jueves, 22 de enero de 2009

The Byrds - Mr. Tambourine Man


Muchas veces me pregunto cual será mi próxima obsesión musical, el próximo grupo que destape de nuevo la caja de Pandora y me vuelva el cerebro del revés con geniales melodías o canciones que jamás habría imaginado. Es emocionante escuchar un álbum y descubrir que con cada nueva escucha aumentan las sensaciones o el número de detalles que en un principio pasaban totalmente desapercibidos. Pocos son los discos que pueden aguantar más de dos escuchas y salir indemnes, pero la gracia de todo ésto es que puede ocurrir en el momento menos esperado (Forever Changes, que calladito te lo tenías).

En un principio, no tendrían que gustarme los Byrds. Hace años que compré uno de sus tantos recopilatorios atraído por esa archiconocida conexión Beatles/Dylan que aparece en todas las reseñas que se les han hecho. El disco en cuestión no me llamó la atención excesivamente y aún sigue cogiendo polvo en la estantería. Además, es un grupo conocido sobretodo por las versiones que hicieron del cancionero de Dylan, otro punto en contra si os confieso que valoro más el trabajo del compositor que cualquier otro aspecto de la música que escucho. Para más inri es uno de los grupos más inestables de la historia del rock, ya que pasaron por sus filas once músicos en menos de una década. Dejar tantos prejuicios atrás fue tan simple como escuchar más de dos veces el álbum que nos ocupa. La conexión Beatles/Dylan se queda corta como simple definición para The Byrds, las versiones de Dylan transportan los temas originales a otra dimensión y la inestabilidad del grupo aportó casi siempre una nueva dosis de talento que en muchos casos los volvió pioneros de varios géneros musicales.

Escuchar Mr. Tambourine Man me abrió los ojos a lo que verdaderamente fueron los Byrds. Tuve que dejar atrás el mal sabor de boca que me había dejado aquel recopilatorio, una amalgama de temas incapaces de ofrecer una visión global de una carrera discográfica tan camaleónica. A veces es mejor empezar desde cero, despacio y con buena letra. Si un Greatest Hits recoge lo mejor de un grupo, no entendí porque habían quedado fuera tan buenos temas de este primer álbum. Posteriormente descubrí que por esa regla de tres para hacer un buen recopilatorio de The Byrds habría que recopilar una caja con cinco o seis CDs. Y aún digo más… en el BOX SET publicado sobre el grupo hace pocos años, echo de menos muchas de sus canciones.

En este primer álbum ya me encontré con los ingredientes que me cautivarían de la formación original de los Byrds: la riqueza de armonías vocales en las voces de sus interpretes (mención aparte para David Crosby), el talento compositivo de Gene Clark o el característico sonido de la Rickenbaker de Roger McGuinn. Con todas esas aportaciones se gesta la densa y rica paleta sonora característica de los primeros álbumes del grupo.

En este disco se hacen cuatro inolvidables versiones de Bob Dylan y tres de otros autores. David Crosby era contrario a interpretarlas en un principio y durante su estancia en el grupo se opuso, por ejemplo, a la inclusión de My Back Pages en Younger Than Yesterday. Interesante la opinión de David Crosby, ya que tenían potencial suficiente para sostenerse sin ellas, pero está claro que sin aquellas versiones este álbum no sería el mismo. La canción Mr. Tambourine Man es un punto de inflexión en la historia de la música popular y los demás temas versionados fueron seleccionados con mucho acierto por el juego que podían dar en manos de los Byrds (All I Really Want To Do o Chimes Of Freedom). Durante aquellas sesiones, intentaron hacer algo con The Times They Are A Changin’, pero tomaron la acertada decisión de desecharla (desgraciadamente, volverían a ella en posteriores discos). De las versiones de otros autores, We’ll Meet Again es una canción que siempre me ha cautivado por sus excelentes armonías vocales. Hace poco descubrí que era una canción en clave de humor para cerrar el álbum, tradición que seguirían en todos sus trabajos posteriores. Aún así me sigue poniendo los pelos de punta. En cuanto al resto del álbum, Gene Clark se destapa como un excelente compositor creando maravillas como I’ll Feel A Whole Lot Better o coescribiendo con McGuinn el tema que más admiración despierta en este primer álbum, You Won’t Have To Cry. En la versión extendida del disco aparece un corte inédito como bonus track titulado She Has A Way también de Clark. Imperdonable su exclusión, ya que resulta más valorable en cualquier caso que cualquiera de las versiones.

Descubrir a los Byrds es sólo el comienzo de un viaje sin parangón por la mejor música de los sesenta y setenta. Siguiendo ramificaciones, puedes encontrarte con Crosby, Stills & Nash, Gene Clark en solitario, The Flying Burrito Brothers o, si sigues bien las pistas, Buffalo Springfield y Poco. Un grupo que en definitiva se ha ganado un lugar de honor en la historia de la música popular y que no tiene el reconocimiento que se merece.

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