Escuchando música el otro día volví a darme
cuenta de mi querencia natural por los músicos malditos, por los perdedores, aquellos
que llamo antihéroes musicales: músicos con tremendo talento pero que por una
causa u otra no pudieron llegar a convertirse en estrellas, pese a merecerlo
tanto o más que otros muchos que sí lo consiguieron. Puede que a más de uno se
le vengan nombres a la cabeza como Kurt Cobain, Jimi Hendrix o Jim Morrison,
por poner algunos ejemplos: estos tipos efectivamente murieron trágicamente
habiendo llegado a lo más alto y todos lamentamos estas pérdidas, pero no es
eso de lo que hablamos, sino de los que nunca pudieron llegar a la cima, o
apenas la rozaron, pese a ostentar méritos suficientes para ello. Músicos que
en ocasiones han sido olvidados o, en el mejor de los casos, se han convertido
en objeto de culto por parte de fieles seguidores.
Esta lista, como siempre, es más que discutible ya que se trata de una elección absolutamente subjetiva y personal. Pero comparado con otros top5, en este he dudado mucho más que en otras ocasiones y me ha costado mucho más elegir quién entra y quién se queda fuera. De hecho hasta el último momento Jeff Buckley estaba en el podio, pero finalmente se ha quedado fuera por puntos: desde luego que se trata de un genio estratosférico que murió demasiado pronto para siquiera poder adivinar hasta dónde podría haber llegado, pero no es menos cierto que disfrutó de un breve pero aceptable éxito y giró por medio mundo promocionando el genial Grace. En su lugar ha entrado el diamante loco de Syd Barrett, otro que ha estado entrando y saliendo de la lista: The Piper at the Gates of Dawn fue un disco exitoso, desde luego, pero Syd apenas tuvo tiempo de disfrutar del éxito y fue apeado del jet cuando apenas había empezado a despegar.
En definitiva, que solo espero que esta entrada sirva para reivindicar, aunque sea tímidamente, la meritoria aportación de estos cinco músicos que no alcanzaron el lugar que les correspondía.
Gary Higgins
Esta lista, como siempre, es más que discutible ya que se trata de una elección absolutamente subjetiva y personal. Pero comparado con otros top5, en este he dudado mucho más que en otras ocasiones y me ha costado mucho más elegir quién entra y quién se queda fuera. De hecho hasta el último momento Jeff Buckley estaba en el podio, pero finalmente se ha quedado fuera por puntos: desde luego que se trata de un genio estratosférico que murió demasiado pronto para siquiera poder adivinar hasta dónde podría haber llegado, pero no es menos cierto que disfrutó de un breve pero aceptable éxito y giró por medio mundo promocionando el genial Grace. En su lugar ha entrado el diamante loco de Syd Barrett, otro que ha estado entrando y saliendo de la lista: The Piper at the Gates of Dawn fue un disco exitoso, desde luego, pero Syd apenas tuvo tiempo de disfrutar del éxito y fue apeado del jet cuando apenas había empezado a despegar.
En definitiva, que solo espero que esta entrada sirva para reivindicar, aunque sea tímidamente, la meritoria aportación de estos cinco músicos que no alcanzaron el lugar que les correspondía.
Gary Higgins
Un artista que ya tuvo su lugar en MIMS y que
volvemos a sacar a la luz en esta ocasión porque su Red Hash sin duda así lo
merece. Un músico semi-amateur que, al ser condenado a prisión por poseer unas
hierbitas, graba con sus amigos una serie de canciones que aparecerían en un
disco convertido con el paso de los años en objeto de culto. Mientras esto
sucedía, el susodicho Higgins permanecía ajeno a todo ello y tras salir de la
cárcel llevó una vida alejada de la música y completamente anónima. Pasarían
décadas hasta que volviera a dar señales de vida, actuando en varios conciertos
e incluso volviendo a grabar, pero el paso de los años no fue en balde sin duda
alguna. Looking for June o Thicker than a smokey son buena muestra del talento
de este señor.
Emitt Rhodes
Este es uno de los casos más indignantes que he
conocido nunca: como ya contamos en esta entrada, Rhodes era un músico con un
inmenso talento innato tanto para componer como cantar y tocar cualquier
instrumento, y su carrera increíblemente prometedora se vio truncada al firmar
un contrato trampa. Este tipo, al que con todo merecimiento apodaban
The-One-Man-Beatles y que a principios de los 70 podía mirar cara a cara al
mismísimo McCartney sin vacilar, solo pudo editar cuatro discos más que
notables (uno de ellos publicado sin su consentimiento), ya que fue demandado
por su discográfica por incumplir plazos de entrega y condenado a pagar una
astronómica cifra y ver cómo sus derechos de autor eran secuestrados. Es
imposible escuchar canciones como Lullabye, Somebody made for me, Pardon me,
Mother Earth o Warm self-sacrifice y no preguntarse hasta dónde podría haber
llegado este señor de haberse rodeado de mejores compañías (discográficas, se
entiende).
