiones que vamos a desarrollar cuando seamos mayores. Muchos años después, empecé a interesarme por los Beatles y, de los cuatro de Liverpool, Paul McCartney siempre ha sido mi favorito.

Otro bonito recuerdo de mi infancia siempre estará asociado a la canción Is This Love de Whitesnake (año 1987), videoclip que vi por televisión mientras recortaba y montaba un castillo de cartón para los playmobils con una caja. Siempre que la escucho, me acuerdo del castillo con una gran nitidez: las pasarelas de cartón que le puse para vigilar la muralla o el puente levadizo que se recogía dándole vueltas a un carrete de hilo.


La canción Return To Innocence de Enigma siempre estará ligada para mí con el libro El Señor de los Anillos, la escuchaba una y otra vez mientras lo leía. Los discos McCartney II y Flaming Pie de Paul McCartney sonaban casi todos los días mientras me estaba preparando los exámenes de selectividad (es escuchar Coming Up y visualizar aquellas horribles aulas en la facultad de Arquitectura). El disco Parachutes de Coldplay o Clandestino de Manu Chao me acompañaron todo el verano que estudiaba para intentar aprobar alguna asignatura de cuarto de Ciencias Químicas (se me atascó ese curso). Más recientemente, los discos Dr. Byrds And Mr. Hyde o A Ghost Is Born de Wilco me traen a la memoria mis primeros viajes en coche a Cádiz y el Buildings And Grounds de los Papas Fritas las imágenes de un verano de hace dos años en la playa.

El hecho de que una canción te abrá una ventana tan clara sobre tu pasado es otro valor añadido para volver a antiguos discos una y otra vez. Lo mejor de todo es que ahora mismo se están grabando en tu memoria los futuros recuerdos que volveran dentro de algunos años cuando desempolves tal o cual disco que estás escuchando ahora.

Perdón por ponerme tan tonto con esta entrada del blog :)

4 comentarios:

Kinezoe dijo...

A mí me sucede eso mismo también con el cine. Lo que pasa es que las películas parecen resistir el paso del tiempo peor que la música. Debe ser porque vivimos en un mundo eminentemente visual, en frenética evolución, y todo queda desfasado muy rápido por la constante sobreexposición a nuevas imágenes.

Sea como fuere nunca olvidaré aquellas sesiones nocturnas en el cine de verano del pueblo de mis abuelos, con descanso incluido para avituallamiento del personal, donde vi, acompañado por mi prima, películas tan entrañables para un chaval de 9 ó 10 años de aquella época (los de hoy en día se entretienen con otras cosas muy distintas) como pueden ser: Los Goonies, La Historia Interminable, Loca Academia de Policía o Robocop, por citar sólo unas cuantas. Vistas hoy evidentemente ya no es lo mismo, pero aún conservan parte de su capacidad para transportarme a Aquellos Maravillosos Años (esto último, por cierto, el título de una serie que también me trae muy buenos recuerdos, buenísimos).

En relación a la música, hay por ejemplo infinidad de títulos "pop" que me transportan automáticamente a un salón de billares de mi ciudad, donde pasaba con un amigo las horas muertas de los fines de semana chocando unas bolas con otras. Progresábamos poco en el juego, pero nos lo pasábamos genial al ritmo de una recopilación pop tipo M80 Radio.

El poder evocador de la música, interesante tema... Hora de merendar; me voy a por una magdalena ;)

tangerine dijo...

Me encantó este post y me siento muy identificada. Es hermoso lo que logra la música.
Tengo un millón de ejemplos de temas que me transportan a ciertos momentos de mi vida, pero te voy a contar uno gracioso:
Recuerdo que cuando tenía unos cinco o seis años jugaba con mi hermana a las emisoras de radio, todo lo grababamos en un cassette y luego lo escuchabamos. Uno de los espacios de ''nuestro programa'' era las llamadas de los oyentes para pedir un tema, y en una ocasión me tocó a mi ser la oyente. Mi hermana (cuatro años mayor) me dijo que pidiera el tema ''Love of my life'' de Queen, y yo que ni idea tenía de inglés asocié el título de la canción con lobos. Hasta el día de hoy que uso el inglés cada día para comunicarme sigo asociiadolo así, y me imagino lobos, lobos en una pradera mientras anochece. Y aquel día, que ''llamé'' a la radio, del cuarto donde estabamos, de la radio con la que grababamos nuestro programa y todo lo demás.

Y así como esos un millón más, en mi casa siempre sonaba música, así que imaginate...

Saludos!

Anónimo dijo...

¿Pero nadie se ha dado cuenta de lo buenas que estan las magdalenas? y sobre todo escuchando la musica que mas te guste.Te animo a que sigas con este blog de musica tan detallado pero mis gustos de musica van por otros derroteros y muchas veces no entiendo nada de lo que comentas...un saludo¡¡

Bruno dijo...

Hablé contigo de esta entrada pero no había comentado nada, Manu.

Esto que comentas nos pasará a todos, claro; a mi desde luego. Hay discos o canciones que no puedo dejar de asociar a momentos concretos. Por poner un par de ejemplos:

- el "Girlfriend" de M. Sweet lo tengo asociado al proyecto fin de carrera, de hecho incluso lo llevaba en el coche la mañana que conduje hasta la escuela para entregarlo.
- el "White Album" de los Beatles lo compré (y devoré) un verano que, con quince o dieciséis años, me rompí un brazo y estuve un tiempo sin ir a la playa ni piscina.

Y como esos montones de recuerdos. Como detalle contarte que recuerdo como si fuera ayer la primera vez que vi el videoclip de "Thriller" de M. Jackson; ni que decir tiene que me cagué vivo XDDD