Tal y como hizo Bob Dylan con el primer volumen de Crónicas, Neil Young publicaba este año en castellano su esperada autobiografía. Tenía muchas ganas de leerla ya que, a la espera de la publicación de Shakey de Jimmy McDonough, sigue sin existir la obra literaria que haga justicia al legado de un músico tan importante como Neil Young. Me llevé una gran sorpresa a finales de septiembre, porque el libro cayó en mis manos como regalo de aniversario nada menos. Tardé algunas semanas en ponerme con él, ya que estos últimos meses se me han ido acumulando varios libros sobre literatura rock como ya me ocurrió el año pasado por las mismas fechas.
Como biografía, lo que Neil Young ha entregado a su editora es fiel reflejo de sí mismo. Y, sinceramente, no sé si ésto que digo es una alabanza o un defecto. Los que conocen la música de Young, sabrán que no hablamos precisamente del músico más coherente y detallista a la hora de publicar su trabajo. Tonight's The Night, por ejemplo, es lo más crudo y descuidado que puedes echarte a la cara, tomando elementos de aquí y allá para conformar una obra heterogénea que funciona sólo si llegamos a aceptarla como tal. Cuando he dicho que el libro que nos ocupa es fiel reflejo de su autor, me refiero a que mantiene esos mismos elementos que han sido constantes en su obra musical. O lo tomas o lo dejas. Young no se preocupa por dártelo todo mascado, de hecho toma elementos de aquí y allá soltándolos cuando le apetece o dejándose llevar por el hilo de sus propios pensamientos. Y ésto para el fan debe ser un regalo caído del cielo, ya que pocas veces un seguidor tiene la oportunidad de meterse a tanta profundidad en la cabeza de su ídolo.
Durante su lectura, he tenido la sensación de que el músico no se ha sentado frente al teclado ni una sola vez para escribir, ya que el texto parece la transcripción directa de un testimonio registrado en grabadora portátil. Digo ésto porque el libro no tiene un hilo conductor o un orden coherente y las frases subordinadas brillan por su ausencia. Neil Young como escritor, si se le puede llamar así, es disperso en su discurso y directo en expresar sus ideas. Tan disperso que los capítulos (e incluso los párrafos) no siguen un orden cronológico y saltan constantemente de un año a otro: desde la década de los noventa a su infancia en Canada, desde los tiempos con CSN hasta un día cualquiera en el que intenta escribir algo para este libro en cuestión, etc. Un caos absoluto que despistaría a cualquiera que no conozca minimamente su obra. De hecho, el músico ni se molesta en anunciar el año al que va a referirse y por el mismo contexto tienes que averiguar a que época de su vida se refiere. Esto a veces es complicado de intuir hasta bien entrado en el capítulo y al lector no le queda más remedio que dejarse llevar hasta que surge la frase que enmarca por fin la acción en el marco temporal pertinente.
La sinceridad descarnada que en ocasiones destila el libro contrasta mucho con el afán promocional de sus proyectos más inmediatos. Me explico. Por una parte, sorprenden los testimonios del músico acerca de asuntos tan espinosos como la muerte de Danny Whitten, la minusvalía de sus propios hijos o situaciones desagradables de las que se arrepiente acerca del férreo control que ejerce sobre sus proyectos o los despidos que ha ejecutado entre su personal a lo largo de los años. Hay que tener en cuenta que Neil Young emplea a muchas personas trabajando para él y reconoce no tener demasiada piedad ante un fallo o un descuido que pueda afectar a su obra (por ejemplo, que los masters de un álbum no se hayan grabado con la calidad exigida). Por otra parte, resulta muy molesto ese afán por promocionar Pono (antes Puretone) y Lincvolt, aquellos proyectos en los que ha estado enfrascado estos últimos años. El libro intercala con demasiada frecuencia capítulos escritos expresamente para publicitar ambos artefactos. Para aquellos que no lo sepan, Pono es un reproductor de música que da la oportunidad al oyente de escuchar música digital con la misma calidad que la de los masters originales. Lincvolt, por su parte, es un coche eléctrico con el que Young intenta luchar contra la contaminación y las industrias petrolíferas.
