Guardo con este disco una extraña relación de amor-odio. Para ser totalmente honestos, odiar lo que se dice odiar realmente nunca lo he odiado, así que más bien debería decir que se trata de una relación de amor-indiferencia. O, para ser totalmente fieles a la cronología de los hechos, debería decir indiferencia-amor. Me explico.
En cierta ocasión, sería yo un tierno adolescente, recibí
como regalo de cumpleaños el disco que hoy nos ocupa. Por aquella época
yo andaba totalmente obsesionado con los Beatles, y el nombre de la
banda me despistó: esperaba yo encontrar un grupo beat, algo del rollo merseysound, y lo que ocurrió es que el power pop del señor Collins y
compañía me decepcionó. No es que no me gustara porque realmente es que no les presté
mucha atención, simplemente es que no eran lo que yo estaba buscando.
Poco tiempo después acudí a una feria del disco (para un joven de
provincias como yo, única vía de acceder a discos más allá del
departamento de música de El Corte Inglés), donde los escasos ingresos
de que disponía y toda la ingenuidad del mundo hicieron el resto: a
cambio de este disco y 500 pesetas de la época adquirí el vinilo de Wild
Life de Wings. No tardé ni media canción en arrepentirme. De resultas
de aquella operación visionaria guardo un vinilo decepcionante, y perdí
un disco que con el tiempo he descubierto que me encanta.
Porque
es eso, durante mucho tiempo tuve asociado este álbum a aquel trueque
que solo me trajo desilusión. Era oir hablar de The Beat (o Paul
Collins' Beat, como muchos los conocen) e irremediablemente pensaba en
el timo del tocomocho que yo solito me busqué, así que tardé mucho en
volver a intentarlo con ellos: tuvo que venir el grupo a Sevilla, hace
unos cuantos años, para que les diera una segunda oportunidad. Y vaya lo
que descubrí entonces: este disco es un discazo. Es power pop radiante,
juvenil y rabioso, con guitarras potentes, canciones directas, melodías
alegres, letras simples y, por encima de todas las demás cosas, toda la
fuerza de la juventud. Publicado (y parcialmente oculto) a la sombra de
ese auténtico bombazo que fue My Sharona, personalmente me parece que
este trabajo es mucho más redondo que el de The Knack, donde hay temas
bastante prescindibles, cuando no directamente olvidables. Prácticamente
aquí no hay nada que sobre: son doce temazos impecables, enérgicos. Por
ahí se puede leer que es el mejor disco de power pop de todos los
tiempos: este tipo de afirmaciones siempre me han parecido exageradas y
yo nunca me atrevería a hacerlas, pero desde luego no me parece
descabellado del todo.
Estamos ante uno de esos discos que
recogen toda la rabia juvenil y la
sueltan en forma de canciones directas, pop en estado puro: las
canciones van sobre chicas y rock and roll, nada de complicaciones. Ya
lo dicen en el tema que abre el disco, que ojalá hubiera una manera más
fácil (hey hey!): Rock N Roll Girl, aparte de un temazo, es toda una
declaración de intenciones que funciona a las mil maravillas con su
ritmo imparable y unas guitarras pletóricas, todo un himno generacional.
Por su parte I Don't Fit In, que podría haberla firmado el mismísimo
Holden Caulfield, refleja la incomprensión de un veinteañero que se da
cuenta que no termina de encajar en ninguna parte. Reconozco que la
romántica Different Kind Of Girl es una de mis debilidades, aunque no
suela ser demasiado reconocida; con su medio ritmo, sus armonías y el
trabajo de las guitarras, no sé muy bien por qué, siempre me ha recordado al Baby's In Black de los de Liverpool.
Tan solo vamos por la tercera canción, pero es que el listado de temazos es acojonante y no decae en ningún momento; así podríamos enumerar canción por canción el álbum completo si quisiéramos hacer justicia a todos los temas por igual, pero no hay sitio para detenernos en todas: Don't Wait Up For Me y Walking Out On Love recuperan la fuerza y el ritmo a base de guitarrazos con más potencia aún si cabe; U.S.A. es un rocanrol clásico con un riff punzante y un estribillo muy surfero. You And I es una rara avis dentro de este desfile de guitarras supereléctricas, con su piano y esa especie de mandolina que chirría un poco. El cierre viene con Look But Don't Touch, uno de los temas más rabiosos y oscuros del disco.
No será uno de esos discos que hacen historia, que sientan
precedente o que son la quintaesencia de una época, pero desde luego es
pequeño clásico que de haber visto la luz en otro momento habría dado el campanazo.
4 comentarios:
No dio el campanazo, pero casi: en su época se vendió más o menos bien y, desde luego, fue la puerta de entrada del señor Collins en España (sus actuaciones en el Sol de Madrid eran memorables). Si te gusta ese disco te recomiendo el segundo, que es mucho mejor: "The kids are the same", del 81. Ahí ya mezcla el estilo new wave con sus raices americanas, y el resultado es magnífico. O su obra anterior con los Nerves, otra preciosidad.
Y sí, aunque no nos guste hemos de llamarle "Paul Collins Beat" desde 1981: los Beat británicos le ganaron el pleito por el nombre, ya que ellos habían salido un poco antes. En América pueden seguir llamándose "The Beat", pero en la Isla no.
Este domingo Paul Collins viene a tocar a Alcalá de Henares... En estas últimas semanas estoy viendo referencias a él tan buenas que no puedo esperar más:)
Rick: no he escuchado nada más del señor Collins, tomo nota de tus recomendaciones.
Victor: no se si seguirá en forma, pero desde luego son totalmente recomendables.
Gracias a ambos por comentar. Saludos
De acuerdo con Rick, "The Kids Are The Same" es una verdadera joya.
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