El otro día escuché con mucha curiosidad un CD regalado por MOJO en su número de septiembre de 2013 titulado Songs In The Key Of Paul. Lo que prometía ser una escucha entretenida se terminó transformando en un desfile de canciones aburridas. ¿Qué significa realmente "canciones en clave de Paul"? Supongo que se refiere a la magia melódica del McCartney infalible durante su permanencia en los Beatles.
Me puse a pensar y me resultó curioso que, tras la disolución del grupo, el propio Paul dejase de componer canciones en esa supuesta clave para evolucionar hacia una amalgama de estilos totalmente distinta. Tenemos al Paul rustico de Ram, al Paul de rockera impostura en Venus & Mars... pero si alguien quiere escuchar canciones en los setenta que se asemejen a lo que hacia Paul en su edad dorada lo último que debe hacer es ponerse con la discografía del ex-beatle en solitario. Tenemos que dar gracias a que el testigo lo cogieran con agrado otros músicos que continuaron su estela, llegando en contadas ocasiones al mismo nivel melódico del que McCartney había hecho gala en la pasada década. Hablo de discos como Something Anything de Todd Rundgren o el disco homónimo de Emitt Rhodes, por poner algunos ejemplos.
La apertura del álbum es realmente rompedora gracias a Movin' Out, un tema de sección rítmica irresistible que usa además recursos vocales muy originales en la terminación de sus estrofas. Me gustaría destacar también el que sería con el tiempo el tema más versionado de toda su carrera, Just The Way You Are. Una canción que todo el mundo conoce, incluso aunque no sea fan de Billy Joel o aficionado a la música. Just The Way You Are está dedicada a su mujer de aquella época y atesora un trabajo melódico exquisito, capaz de provocarnos un tour de force nostálgico cada vez que la escuchamos. Scenes From An Italian Restaurant comenzó llamándose The Ballad Of Brenda and Eddie, pero después se fue expandiendo hasta convertirse en un medley en el que la canción original pasó a ser una más de las secciones. Es el corte del álbum más impresionante de todos, no tengo ninguna duda al afirmar que es el mejor medley que he escuchado desde la cara B de Abbey Road. Hablamos de un in crescendo continuo en el que Joel hace gala de un dominio absoluto de la melodía. La canción está estructurada de forma que no has terminado de asombrarte con una sección, cuando ya has entrado en otra mucho mejor que la anterior. Vienna fue para mí el grower del álbum, un corte que me chocaba al principio, pero que poco a poco se fue ganando un hueco hasta llegar a la altura de otros más inmediatos. Para terminar, me gustaría destacar She's Always a Woman, una canción que huele a clásico desde el principio, digamos que se encuentra en el mismo tono universal que otros más conocidos como Let It Be o Bridge Over Troubled Water.
El álbum, a pesar de todas las excelencias de las que estamos hablando, no es perfecto de principio a fin. Canciones como Only The Good Die Young o Get It Right The First Time no llegan al nivel de las ya comentadas, aunque estoy seguro de que otros músicos matarían por incluirlas en sus trabajos. Por otro lado, Everybody Has a Dream, la canción que cierra el álbum, se queda en un intento frustrado de himno a pesar de contar con todos los ingredientes para llegar a serlo. Es con diferencia el tema más flojo de The Stranger aunque intenta camuflarse entre coros gospel que no hacen otra cosa que acentuar sus carencias. A pesar de estar producido por Phil Ramone, The Stranger cuenta en general con un sonido algo desfasado a día de hoy. Esa atmósfera decadente típica de los setenta impregna el álbum gracias al abuso del piano y, sobre todo, al empleo del saxo en casi todos sus cortes.
Tras el éxito de The Stranger, Billy Joel encadenó su buena fortuna profesional publicando otro de sus mejores discos, 52nd Street. A finales de los setenta se encontraba en su punto álgido como compositor, a partir del cual empezaría un lento declive mientras se adentraba en los ochenta.
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