Brendan Benson - What kind of world

No hay quinto malo, reza el dicho. 

Y malo no es desde luego, pero flojo sí que le ha quedado un rato: el quinto trabajo del señor Benson, What kind of world (Readymade Records, 2012), es probablemente el menos inspirado de su carrera.

Con su debut hace más de quince años, aquel brillante One Mississippi, Benson se había erigido como el prodigioso creador de melodías pop que conocemos desde entonces: cada nuevo trabajo suyo traía renovadas energías y canciones que superaban a las precedentes. Sus referencias no pueden ser más elocuentes: Beatles, Big Star, Kinks, T. Rex o Wings, en una furiosa mezcla marca de la casa. Potentes riffs, estribillos pegadizos, luminosas armonías... Power pop en estado puro. Lapalco y The alternative to love no harían si no superar a cada paso las expectativas que sobre el se cernían.

Su anterior trabajo, My old, familiar friend, supuso un tropiezo para muchos; no para el que esto escribe. Desde luego fue un (ligero) cambio de rumbo, dejando a un lado la inmediatez y energía que le caracterizaban y centrándose más en la creación y, sobre todo, producción de temas pop. El aire retro y por momentos kistch del disco echó a más de uno para atrás: los arreglos orquestales de Garbage day o el sonido súper-setentero-fusilado-a-los-Wings de Gonowhere desde luego chocaban, pero aún guardaba suficiente pólvora en la recámara con temazos como A whole lot better.

Tras tres años de silencio, este What kind of world se queda entre dos aguas. Parecía que, quizá como evolución de su antecesor, podía tomar la senda del pop clásico, algo nada extraño cuando se tiene en cuenta que estamos hablando de un abnegado padre de familia que supera los 40... O no, podría ser que el joven rebelde que guarda dentro (no sabemos muy bien dónde, viendo su escuálida figura) no se hubiera rendido y se nos presentara con energías renovadas, presentándonos nuevas dosis de power pop alegre, electrizante y desenfadado. Pero...

Tiembla Dukan: próximamente, la Dieta Benson (eficacia comprobada)

...la realidad es que el disco que hoy nos ocupa suena torpe y cansado. Pareciera que las fuerzas le fallaran, y que a la mitad de los temas le faltasen unos cuantos ensayos más. No es porque suene mal, todo lo contrario: si algo se nota en sus discos es una notable mejora en la producción. Más bien es que el amigo Benson se ha dejado llevar por la autoindulgencia y nos suelta las canciones como el que rellena un formulario. Si además ocurre que se produce y edita él mismo, pues apaga y vámonos.

Aún así no todo está perdido, y para algunos el presente álbum es un grower, como diría el amigo Manuel. Personalmente y tras tres escuchas en sucesivos días no lo veo así en absoluto, y el disco me sigue aburriendo en líneas generales. Como dije anteriormente, el adjetivo que creo que le viene más apropiado es "cansado", le falta chispa, frescura: no es cuestión de que las canciones no sean suficientemente buenas, sino que quizá no han tenido el tratamiento adecuado. Salvando de la quema las más que dignas Bad for me y la pegadiza Happy most of the time, del resto podría decirse que es material de relleno que no suma nada a su carrera.

En poco más de una semana se presentará en nuestro país con este trabajo bajo el brazo (clic aquí para escucharlo en spotify). Esperemos, reiterando mis plegarias, que en su setlist abunden sus temas clásicos. Amen.