Los automóviles retro y las maquetas de trenes aparecen con mucha frecuencia en estas páginas. Young posee una gran colección de coches antiguos comprados y restaurados, de hecho tuvo un mecánico trabajando a jornada completa durante décadas en los vehículos que se iba agenciando. Sorprende cierta escena actual en la que Young duda sobre si hacer click o no a la compra de un automóvil por internet (al final lo compra). En cuanto a las maquetas de trenes, sorprende la profundidad de sus conocimientos sobre el tema. De hecho, es socio de una empresa dedicada a la comercialización de estos productos y se implica mucho en ofrecer ideas para añadir mejoras e innovaciones a las distintas piezas. Cuando habla de Lincvolt no parece controlar tanto sobre el tema y da la sensación de que ese proyecto en concreto está abocado al fracaso. De hecho, no sé como un músico puede siquiera plantearse competir con los departamentos I + D de la industria automovilística fabricando un coche eléctrico.
Amigos que fallecieron, vivencias varias, aficiones y pasiones, etc. Aquel que espere encontrar en este libro un análisis exhaustivo de su obra musical va a estrellarse contra un muro. Cualquiera que haya leído algo sobre literatura rock, sabrá de primera mano que el que peor y con más deficiencias puede hablar de álbumes o canciones es el propio autor de las mismas. Neil Young tiene una memoria portentosa para indicarte en que momento de su vida compuso tal o cual tema, pero no esperes un análisis a conciencia que satisfaga a los hardcore fans. Ellos mismos pueden hacer suposiciones y conjeturas más interesantes que el propio músico.
No me gustaría terminar esta reseña sin hablar de la mala traducción realizada para la edición en castellano. El texto está plagado de fallos garrafales que podrían haberse solucionado con una simple revisión. En resumen, más trabajo para el lector que, además de adivinar de que diablos está hablando Young, tiene que pelearse con palabros que no existen o que se repiten incomprensiblemente. No entiendo un texto tan descuidado, cuando el traductor en cuestión dispuso de casi un año entre la edición original y la publicada a principios de este año en castellano.
6 comentarios:
Gracias por prestarmelo, Manuel.
En cuanto mi vida domestica se estabilice (jejejej) lo leeré con ganas.
Un abrazo
me gustó como lo criticaste.... la verdad que te saca un poco las ganas leer algo así, pero justo yo estoy con uno parecido y no me disgusta esa lectura caótica...
a veces el no estar tan apegado a una linealidad se agradece porque se hace mas ágil y menos aburrido...
en fin, igual no soy fan para nada de este muchacho...
A mi no me gustó demasiado, el rollo de los trenes, los coches y el pono me acaban aburriendo, un poco sí pero se va por las ramas que ni te cuento..... más rocanrol y más historias sobre y con compañeros!!!
No he sido capaz de leerlo, hay cosas más interesantes.
Agradezco tu sacrificio, que me confirma en mi intención inicial de no comprarlo. Por cierto, Tonight's the night siempre me ha gustado y Zuma solo a medias. ¿Lo mío es grave, doctor?
Claro, Mansion ;) Sin prisas.
JLO, yo he pensado a veces que si siguiese una linealidad, sería mucho más difícil de leer. Al menos te quedan ganas de seguir pasando páginas por saber de que época hablará en el siguiente capítulo.
Nikochan, tienes toda la razón. La propaganda que arrastra Young y las segundas intenciones son lo peor a la hora de leer este libro. Y repito lo que dije en la entrada. ¿Cómo un músico puede competir con los I + D de la industria del automovil? Me da a mí que su difunto colega que empezó ese proyecto aún se está riendo desde su tumba por toda la pasta que le sacó.
Joserra, aunque es un libro muy sui generis, tiene el valor de meterte dentro de la cabeza de Neil Young. Lo malo es que lo que haya allí no te guste o no haya por donde cogerlo xD
Klaatu, fijate que yo no soy el mayor fan de Neil Young, pero esos discos que nombras me gustan bastante. En cuanto a no leer esta autobiografía, es lo mejor que haces. Te saldría por unos 20 euros, cuando ya desde noviembre del año pasado circula en castellano Shakey de Jimmy McDonough por 25 euros.
Muchas gracias a todos por comentar :) Se agradece de veras.
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