Normalmente suelo evitar ponerme abuelo cebolleta cuando escribo una entrada, pero después de más de 500 publicaciones voy a consentirme a mí mismo varias entradas recordando viejos tiempos.
Han pasado justamente 20 años desde que empecé a aficionarme a la música, lo atestiguan varias casetes que he encontrado en casa de mis padres grabadas por mí y fechadas entre 1994 y 1995. Antes de aquellos años, la música era para mí algo meramente circunstancial. Simplemente sonaba como sintonía en las cabeceras de los dibujos animados o durante las películas que emitían por televisión. En casa no solíamos escuchar emisoras de música comercial, mi padre siempre ha tirado más de tertulia radiofónica pura y dura. No teníamos discos de vinilo ni casetes, aunque si una radio de una pletina que recuerdo en casa desde tiempos inmemoriales. Los únicos momentos musicales de mi infancia vienen de programas de televisión como Rockopop o Tocata y supongo que los veíamos porque no había otro remedio, por aquella época tan sólo existían dos emisoras. Recuerdo varias canciones que me llamaron mucho la atención con seis o siete años como No More Lonely Nights de Paul McCartney, Is This Love de Whitesnake o In The Army Now de Status Quo, pero eran casos muy puntuales. Mi interés principal siendo tan niño era inventar historias para mis figuras de playmobil y construirles castillos medievales con cajas de cartón.
Mi adolescencia comenzó precisamente en los años 1994/95, momento en el que grabé esas casetes mencionadas al principio. No sé si fue también por la tormenta hormonal, pero mi afición por la música surgió de la nada acompañada por la voz grave y los primeros pelos del bigote a lo Cantinflas. Al principio me limitaba a escuchar la radio y grabar los temas que más me gustaban. Recuerdo que me hacía mucha gracia poder grabar cualquier canción directamente de la radio, ¿cómo esperaban ganar dinero las discográficas si podías conseguirlas gratis pegando un trozo de fiso a una casete? Por aquella época no me interesaban los álbumes, tan sólo los éxitos que me convencían de todos los que sonaban en la radio. Mis gustos de entonces eran muy variados y estaban totalmente libres de cualquier prejuicio según he podido constatar: Mariah Carey, Take That, Mike Oldfield, Gloria Estefan, grupos de eurodance que nadie recuerda, etc. Al escuchar ahora semejante mezcla de estilos los remordimientos no tienen cabida ante los buenos recuerdos de una época en la que empezaba a dar mis primeros pasos en un terreno tan desconocido como la música.
Creo que me volví tan ecléctico, dicho de forma elegante, por falta de referencias. De hecho estoy seguro de que mi criterio habría derivado en algo totalmente distinto al que tengo ahora si no hubiera hecho un descubrimiento crucial en algún momento de 1996. Aquel fue el año en el que descubrí a los Beatles. Ellos cambiaron el mundo durante los sesenta, pero también me cambiaron a mí en los noventa con efecto retroactivo. En diciembre de 1995 compré The John Lennon Collection y nada volvió a ser igual. En el montón de casetes que he encontrado no hay ninguna fechada en 1996, ya que aquel año me sentí absorbido por todo lo que tuviera relación con los Fab Four. En aquella época era difícil comprar cualquiera de sus CDs al costar una media de 3.400 pesetas. Afortunadamente encontré un programa de radio llamado Beatlemania los sábados a las nueve de la noche para saciar mi curiosidad por su música. Aquella cita semanal era para mí una hora sagrada en la que dejaba de estudiar para los exámenes del instituto y me aislaba del mundo. No creo que merezca la pena seguir hablando más sobre la irrupción de los Beatles en mi vida, el blog entero está repleto de entradas escritas de mi puño y letra sobre ellos.
Al principio de esta entrada dije que iba a dedicar varias entradas a recordar viejos tiempos. Este texto es una especie de prólogo a un ranking que he confeccionado después de escuchar aquellas casetes de mediados de los noventa. Ha sido una ardua tarea seleccionar mis diez canciones favoritas de aquella oscura época pre-beatle. En las dos siguientes entradas hablaremos de ellas, canciones de grupos que nunca habíamos traído al blog hasta ahora.
PD: Con esta entrada queda revelado por fin el misterio de las casetes azuladas que dominan la cabecera del blog. Las casetes fueron primordiales para mí cuando empecé a aficionarme a la música. Sin ellas no estaría escribiendo en el blog y se merecen un puesto privilegiado en Music Is My Savior.
2 comentarios:
En mi caso pasó algo muy parecido Manuel, yo escuchaba un programa que ponían los domingos por la noche de 9 a 10 en una emisora local con selecciones de canciones que pedía una persona diferente cada semana por correo, eran selecciones buenísimas, lo que quiere decir que en mi ciudad había mucha gente escuchando buena música, duró muchos años y yo comencé a escucharlo muy jovencito, decían hoy va a sonar esto, esto y esto, y ponían la música seguida, duraba una hora, llegué a acumular decenas de cintas, con programas completosm, por medio de ese programa conocí a gente como: Pink Floyd, Traffic, Genesis, Camel, Yes, Emerson Lake and Palmer, Barclay James Harvest, Supertramp, Jethro Tult, Eric Clapton a casi todos los que conozco de aquella época, los descubrí por aquel programa que me sirvió de enciclopedia, fue básico en mi vida y en el enfoque de mis gustos musicales.
Me ha gustado mucho tu artículo
Me alegro, Luis ;) Lo escribí pensando que era demasiado personal y que no interesaría a nadie... pero bueno, un blog está también para estas cosas.
Yo recuerdo aquella época con cierto romanticismo por el impacto de los descubrimientos musicales que hice por entonces. Me han ido marcando hasta hoy mismo, pero también recuerdo la impotencia de querer escuchar más y más música y tener que esperar meses para poder comprar un nuevo álbum. Tenía sus cosas buenas, pero también se pasaba mal.
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