Elliott Smith
Este es otro que me ha tenido dudando si
incluirlo o no. Porque nunca fue un músico exitoso, pero sí llegó a ser bastante
conocido e incluso estuvo nominado a un Oscar por Miss Misery. Su música, tan
bella y artesanal e imperfecta, su carácter difícil y depresivo, y su extraña
muerte (oficialmente considerada como suicidio, pero no se descarta el
homicidio), contribuyen a alimentar la leyenda de un grandísimo cantautor que
malvivió sumido en ingentes cantidades de alcohol, drogas (se cuenta que
gastaba 1500 dólares diarios en heroína y crack) y antidepresivos. Un tipo con
una sensibilidad tan especial y una vida tan tormentosa no podía durar mucho. Antes
de irse nos legó canciones como Needle in the hay, Ballad of big nothing, Between
the bars o Pretty (Ugly before), que aúnan belleza y melancolía a partes
iguales.
Syd Barrett
El “diamante loco” puede presumir de ser uno de
los músicos que más respeto y admiración ha despertado en la historia del rock
habiendo hecho tan poco; de hecho nunca falta en este tipo de listas, ya se
trate de músicos malditos o de genios locos. Pese a haber sido expulsado de Pink Floyd cuando apenas habían empezado a saborear las mieles del éxito, su
sombra seguía siendo tan kilométrica que durante algunos años prácticamente siguió igualando
a la de sus excompañeros, y eso sin hacer casi nada. De su carrera en solitario
apenas se pueden rescatar un puñado de temas reseñables, como pueden ser
Octopus o Baby Lemonade, pero su personalidad magnética y su talento, unidos a
su trágico fin (musicalmente hablando, tardó muchos años en morir) debido al
consumo de drogas, crearon el mito que sigue casi tan vigente en estos días.
Nick Drake
Uno de los artistas de culto por excelencia, que pasa
por encima de estilos y modas. Casi un ermitaño, Drake ha sido uno de los
músicos que más impacto produjeron en servidor: tanto al descubrir su música,
de una belleza y emotividad casi sin igual, como al conocer más detalles de su vida.
Músico tímido y atormentado, tan ingenuo como sincero, su frágil carácter hizo
que se parapetara tras su guitarra (de la que era un auténtico virtuoso, dicho
sea de paso) para poder expresarse por medio de sus canciones. El hecho de que
no concediera entrevistas ni casi apenas tocara en directo terminaron de
alimentar la leyenda de uno de los “músicos desconocidos” más influyentes del
S. XX. En su obra se aprecia un poso de tristeza y melancolía que impregna cada
tema, en cada acorde y cada verso. Su temprana muerte cortó de cuajo una
carrera de una calidad y regularidad casi sin parangón, aunque no llegó a
cosechar éxito alguno. Sus tres discos, alabados por crítica y público sin
excepción, son su legado.
3 comentarios:
Excelente, amigo Bruno.
Lástima que solo hayas hecho un Top5. Podías haber hecho un TopTen...Así también podrían haber entrado Kevin Ayers, Tim Buckley, su hijo Jeff, como apuntas en la intro de tu post, Jim Croce o Mike Bloomfield.
Da para una segunda parte, ¿no crees?
Una entrada muy original.
Escuché Red Hash de Gary Higgins gracias a tí, pero no conecté tanto con él como tú.
Emitt Rhodes si me gusta, he escuchado su primer álbum y alguna que otra antología, cualquiera que lo escuché dirá que era la continuación lógica al McCartney de los sesenta.
Con Elliot Smith tengo que ponerme en serio, tan sólo he escuchado su álbum homónimo (que tiene algunas canciones que me encantan).
Syd Barret en solitario sólo me gusta en pequeñas dosis, ya que si me pongo demasiadas canciones puedo entrar en una especie de trance musical (me pasa también con la Incredible String Band).
Y Nick Drake es pura magia. Poco más que añadir a lo que has dicho, un auténtico maestro.
Bonita entrada y gracias por descubrir nuevos nombre, al menos para un servidor
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